¿Quién hundió al Titanic? - Primera parte

A lo largo de la historia suelen suceder hechos inexplicables. Algunos cubiertos por  un manto de misterio comparable con una película de terror. Uno de esos eventos que aún se mantiene en la memoria de nuestros días es el hundimiento del Titanic,  gigantesco barco que desde un principio de su viaje inaugural estuvo marcado por la tragedia, ya que al no más moverlo de su amarradero en el puerto de Southampton, Inglaterra, casi choca con el buque New York que estaba anclado allí. Ante el peligro de la colisión, comenzaron a escucharse gritos de alarma al enredarse las gruesas cuerdas de amarre de ambos barcos, los cuales comenzaron a ser arrastrados por una descomunal fuerza desconocida. De pronto, el Titanic paró justo cuando la extraña succión cesó, y, enseguida, los remolcadores le abrieron camino lentamente al New York, llevándolo de vuelta al amarradero. Minutos después se presentó una situación idéntica cuando otro barco, el Teutonic, se enredó también con las cuerdas del Titanic y lo siguió de cerca hasta que el Títanic logró deslizarse.  Luego fue remolcado hacia mar abierto y la tranquilidad volvió a la tripulación y a su capitán, Edward-Smith. Era el barco más grande, el mejor y el más seguro que se hubiera construido. Para hacerse una idea de sus colosales dimensiones debemos recordar que el Titanic pesaba 46.328 mil toneladas, su casco abarcaba 4 calles y cada uno de sus motores de vapor era del tamaño de una casa de tres pisos. Aquel majestuoso navío era como una cápsula del tiempo que contenía los esplendores de una época dorada. Para garantizar la seguridad, 15 mamparas transversales lo subdividían de proa a popa y su doble fondo representaba una garantía más contra accidentes. En la mente de todos los que estaban tanto en tierra como a bordo, se trataba de lo máximo: el barco insumergible.

Después de haber estado en Cherburgo, Francia, el Títanic salió de Queenstown, Irlanda en la noche del jueves 11 de abril de 1912 y entró al Atlánti­co en aguas que el veterano capitán Smith conocía muy bien. Navegó sin ningún incidente; el mar estaba calmado y el clima despejado aunque muy frío, al extremo de que la tempe­ratura bajó drásticamente durante la mañana del domingo 14 cuando ya varios mensajes recibidos por el operador de radio advertían acerca del peligro de encontrarse con icebergs (gigantescos bloques de hielo). El lujoso barco seguía su marcha a toda velocidad y sus luces titilaban sobre el agua oscura y tranquila: sus poderosas máquinas lo impulsaban a una velocidad constante. De pronto, justo antes de la medianoche, un vigía gritó: "¡¡Iceberg al frente!!" El fatal desenlace de este trágico suceso es una historia más que conocida por millones de personas, razón por la que no nos vamos a extender en su relato, sino más bien destacar una serie de hechos misteriosos y extraños que luego de la tragedia siguen generando muchas preguntas e interminables temas de debate y discusión,  a pesar de haber transcurridos ya 99 años de ese lamentable accidente en el cual perdieron la vida 1.495 personas ya que iban a bordo 2.207 y sólo fueron rescatadas 712 personas. En esta entrega nuestros lectores también tendrán ocasión de ver interesantes fotografías originales poco conocidas e imágenes alusivas.
