Nadie puede adivinar el futuro. Por ello, es inútil preverlo, porque ante él nada puede hacerse para evitar lo bueno o lo malo que habrá de traernos. De modo que lo mejor es no adelantarnos a los acontecimientos. Después de todo, ocurrirá lo que tenga que ocurrir, siendo preferible hacer una retrospección a través de un viaje por las ilusiones y las esperanzas, y, cerrando los ojos, respirar profundamente, llorando o riéndonos de tantas cosas que pasaron y de las muchas que pasarán. Total, la vida es un continuo aprendizaje de cosas hermosas y desagradables y este es sólo un momento de nuestra vida que debe servirnos de reflexión a fin de no repetir los errores cometidos. Es época de fin de año. Ella suele generar en nosotros variados sentimientos. Unos de emoción y alegría, por la expectativa de un nuevo año, y otros, de tristeza y melancolía, por lo que fue o se dejó atrás (desaparición o ausencia de seres queridos, proyectos no logrados, metas no alcanzadas, o la inquietud por lo que vendrá). En esta época es tradicional que nuestro campo emocional esté sumido en una alta vibración, debido a que la emoción de la tradición nos induce a unirnos espiritualmente. Más, sin embargo, cuando más unidos debemos estar, otros intereses nos separan. Ante esta realidad, es bueno recordar los gratos momentos que compartimos con aquellos seres que ya no están en este plano físico, en vez de llorar por su ausencia. De igual modo, es momento de agradecer y apreciar lo que hemos logrado, en vez de lamentar lo que no obtuvimos, pues, mientras haya vida, habrá oportunidad para tratar de obtener lo que anhelamos, puesto que siempre surgirán nuevos proyectos que emprender; porque mientras hay vida, hay decisión y entusiasmo para seguir adelante. También es propicio hacer ahora un balance de nuestra vida, entendiendo que todo lo vivido ha sido una enseñanza para crecer, evolucionar y superarnos espiritualmente; y por la ley de compensación, al superarnos espiritualmente, nos superamos también en el plano material. Para otras personas, el comienzo de un nuevo año representa la renovación de energías o entusiasmo por las expectativas de nuevos proyectos de estudio, trabajo, cambio de vivienda, mudanza a otro país, matrimonio, una nueva relación de pareja, la llegada de un hijo o de un nieto, etc. En cualquier caso, debemos fortalecernos en la fe y no albergar en nuestra mente pensamientos negativos, sino centrarnos en lo positivo para que cada prueba a la seamos sometidos nos permita crecer; ya que, al crecer, comprendemos que todos somos hermanos que no debemos separarnos por razas, credos, ideologías u otros “intereses” que establecen odiosas fronteras. Vinimos a este plano a crecer y a evolucionar como raza. Estas festividades han de ser recibidas como una bendición y regocijo para todos y, en especial, para nuestros niños. El espíritu navideño se hace partícipe como un hecho extraordinario de nuestra fe, independientemente de nuestra religión o credo. La llegada de esta hermosa época debe unirnos hoy más que nunca. La unión de los seres humanos de buena voluntad no hace daño a nadie. Antes por el contrario, nos ayuda a todos. Al finalizar el año te doy gracias Señor por todo cuanto me diste en este año que termina. Gracias por la vida, por la salud, por el amor, por el aire, por el Sol, por el agua y por la Luna; gracias por las flores y las estrellas, por la sonrisa amable y por la mano amiga, por todo lo hermoso y dulce, por la existencia de los niños y las almas buenas, por las inquietudes, por las dificultades y por las lágrimas que me acercaron más a ti. Gracias por la alegría y por el dolor que nos enseña. Gracias por haberme dado techo, abrigo y sustento. Gracias por mi esposa y gracias por mis hijos; por los que están cerca y por los que están lejos, gracias por mis nietos; gracias por mis padres, por mis hermanos y por todos mis demás familiares; por las viejas y nuevas amistades, por la empresa donde Dios me permite hacer aportes de mi conocimiento, por mis colegas y compañeros de trabajo, por los que me dieron su mano y por los que pude ayudar, por la actividad que pude realizar y por las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir. Gracias por los prestigiosos medios de comunicación que me permiten llegar a millares de lectores. Gracias por todo – por lo mucho o poco - que habré recibir en el tiempo por venir. Pronto llegará el nuevo año cargado de días aún sin estrenar. Ofrezco a Dios todos esos días. Pido para mí, para los míos, para mis amigos, y para todos los seres de buena voluntad, salud, paz, alegría, prosperidad, paciencia y sabiduría. Pido paz y progreso para mi país, y la tolerancia que nos permita convivir respetándonos unos a los otros en un ambiente de confraternidad. Pido pan y techo para quien no los tenga y, sobre todo, salud y alegría en su corazón. Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad entre nuestros hermanos. Derrama tu gracia sobre todos los que amo y concede la paz al mundo entero. ¡Feliz Año para todos!
insolitohz@gmail.com
insolitohz@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario