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El primer blog venezolano referido al misterio y al enigma. Cada una de sus narraciones permite al lector conocer lo más insólito de los fenómenos paranormales y demás hechos inexplicables. Este blog puede ser leído en 52 idiomas, gracias al traductor Google.
Greta Garbo, enigma y misterio
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El tiempo por venir…
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¿Existen los extraterrestres?
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La verdad de cada quien…
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Abducciones
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¿Murió Jesús en la cruz?
Desde tiempos antiguos, diversas tradiciones señalan que Jesús no murió en la cruz sino que huyó a la India, hacia Cachemira, donde antes habría vivido desde los doce hasta los treinta años de edad, época cuando reaparece en la escena pública. Según esos planteamientos, en la India habría recibido sabias enseñanzas de grandes maestros iniciados. Las especulaciones señalan igualmente que en Cachemira existe el cadáver de un maestro enterrado, con muchas similitudes físicas con la persona de Jesús de Nazaret. Todo esto nos hace preguntarnos… ¿Se encontraba realmente muerto Jesús cuando fue bajado de la cruz? ¿Era su cadáver lo que fue envuelto en el sudario y luego colocado en el sepulcro por José de Arimatea y Nicodemus? Diversos autores e investigadores de la vida de Jesús afirman que este murió en Cachemira, a avanzada edad. Según ellos, “la persona que murió en la cruz pudo ser un hermano gemelo o simplemente, herido, fue rescatado de la cruz y curado por sus allegados”. Según las especulaciones, lo que quisieron significar los autores evangélicos no era una muerte real, sino que Jesús se encontraba en un estado de inconsciencia que fue tomado por muerte por parte del Centurión romano. “Es evidente que el Centurión se encontraba en un estado de confusión a causa de la tormenta, la oscuridad y el terremoto que aconteció en aquel momento” (Mat. 27, 54). Pilatos, el gobernador de la provincia, quizás menos afectado por el fenómeno natural gracias a los fuertes muros de su palacio, se encontraba en mejor disposición mental. Por ello, cuando fue informado de la supuesta muerte de Jesús, dudó y mostró su sorpresa exclamando: ¿Murió tan pronto?, lo que induce a pensar que surgió la duda al respecto en quienes estaban familiarizados con la crucifixión. Por experiencia, Pilatos sabía el largo tiempo que necesitaba una persona saludable para morir en la cruz. El Evangelio de Juan, considerado como el evangelio más antiguo, plantea una afirmación muy importante: “Entonces llegaron los soldados y rompieron las piernas del primero y el segundo hombre que estaban crucificados junto a él; pero cuando llegaron a Jesús y observaron que ya estaba muerto, no rompieron sus piernas, por lo que un soldado, con una lanza, atravesó su costado, y entonces brotó sangre y agua de su cuerpo” (Juan 19, 32-34). ¿Qué significa esto? Obviamente indicaba que la conclusión de los soldados romanos de que “Jesús estaba muerto”, fue una conclusión equivocada, ya que se encontraba aun vivo, pues su corazón bombeaba sangre. De encontrarse muerto, su corazón se hubiera detenido y no brotaría sangre de su cuerpo. No ha de extrañar que se salvara de una humillante muerte en la cruz, puesto que, según la Biblia, la muerte en la cruz, era una muerte maldita; y tanto El Nuevo como El Antiguo Testamento coinciden en señalar que todo el que muriera en la cruz era maldito (Deut. 21, 23. Gala. 3, 13). Una persona maldita es aquella que se encuentra totalmente privada de la gracia y amor divinos. Entonces ¿Cómo podría Dios permitir que su amado Jesús muriera en la cruz? ¿Cómo podría Jesús ser llamado maldito cuando era el amado hijo de Dios? El alto rango que Jesús mantenía en la Presencia de Dios Todopoderoso es irreconciliable con la idea de que muriera como un maldito. Las pruebas contenidas en las Escrituras hacen pensar que sobrevivió a la cruz, Y esto es exactamente lo que debió haber ocurrido si tenemos presente las fervientes plegarias y profundas súplicas de Jesús descritas minuciosamente en los evangelios: “Jesús rezó a Dios toda la noche, postrado y con lágrimas para que fuera salvado”. ¿Es posible creer que tales plegarias pudieran ser desoídas? Para los católicos es difícil creer que las súplicas agonizantes de un elegido de Dios hayan podido ser desatendidas, máxime cuando a lo largo de todo su ministerio Jesús había insistido a sus discípulos sobre la importancia y eficacia de las plegarias. Continuará.
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¿Una horrible pesadilla o realidad?
Para el joven provinciano Carlos Figueroa la situación económica y las posibilidades de conseguir trabajo en Caracas no eran buenas, por lo que decidió regresarse a Ciudad Bolívar, a vivir en una vieja casona que le habían cedido unos familiares y que por mucho tiempo había permanecido vacía…casi abandonada. Allí, con su joven esposa embarazada, Figueroa trabajó arduamente hasta restaurar los pocos muebles que aun quedaban en aquella casa solariega. A los pocos días, tras varias diligencias, el preocupado esposo logró emplearse como agente vendedor en una firma comercial de la localidad, por lo que tuvo que viajar y dejar sola a su mujer por varios días. Una noche, estando sola en casa, mientras ella bordaba en la espaciosa sala frente al jardín, repentinamente sintió un desagradable y fuerte viento acompañado por una tormenta y espesa niebla – sumamente extraña en una zona tropical como esa – donde podría decirse que nunca se observaba ese tipo de fenómeno. Era tan densa la niebla, que en cuestión de segundos parecía más bien que estaba en otro extraño lugar, lúgubre y frío. De repente, las ventanas de madera de la vieja casona comenzaron a abrirse y cerrarse alocadamente, produciendo un horripilante ruido durante unos minutos que parecían siglos. Impactada por el suceso y sumamente nerviosa, sin saber qué hacer, la joven mujer comenzó a oír también fuertes ladridos de un perro aparentemente desesperado, que arañaba con fuerza la puerta de madera del viejo caserón. Pidiéndole protección a Dios, se llenó de valor y se dirigió a una de las ventanas para mirar hacia la calle pero no divisó animal alguno. ¿Había desaparecido o era sólo producto de su imaginación?. Inmediatamente se dirigió hacia la puerta del zaguán y la abrió rápidamente, pero…¡tampoco había nada!. Llena de terror, regresó a la sala, se sentó, y comenzó a rezar con los ojos cerrados, pero no había terminado de sentarse, cuando oyó mucho más cerca los ladridos y sintió que un animal arañaba furiosamente las patas de la mecedora donde ella estaba sentada. Haciendo un gran esfuerzo, abrió los ojos, en el preciso momento que un enorme perro negro de largos dientes se abalanzaba sobre ella. La terrible impresión la hizo desvanecer, perdió el conocimiento, y cayó al suelo cuan larga era. Inconciente permaneció hasta las primeras horas de la mañana cuando volvió en sí. Al percatarse de su situación, se levantó e inmediatamente revisó alrededor y en el jardín, pero, extrañamente no había rastro de nada, ni siquiera del rocío matinal. ¿Había sucedido realmente aquel espantoso hecho o se trataba de una horrible pesadilla? Para su tranquilidad, su esposo regresó ese mismo día en la tarde. Tras enterarse de lo sucedido, comenzó a revisar minuciosamente la casa, y, al acercarse a la mecedora, observó que sus patas estaban fuertemente arañadas y en ellas había huellas de sangre. Demás esta decir que, a la semana siguiente, los Figueroa abandonaron aquella vieja casa embrujada para no volver jamás. Carlos Figueroa y su esposa hoy día viven en Barquisimeto. Son padres de tres hijos que les han dado hermosos nietos. El suceso aquí narrado sucedió en 1968, y tanto él como su esposa, dan fe de lo sucedido en esa oportunidad.
La religión, la espiritualidad y la salud
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La momia del Titanic
La suerte no se compra
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Criaturas humanas-cibernéticas
¿Dónde están ahora?