La tragedia del Titanic deja interrogantes que aún no han sido contestadas, relativas a aspectos tales como los binoculares que quedaron encerrados, porque al segundo oficial, David Blair, encargado de la llave del compartimiento donde se guardaban, fue transferido a otro buque y, al bajar a tierra, la dejó olvidada en uno de sus bolsillo y no pudieron ser utilizados; la velocidad en la que se desplazaba el vapor la noche del desastre; el haber desatendido los diversos avisos de alerta acerca de la existencia de grandes bloques de hielo; el impedir el acceso a los botes de los pasajeros que viajaban en Tercera Clase; la cantidad de personas que fueron permitidas para ingresar en los botes salvavidas; cómo fue que el barco se partió en dos cuando se estaba hundiendo, etc. Pero el hecho que indignó más a la gente fue que el trasatlántico llevara menos de la mitad de los  botes salvavidas necesarios para cualquier eventualidad, lo que puede considerarse como una gran irresponsabilidad del ministerio de Comercio británico de esa época, cuando sus anacrónicas  leyes sólo exigían un mínimo de 16 botes salvavidas para buques de más de 10.000 toneladas y, como se sabe, el peso del Titanic era de 46.328 toneladas, con capacidad para transportar a 3.511 personas. De hecho, la White Star Line, empresa naviera dueña del Titanic había superado la desfasada ley al incluir cuatro botes plegables, con espacio total para 1.178 personas, lo que aún era insuficiente para la cantidad de personas que trasportaba.
En relación al misterio que envuelve al Titanic antes y después de su desaparición, existen historias increíbles, desde las que narran los supuestos malos presagios que motivaron su hundimiento, hasta las que se refieren a situaciones extraordinarias realizadas por parte de algunos pasajeros en los momentos más trágicos de aquel  fatídico viaje.  Entre esas historias se encuentra una que 20 años antes del desastre escribió el periodista y clarividente William Thomas Stead sobre un barco que se hundía en similares circunstancias al chocar contra un témpano de hielo. En 1892, Stead describía la desesperación del hundimiento, donde los tripulantes eran socorridos por el Majestic, un barco que realmente existía en aquel tiempo y era capitaneado, por insólita casualidad, por Edward Smith, ¡quien dos décadas después sería el primer y último capitán del Titanic! Stead llegó a intuir que tendría un fin dramático y no se equivocó, pues murió en el hundimiento del Titanic. Él no cesó de consultar a videntes para verificar si su intuición era fundada y estos le anunciaron: “Morirás en un desastre marítimo”. Las visiones de la tragedia no cesaron ahí. Otra de esas historias fue bautizada como La profecía del Titanic, ya que 14 años antes que existiera ese lujoso barco,  un hombre llamado Morgan Robertson escribió un libro titulado Futilidad, basado en una terrible pesadilla que tuvo, el cual se refería a un vapor llamado Titán al que se le consideraba como insumergible y además tenía casi el mismo peso, longitud y capacidad de pasajeros que el Titanic. En su libro Robertson citaba un inmenso barco considerado indestructible, el cual se hundió una noche de abril en su viaje inaugural, causando una gran tragedia, cuando chocó contra un iceberg.  Robertson percibió su pesadilla tan real que decidió plasmarla en esa obra escrita que publicó en 1898, en la que las “coincidencias” con el naufragio del Titanic resultaron sorprendentes por su extraordinario parecido con lo que aconteció años después que él escribiera su libro. ¿Fue acaso su obra una enigmática profecía? Otro misterioso caso es el de un tripulante del Titanic, quien días antes del viaje inaugural soñó con gatos que entraban en una ventana y luego una vidente le previno que no se embarcara y así lo hizo y salvó su vida. Por todos estos hechos, no es casualidad que el Titanic se haya convertido en el barco más misterioso y famoso de toda la historia marina. Gracias a que era el trasatlántico más grande construido por el hombre hasta entonces y a que transportaba a varias de las personas más ricas del mundo, famosos deportistas y, paradójicamente,  también a personas de bajos recursos, ilusionadas en poder encontrar una nueva y mejor vida al otro lado del océano.  Por lo demás, 1912 era una época donde el crecimiento tecnológico era avasallante y, por esa razón, el hombre creía que esos alcances eran tan perfectos y exactos como indestructibles, pero, lamentablemente no fue así porque la tragedia del Titanic alertó a todos en relación al tema de la seguridad en todos los sentidos. Por estas circunstancias, el hundimiento de ese majestuoso barco sigue siendo considerado como una de las mayores tragedias de todos los tiempos.
