¿Dónde están ahora?


Desde tiempos inmemoriales el Triángulo de las Bermudas ha sido uno de los puntos más enigmáticos del planeta, aunque no el único de los denominado triángulos de la muerte. Ubicado en la parte occidental del Océano Atlántico, entre las Bermudas, Florida y el meridiano 40, en los últimos cincuenta años innumerables desapariciones de barcos y aviones se han producido en su interior sin dejar rastro alguno ni material ni humano, resultando siempre infructuosas las búsquedas. Lo más curioso: los reportes de aviones y barcos minutos antes de evaporarse dejan un profundo misterio de lo que pasa después. El número de desapariciones es realmente aterrador y no puede relacionarse con ningún fenómeno atmosférico ya que la mayoría de las veces el tiempo en que han sucedido, ha estado despejado. Diversas hipótesis sostienen que los barcos pudieron ser asaltados y por eso los restos se hicieron desaparecer; pero ¿qué explicación se puede dar con respecto a los aviones? Muchas personas se refieren a la existencia de un campo electromagnético proveniente de la Tierra que explicaría la paralización automática de brújulas e instrumental de vuelo. Otras teorías aseguran que las desapariciones se deben a la existencia de una base extraterrestre o a la posibilidad de un agujero espacial/temporal, pero pese a esas explicaciones, el misterio continúa. La explicación más común que se suele dar es que se debe a la profundidad de las aguas en esa zona, pero hoy día existen avanzados equipos de búsquedas que pueden detectar cualquier tipo de material en las grandes profundidades. El Triángulo del Diablo, como también se le conoce, siempre ha sido una zona misteriosamente peligrosa, ya que las desapariciones de marineros, pilotos y turistas que ocurren en su territorio jamás han sido resueltas y menos se han conseguido sobrevivientes. Todo lo que entra a su territorio nunca se vuelve a ver. Enormes barcos, buques y aviones desaparecen al traspasar una neblina para luego esfumarse para siempre. Durante toda su historia allí han ocurrido muchísimas desapariciones. Lo extraño es que nunca se han conseguido rastros ni partes como salvavidas, restos de madera, balsas o al menos manchas de aceite en el agua. Los mensajes de todas las naves desaparecidas han sido similares: “Todo normal, sin novedad alguna”; y, al instante, la nave desaparece inexplicablemente para siempre. Lo más misterioso es que no han ocurrido debido a un huracán o a un ciclón. La mayoría ha ocurrido en buen tiempo. Según relatos de los días de la navegación a vela, esa zona fue denunciada durante muchs años por la desaparición de navíos cuya suerte pasó a llenar la larga lista de barcos extraviados en el océano. En ese entonces se atribuyeron a piratería, tempestades o motines. Sólo en el siglo XIX, y especialmente en el siglo XX, con la mejora de las comunicaciones, de los registros de barcos, o cuando la comunicación por radio se generalizó, se comenzó a pensar que había algo inquietantemente enigmático en tales hechos. En casos aún más misteriosos, han desaparecido solamente los pasajeros y tripulantes; encontrándose luego los navíos abandonados perfectamente en orden, con sus diarios a bordo, botes salvavidas, cargamento e, incluso, efectos personales en su sitio. El triángulo siempre ha sido para los navegantes motivo de terror y un enigma sin explicación. Pero si esas naves no desaparecieron a causa de fenómenos naturales, ¿qué les ocurrió? ¿Adónde fueron a parar sus tripulantes? ¿Qué pasó con los restos? Y, lo más importante… ¿Dónde están ahora? ¿Tendremos que aceptar que se trata del lugar en cuyas profundidades está hundida La Atlántida y que hoy día está convertido en un enorme centro energético desde donde aviones y barcos son succionados por seres extraterrestres a fin de efectuar investigaciones sobre los seres humanos? Sea lo que sea, allí permanece el misterioso Triángulo de la Muerte desafiando a quienes se atreven a navegar por sus predios. ¿Se atreve usted amigo lector a navegar por ese enigmático lugar?

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