Somos más que materia
Si no lo sabía…sépalo
Aunque la ciencia ha logrado mejorar considerablemente la calidad de vida, hasta ahora, salvo raras excepciones, la edad máxima que puede alcanzar el hombre es 115 años, siendo el japonés Shiegechiyo lzumi la única persona en el mundo que la ha sobrepasado. Nacido el 29 de junio de 1.865 en la isla de Tokunoshima, fue inscrito, teniendo seis años, en el primer censo de Japón en 1.871. Izumi vivió 117 años. ¿Cuánto podemos estar sin comer o beber? La falta absoluta de alimentos obliga al organismo a tomar los nutrientes fundamentales que lo constituyen, como los carbohidratos que se almacenan en el hígado, y los músculos en forma de glucógeno que se gastan durante las primeras veinticuatro horas del comienzo del ayuno. Luego, sus grasas le proveen casi toda la energía utilizada en los dos primeros días. Una vez agotadas, acude a las proteínas, de forma que muchos tejidos pueden perder hasta la mitad antes de que mueran sus células. A las cuatro o siete semanas después del inició del ayuno sobreviene la muerte. El no ingerir líquido es más fulminante: A partir de las 36 horas, el estado de la persona se torna grave, pudiendo resistir sólo hasta una semana. ¿Podemos morir de miedo? Sí. Especialmente ante situaciones de peligro extremo (catástrofes, incendios, etc.). Mientras el temor ordinario actúa sobre el sistema nervioso parasimpático, provocando diversas reacciones fisiológicas, el terror afecta al simpático, provocando una inervación brusca del corazón, con una tetanización cardiaca irreversible. Cuando nos enfrentamos a una seria amenaza, nuestros sentidos se disparan automáticamente a fin de reunir la mayor información posible sobre la misma que nos permita enfrentarla. Ante un terror desmedido o estado de cólera intenso, se bloquean todas las sensaciones y, pese a ello, se percibe el peligro con una agudeza superior a la normal, produciéndose cambios bruscos en el nivel de conciencia con intensas implicaciones fisiológicas, y que, si bien en muchos casos facilita la defensa, en otros tiene consecuencias mortales. ¿Cuántos aterrizajes soportan los neumáticos? Cuando comenzaron a volar los primeros aviones comerciales a reacción en los sesenta, los técnicos de mantenimiento detectaron que los neumáticos del tren de aterrizaje sufrían mayor desgate que en los aviones a hélice. La tracción y calor producidos por rozamiento permitían que resistiesen sólo 100 aterrizajes. Hoy, las técnicas de fabricación y calidad de los materiales han mejorado y, según la utilización y el tipo de avión, soportan, entre 200 y 900 aterrizajes. ¿Sufren también los hombres de menopausia? No existe una condición biológica que limite la capacidad reproductora del hombre, por lo que puede permanecer fértil incluso a edad muy avanzada. Sin embargo, a partir de los 50, las facultades de al menos un tercio de los hombres empiezan a mermar, tendiendo a fatigarse, a engordar, a mal dormir y a perder parte de su libido. Curiosamente, estos síntomas se parecen a los que sufren las mujeres menopáusicas cuando disminuyen las hormonas que rigen la sexualidad. ¿Dejar de fumar engorda? Sí. Al dejar de fumar, el torrente sanguíneo acusa bruscamente la ausencia de la nicotina, produciéndose un estado de ansiedad que el organismo intenta compensar ingiriendo alimentos. ¿Por qué vestimos de negro en los funerales? Esta antigua costumbre, muy extendida en la cultura occidental, significa respeto hacia el difunto. Sin embargo, su origen no está claro. Algunos estudios antropológicos coinciden en señalar como su posible origen el miedo ancestral de los vivos a ser poseídos por el espíritu de los muertos. De esta forma, los hombres primitivos pintaban en los ritos funerarios sus cuerpos de negro para impedir, camuflados, que el alma del muerto encontrara un cuerpo donde asentarse. Tal hipótesis se ve corroborada por el hecho de que los habitantes de ciertas tribus africanas actuales se cubren con cenizas blancas en los funerales, escondiendo así el color negro de su piel. Algo parecido sucede en
Un Mundo de curiosidades
La muerte… ¿principio o fin?