 El Titanic no solo era un buque gigantesco sino que estaba lujosamente construido y su interior elaborado en base a cuidadosos detalles de los más finos materiales, como el roble, el cristal y el oro. Aquello era como sentirse uno en un paraíso, donde la majestuosidad, el lujo y la grandeza iluminaban aquel buque de grandes proporciones”. Como es sabido, el Titanic, bautizado paradójicamente como “El insumergible”, colisionó contra un iceberg en su viaje inaugural desde Southampton, sur de Inglaterra, a Nueva York y se hundió el 14 de abril de 1912 al sur de Terranova, Canadá. Desde ese entonces sus restos se han convertido en un lugar tétrico y frío, cual cementerio marino, donde las criaturas de la oscuridad del fondo del mar se esconden en sus rincones y en donde una legión de 1495 espíritus de personas que murieron allí parecieran deambular sin descanso,  preguntándose qué ocurrió realmente en ese dantesco suceso.  Paradójicamente, la peor amenaza que aún se cierne sobre sus restos procede del propio hombre, puesto que desde su “descubrimiento” se han realizado varias expediciones de buscadores de tesoros que han extraído diversos objetos, tanto de la nave siniestrada como de las personas que murieron en el naufragio y cuyos cuerpos quedaron atrapados en el interior del buque mientras este se hundía. De seguir esas expediciones, con el correr del tiempo poco quedará del gran trasatlántico, por lo que es probable que dentro de algunos años sólo quede el recuerdo de aquel lugar donde un día se hundió la motonave más grande y lujosa de esa época. Cabe recordar que en 1912 el fabuloso barco inglés se dirigía en su viaje inaugural a Estados Unidos y con ese motivo se había organizado una fastuosa fiesta en sus amplios  salones con una orquesta en vivo amenizando el baile, abundante comida y las mejores bebidas. En aquellos días, las aguas del mar eran muy peligrosas debido a que inmensos bloques de hielo desprendidos del ártico bajaban flotando hacia el sur, como se lo comunicaron con insistencia a los telegrafistas del Titanic los telegrafistas del Californian, un barco mercante que las cruzaba en aquel momento, pero, que con desinterés y mal humor los telegrafistas del Titanic no le dieron importancia a sus advertencias, contestándoles: “¡Déjennos en paz pájaros de mal agüero, tenemos cosas más importantes que comunicar al mundo! Aquí la gente canta, baila y ríe... Se está inaugurando el barco más potente del mundo. ¡Ni Dios ni el Papa, podrán hundir el Titanic! Déjennos en paz”. Cumplida su misión de alertar a una nave cercana, los telegrafistas del Californian se dispusieron a dormir. Después, ya se sabe todo lo que pasó.
 El Titanic fue rasgado por un enorme bloque de hielo, muriendo casi 1500 personas en aquel fatal accidente. Minutos después, los telegrafistas del Titanic lanzaban mensajes de auxilio. Fue una de las tragedias más lamentables que haya sucedido en el mar. “Tradicionalmente se creía que el Titanic se hundió debido a que su tripulación navegaba demasiado rápido y no vio a tiempo el iceberg que provocó su hundimiento.  Pero según una nueva versión de lo ocurrido, la tripulación vio el iceberg con bastante antelación y si chocó con la masa de hielo fue debido a un error del timonel”. Tal revelación se hace en el libro Good as Gold, escrito por Louise Patten, nieta del comandante Charles Lightoller, el segundo oficial a bordo del Titanic. Según Louise, su abuelo le contó a su familia que el oficial a cargo del timón entró en pánico y giró la rueda en la dirección equivocada, es decir, en la dirección contraria. En ese barco existían dos sistemas de dirección o gobierno, sometidos a dos mandos distintos, puesto que era la época en que se estaba cambiando de la navegación a vela a la navegación a vapor y el nuevo sistema (para la navegación a vapor) requería hacer girar el timón en la misma dirección en la que se deseaba que fuera el buque, mientras que en el anterior sistema se debía girar el timón en la dirección opuesta y muchos oficiales del Titanic habían estado antes al mando de buques de vela, por lo que estaban acostumbrados a las órdenes bajo el sistema viejo. De modo que cuando el primer oficial William Murdoch vio el iceberg a dos millas de distancia, dio la orden de “fuerte a estribor”, que fue mal interpretada por su subordinado Robert Hitchins, quien giró el buque a la derecha en vez de hacerlo hacia la izquierda y aunque casi inmediatamente se le ordenó que corrigiera el error, ya era demasiado tarde. Esa no fue la única equivocación ocurrida. Bajo la creencia de que el barco era insumergible, Bruce Ismay, presidente de White Star Line, ordenó al capitán que siguiera navegando a máxima velocidad; lo  que precipitó el hundimiento del buque. Cuenta Louise que la embarcación más cercana estaba a cuatro horas, por lo que si el Titanic se hubiera mantenido detenido, nadie habría muerto, pero extrañamente, el Titanic siguió avanzando ¡a pesar de haber lanzado varios mensajes de auxilio!
La colisión del Titanic ocurrió a las 23:40 horas y como todos los barcos, viajaba con más rapidez cuanto mayor fuera su velocidad de avance. Murdoch no sólo había detenido los motores, sino que había ordenado dar marcha atrás. Momentos después el capitán Smith se precipitó al puente preguntando: “¿Con qué hemos chocado?”.  - Con un iceberg, señor - contestó Murdoch. “Lo hice virar a babor y puse los motores en todo atrás, pero fue demasiado tarde. Lo alcanzó. Tenía la intención de rodearlo por babor, pero chocó antes de que pudiera hacer más. -“Cierre las puertas estancas” - ordenó Smith. Luego Smith le preguntó a Murdoch si había hecho sonar el timbre de alarma y el primer oficial le respondió que sí. Ahora, el capitán Smith se enfrentaba al terrible hecho de que su barco había sufrido daños, aunque él  desconocía la gravedad de la situación. Por si fuera poco, Smith no había estado presente en el puente durante la parte más crítica del viaje (¿?). Cuando se dio el aviso de ¡Sálvese quien pueda!, cundió el  caos, la desorganización y la anarquía respecto a la ubicación de la gente en los botes, a pesar que se había ordenado que primero deberían abordarlos los niños y las mujeres, orden que se respetó momentáneamente, pero la reacción desesperada de algunos hombres hizo que éstos saltaran dentro de los botes. Peor situación ocurrió con las personas que viajaban en Tercera Clase pues se les mantuvo encerradas durante el hundimiento, impidiéndoles pasar a niveles superiores del barco buscando salvarse. Ese cruel acto de los encargados del barco fue negado en los tribunales luego del hundimiento ya que los únicos testigos de lo que había sucedido eran los mismos pasajeros y, lamentablemente, en esa época la opinión de las personas era tomada en cuenta de acuerdo a su posición social. Una vez que se descubrió que el barco hacía agua, los integrantes de la orquesta dirigida por Wallace Hartley contuvieron sus nervios y se comportaron como unos héroes al seguir tocando para los pasajeros, tratando de calmar sus angustias. Cuando la situación empeoró y ya estaba claro que si llegaba la ayuda no iba a ser lo suficiente como para salvar a todos, los músicos siguieron tocando pero ahora en la cubierta. Ninguno de ellos sobrevivió. ¡Honor a su memoria y a su humanitaria actitud para con sus semejantes!
En el interior del Titanic el agua comenzaba a  llegar a la escalera principal, por lo que los pasajeros y la tripulación subían  sus escalones tratando de salvarse. En el momento del gran pánico la  gente trataba de meterse desesperadamente por las ventanas rotas y la presión del agua rompió también la cúpula de cristal, ahogando a todas las personas que se encontraban debajo. El Titanic iba desapareciendo por debajo del agua helada mientras sus hélices y el timón quedaban a la vista de los botes que se alejaban con la gente temerosa de que el violento hundimiento la arrastrase. Todavía se alcanzaban a ver las últimas dos chimeneas del barco. Desde los botes se podía observar el desastre que sufría el Titanic en su interior y los elementos destrozados, así como los pasajeros a bordo se deslizaban por la cubierta hasta caer al agua, otros se golpeaban con objetos del barco, mientras que algunos caían arriba de otras personas. En un momento, las luces, que habían permanecido encendidas se apagaron, lo que sumió el océano en la más completa oscuridad y, para los que se hallaban en los botes más alejados, el gigante buque se convirtió en un oscuro perfil bajo el cielo estrellado. De repente, el enorme navío comenzó a partirse en dos. Segundos después fue cuando comenzó a hundirse. Había pasado más de una hora del hundimiento cuando Arthur Rostron, el capitán del Carpathia comenzó a distinguir a lo lejos una luz verde que divisó como la bengala de uno de los botes del Titanic. En ese momento disminuyó la marcha y se posó cerca del bote 13 que iba en dirección hacia ellos.