Vivimos esforzándonos por un incierto porvenir. Nuestros pensamientos están siempre referidos a proyectos, a ideales, etc. Así, cada instante nuestro es relativo a cada hora que vendrá o a cada día que seguirá, mientras que el presente nos parece insuficiente, estimando que no es más que la puerta de un prometedor mañana, sin darnos cuenta que comenzamos a morir cuando nacemos. De tal modo, nuestra existencia transcurre en una eterna lucha por la vida y aunque sabemos que tenemos que morir, no lo admitimos; debatiéndonos entre la incertidumbre y la ignorancia, planteándonos: “Nacer y morir. He aquí nuestro dilema. Tenemos miedo a morir pero a vivir también”. Por ello, si la muerte es principio o fin, depende de las creencias de cada uno. Para quienes creen que después de la muerte no hay nada, es el fin. Para quienes creen en la reencarnación; es el principio. “Morir es comenzar a vivir; nacer es empezar a morir. Consideramos la muerte como una tragedia. Pero, ¿no es acaso la finalidad de la vida, vivir y morir? La enfermedad y la vida duelen más, mientras la muerte, al final es indolora (sin sueños, sin pesadillas, sin despertar…). Extrañamente, la agonía es vida porque lucha por preservar la vida, siendo la muerte la mayor interrogante, el temor que nos causa representa uno de los instintos humanos más arraigados, por lo que no deja de atemorizarnos debido a que no sabemos lo que es; por lo que es inútil meditar y obsesionarse con ella. Muchos son los aforismos sobre la muerte. La mitología griega la consideraba “hija de la noche y hermana del sueño”. Las tumbas representan la última postura, el adiós definitivo: “Contra la muerte nada pude”, “A cada vida le toca una muerte”, “Nadie quiere morir y menos el que está cerca de la muerte”, “El que desea la muerte es porque agotó los caminos hacia la vida”, “La vida es un accidente. La muerte es el regreso de la materia a su estado natural”, “Se puede estar ausente en vida, como presente muerto”, “La muerte no es desaparición porque nos reintegra al Universo”. Aunque ignoramos lo que hay más allá del otro lado de la puerta que separa el aquí del allá, todos pensamos en la muerte; sobre todo, cuando envejecemos y el tiempo pareciera pasar más rápido. Según algunas culturas antiguas, nuestro cuerpo físico, destructible, no es todo lo que somos. “Somos mucho más: alma, espíritu, o como queramos llamar a ese principio vital que anima nuestro paso por esta dimensión. Ese algo etérico no está sometido a las leyes de la materia, y precisamente porque es inmaterial se desprende de la cápsula que le mantiene encerrado para manifestarse en este plano, relacionándose con otros seres similares, dando incluso vida a otros, pero después de la vida, inexorablemente viene la muerte, y, después de ella, nos convertimos sólo en recuerdo para quienes nos conocieron”. Antes, a lo largo de los años, la vida se traduce en recuerdos, vivencias, luchas pasadas o acciones que convirtieron nuestros pensamientos en edificios, empresas, instituciones, etc. pero, en un instante todos se vuelven recuerdos o sueños concretados o irrealizados; y así, con ese bagaje, arribamos a la puerta del sueño eterno, ya que, como prisioneros de nuestras ideas, cansados de vivir o de haber cumplido o no con la misión que se nos encomendó, el dolor y el sufrimiento provocan en nosotros el deseo de una pronta liberación, convenciéndonos que en el fondo no hay más realidad que la muerte. Vida y muerte, misterio e interrogante ¿No es acaso el cadáver humano otro misterio? Veamos: minutos antes vemos un ser animado por el soplo de la vida y de pronto se convierte en algo rígido, marchito, yerto, pálido, frío y endurecido, atrapado por el rigor de la muerte, lo que nos produce una siniestra sensación de consternación y temor, porque su expresión trágica no es grata y aunque en vida el difunto fuese la persona más bella, el olor que luego despide su cadáver es detestable, excepto para los insectos y animales carroñeros. Como misterio definitivo, la muerte está estrechamente ligada a la vida. “Para que surja la planta ha de morir la semilla. El hombre muere, la especie sobrevive”.