C o n t i n u a r á…

¿Quién hundió al Titanic? - Parte final

¿Código de honor  o de deshonor?: Charles Lightoller, segundo oficial del Titanic, el único oficial sobreviviente que estuvo en la reunión final de los navegantes a cargo del ese buque, después del enorme percance decidió ocultar por muchos años lo que sabía, pues, de acuerdo a sucódigo de honor”, estimó que su obligación era proteger a su empleador, la White Star Line, por lo que su familia, acompañándolo en su decisión, también mantuvo en secreto lo que él sabía sobre el hundimiento, “ya que su reputación estaba en juego”. Así lo revela también Louise Patten en su libro: Mi abuelo murió antes de que yo naciera, pero mi abuela Patten, su viuda, con la que viví varios años, me contó todo lo sucedido.   En la serie de errores, fallas e injusticias que se cometieron en la corta vida del Titanic, éste naufragó sin la llave que abría el armario donde se guardaban los binoculares, instrumentos claves en la detección de obstáculos o peligros durante la navegación. Desafortunadamente para sus víctimas mortales, el responsable de la llave, el segundo oficial David Blair, fue relevado de la tripulación por un cambio de mando a última hora y olvidó entregar la llave a su sustituto, Charles Lightoller, mi abuelo,  quien lo substituyó. Blair se quedó en tierra con la llave en el bolsillo.  De este modo, Blair salvó su vida pero – por un olvido fatal – fue uno de los causantes de las muertes que ocurrieron, ya que la llave que olvidó en sus bolsillos abría los compartimentos ubicados en los puestos de observación donde se encontraban, entre otros objetos los binoculares a ser usados por parte de los vigías de a bordo, de manera que no entregó la llave a Charles Lightholler, el oficial que lo sustituyó y debido al olvido, los vigías no pudieron utilizar los prismáticos destinados a facilitar su labor de vigilancia. Fue así como tardíamente, a eso de las 23:45 horas de la noche del 14 de abril de 1912 fue cuando los vigías del Titanic pudieron llegar a ver un enorme iceberg hacia el que la nave se dirigía irremediablemente. Luego, debido a su gran tamaño y peso, el Titanic no pudo virar a tiempo y pasó rozando el iceberg. Tiempo después del naufragio las investigaciones llevadas a cabo dieron como resultado que de haber usado los binoculares los vigías hubiesen podido alertar acerca de la presencia del iceberg con antelación suficiente como para hacer virar la nave de forma segura y sin hubiese podido evitarse la tragedia. Sin los binoculares, los vigías sólo dependían de su vista.  El vigía Fred Fleet, uno de los supervivientes del desastre, declaró ante una comisión estadounidense que investigó la tragedia: De haber dispuesto de los binoculares, la tripulación pudo haber divisado a tiempo la masa de hielo y así se habrían evitado muchas muertes. El error costó la vida de 1.495 personas”.

Para muchos, la tragedia de “el barco de los sueños” fue la venganza de la naturaleza contra la prepotencia y la soberbia humana que hacían pensar a algunas personas que la industria podía vencer lo invencible, incluso, al mismo Dios. Vale destacar también que a pesar de la gran difusión que a lo largo del tiempo ha tenido esta tragedia, poco se ha dicho acerca de los litigios y las acusaciones que siguieron a su fatal desenlace. En aquel tiempo los diarios emitían opinión insistiendo en que el accidente pudo evitarse, por lo que con frecuencia se leían titulares como: “¿Y si el Titanic hubiera viajado a menor velocidad?”, “¿Y si la nave hubiera tomado la ruta del sur, evitando los témpanos de hielo?”, ¿Y si el iceberg hubiera sido avistado con la ayuda de binoculares?”, “¿Y si la orden de abandonar el barco hubiera procedido con rapidez?”, “¿Y si el Californian no hubiera ignorado las llamadas de auxilio y las luces de bengala del Titanic?”, etc.  En el Titanic viajaban grandes fortunas (dinero, valores, joyas y demás objetos de gran valor) que llevaban los pasajeros en sus camarotes o en sus cajas de seguridad. La lujosa nave también portaba objetos artísticos y arqueológicos de gran valor, destinados a ser expuestos en América, entre ellos, una momia egipcia de una sacerdotisa que Lord Canterville trasladaba a Nueva York. Se trataba del cuerpo embalsamado de una pitonisa muy respetada en los tiempos de Amenofis IV, conocido también como Akenatón.  La momia tenía colocado debajo de su cabeza un amuleto con la figura de Osiris y la inscripción: "Despierta de tu postración y la mirada de tus ojos triunfará sobre todo cuanto se haga contra ti". Resulta curioso que la caja de madera donde había sido colocada la momia no fuese ubicada en las bodegas del barco, sitio lógico para guardar este tipo de objeto  o cualquier otro, sino que fue colocada detrás del puente de mando del capitán. ¿Qué razón indujo a ello a las autoridades del barco? ¿Fue Smith víctima de los influjos de la sacerdotisa o de la maldición de los faraones? Quizás algunos lectores consideraran como tonto este planteamiento, pero llama la atención la extraña e inusual actuación del capitán del Titanic ante la catástrofe, cuando él era un marino con gran experiencia y veteranía que además conocía muy bien esas rutas marinas, pero aquel 14 de abril su actuación no pudo ser más extraña, confusa y desacertada: el trazado del rumbo, la excesiva velocidad del navío, su actitud autoritaria ante la petición de botes salvavidas y el retraso con que dio a conocer el plan de salvamento. Todos estos son detalles sumamente desconcertantes..
El resto de esta historia es conocido: El Titanic se fue al abismo y con él arrastró muchas vidas humanas y a su misteriosa pasajera y si realmente hubo algún misterio, éste se hundió también para siempre. Ahora he aquí algo mucho más insólito: a pesar de las diversas  expediciones que se han hecho al lugar donde reposan los restos del famoso buque, nadie encontró la momia. Hoy se sabe que la tragedia pudo haberse evitado si el capitán que pretendía batir el record del cruce del Atlántico hubiera escuchado las advertencias  y ordenado reducir la velocidad. Los extraños acontecimientos arrojaron 1495 muertos. Quince días después de la tragedia cuatro supervivientes de nacionalidad española que fueron trasladados a La Habana, Cuba, dieron a conocer a través de declaraciones emitidas al periódico cubano La discusión, de fecha 29 de abril de 1912, la brutalidad e indolencia del personal del Titanic en cuanto al mal trato que le dispensaron a los pasajeros de Tercera Clase. La angustia y desesperación que pasaron Emilio Pallás, un panadero de 29 años, las hermanas Florentina y Asunción Durán, de 30 y 26 años y Julián Padró, chófer barcelonés de 26 años, quedaron registradas en ese diario. Ellos viajaban en Tercera Clase y a los cuatro les costeó el viaje desde Nueva York a La Habana una compañía naviera norteamericana en el buque Monterrey. He aquí parte del relato: “El domingo 14 de abril, después de la cena, nos retiramos a nuestros respectivos camarotes y cuando ya habíamos conciliado el sueño fuimos despertados por fuertes golpes en cada una de nuestras puertas y voces que gritaban “¡¡Salgan enseguida!! ¡¡Se hunde el barco!!”, ¡¡Se hunde el barco!!”, por lo que salimos corriendo muy asustados a uno de los pasillos en ropa interior y envueltos en sábanas. Aquello era algo horrible pues los pasajeros desesperados luchaban casi a muerte para meterse en los botes salvavidas. Mientras los marineros y empleados, con hachas  y con revólveres,  hacían retroceder a los hombres mientras conducían a las mujeres y a los niños para que se metieran en los botes. En aquella dramática situación la persona que caía al suelo se podía considerar muerta y si lograba levantarse era manando sangre por las numerosos pisotones que recibía”. Padró relató que se dejó deslizar por una de las sogas: - "Llegué a un bote a duras penas pero mi compañero no tuvo la misma suerte ya que fue detenido por un marinero que lo empujó violentamente. Luego, con una rápida maniobra mi compañero logró ganar la baranda y se dejó caer sobre el bote, lo que provocó que se dislocara un pie. La balsa llegó al fin al agua no sin antes recibir a otros pasajeros que caían desde arriba. Nuestra salvación se produjo por un milagro ya que fuimos los últimos en lograr salir del barco que se hundía”.  Las hermanas Durán declararon angustiadas: “No se les permitió subir a todos a los botes salvavidas. A una persona que llegó nadando hasta nuestro bote  le cortaron la mano de un cuchillazo, mientras que a otras las mataron a tiros. Mientras se hundía el Titanic, sus  luces se fueron apagando  poco a poco, hasta que se oyó como una gran explosión. Nunca podremos olvidar los desesperados gritos de aquellos compañeros de viaje que se hundieron con el barco".
Según los sobrevivientes,  “las faltas de escrúpulos, errores imperdonables y la prepotencia e indolencia fueron las causas de esa gran tragedia.   Irónicamente, la propaganda del Titanic se basaba en el lujo, la seguridad y en la velocidad pero, lamentablemente, se olvidaron de la maniobrabilidad”. Entre las tantas leyendas que se tejen sobre el Titanic, existe una que plantea que este no se hundió debido a la colisión con un témpano de hielo, sino que después de esto habría podido seguir su curso tranquilamente hasta Nueva York. “Lo que pasó es que el Titanic se hundió por los agujeros que provocaron cinco artefactos explosivos colocados de modo que explotaran todos por debajo de la línea de flotación y en puntos estratégicos del barco. Si tan solo uno de estos artefactos explosivos hubiera estado situado por encima de la línea de flotación o en otro de los compartimentos en el momento de las explosiones, el Titanic no se habría hundido. Queda averiguar quien lo hizo”. Gracias a las expediciones realizadas, hoy día se sabe que el Titanic trasladaba un cargamento del que poca gente conoció su existencia: lingotes de oro destinados a comprar armamento bélico para la Primera Guerra Mundial. Al respecto, se cree que los espías alemanes que se habían infiltrado en el Reino Unido averiguaron el secreto de la carga del Titanic y decidieron hundirlo para que no se pudiese efectuar dicha negociación.  El Titanic se hundió el 15 de Abril de 1912 a las 2:20 horas de la madrugada. Faltaban dos días para llegar a su destino final (New York). ¿Complot criminal? Autores como Andrew Morton apuntan hacia la teoría de la conspiración contra el hoy tristemente famoso trasatlántico: “Varias pruebas y documentos señalan que el hundimiento del Titanic no se debió al choque contra un iceberg, sino a una explosión. Las conexiones con la conspiración jesuita-illuminati comienzan por el capitán jesuita Edward Smith, que siendo un experto oficial de la marina, actuó como un aprendiz de marinero”. Del mismo modo, los libros de Robin Gardiner y Van der Vet, supuestamente también aportan numerosas pruebas: “Algunos testigos oyeron explosiones y el propio John Pierpoint Morgan (dueño de la naviera White Star Line)  anuló su ticket en el último momento, aduciendo que estaba enfermo y no lo estaba. Existe constancia histórica que Morgan iba a viajar en el Titanic, pero a último momento, antes de zarpar el buque, decidió cancelar el mismo, aduciendo un problema físico. ¿Pero cuál fue el verdadero motivo que le obligó a desistir de embarcarse? Morgan se fue al sur de Francia a pasar unos días y allí se enteró de la tragedia. En el fatal accidente murieron los hombres más ricos de la Tierra y los mayores opositores de la creación de la Reserva Federal“.
En el caso de que lo del atentado fuese incierto ¿entonces cómo es posible que un buque construido de acuerdo con todos los adelantos de la época, “el barco más seguro del mundo”, se hundiese de manera totalmente imprevista en menos de cuatro horas?  Tiempo después, en el juicio que siguió al hundimiento, el estibador de carga y descarga Frank Pretit declaró: “Yo estuve cargando grandes cantidades de lingotes de oro y plata en los amplios departamentos del Titanic”. ¿Sería por esta razón que el Banco de Inglaterra selló por espacio de 100 años los registros de dichos transportes reconvertibles en valor de cambio, como es el caso del oro y la plata? ¿Acaso tomó esa decisión para que no se supiera la naturaleza del cargamento? Los rumores más fuertes que circularon en esa época en torno a este asunto se referían a que esas grandes cantidades de metales preciosos ciertamente correspondían al pago de un gran cargamento de armas que Inglaterra efectuaba a los Estados Unidos de Norteamérica. En esa misma época se planteó la posibilidad de que el Titanic fue torpedeado por un submarino alemán o que en su interior había sido colocada una bomba de gran potencia. Otro hecho extraño es el relativo a que el Titanic estuvo incomunicado desde la tarde del sábado 13 de Abril hasta las 05:00 hs. del domingo 14 de Abril, desde que el aparato de transmisión “se cayó”, hasta que pudo ser reparado, aproximadamente un lapso de 12 horas cruciales. Entre las posibles causas que pueden hacer caer la operatividad de este tipo de equipo se encuentra el sabotaje. ¿Pero es posible pensar que el equipo de transmisión del Titanic hubiese sido saboteado? Si se trató de un sabotaje, es factible que un “agente” de algunas de las compañías rivales de la White Star Line, hubiese subido al buque como un pasajero más, a fin de sabotear el equipo de transmisión porque a sus jefes no les convenía que ciertos “documentos”  o  “mercaderías” llegaran a New York.  La otra posibilidad es que alguien del propio personal del barco hiciera que el buque estuviera incomunicado durante el lapso que estuvo fuera del aire.  Alguna de estas posibilidades pudiera ser válida. Pero, ¿Y cuál sería el objeto de incomunicarlo? Muy simple: evitar que el Titanic estuviera al tanto de dos situaciones históricamente comprobadas: 1. Que para el día 13 de Abril se encontraba navegando mucho más al Norte de lo conveniente, es decir, no al Sur de la barrera de hielo, sino en medio de ella. Y el capitán Smith estaba convencido de navegar al Sur de esa barrera. 2. Las continúas advertencias de la presencia de grandes bloques de hielo (icebergs) a la deriva en el océano desde varios días antes del 14 de Abril. Con lo que, si no hubiese habido silencio de radio en esas 12 horas y hubiera habido avisos de hielo, quizás hubiesen sido tomados más en cuenta, junto con los que se recibieron antes del fatídico choque. El otro tema vital para la seguridad de cualquier barco es poder contar con binoculares. Y, como se sabe,  los dos que había en la cruceta de vigilancia del Titanic desaparecieron misteriosamente o los escondieron y los otros quedaron encerrados debido al “olvido” de un oficial que fue transferido a otro barco y que no entregó la llave a su sustituto. ¿No es todo esto muy extraño? ¡Claro que es extraño y por ello despierta muchas suspicacias! Equipos de primera necesidad para poder cumplir la delicada misión de vigilancia e informar de la presencia de obstáculos como los icebergs, no estaban, no se les podía hallar o los habían escondido. Si esto no es sabotaje ¿de qué otra manera se le puede llamar? Y todo se hace mucho más extraño máxime cuando los ingleses son extremadamente meticulosos en lo que respecta a contar con los equipos necesarios para el correcto cumplimiento de las tareas de seguridad.  ¿Complot criminal? ¿Sabotaje? ¿Autoatentado? ¿Ironías del destino? ¿O maldición satánica?...
A pesar de haber transcurrido ya 99 años de esa tragedia, todavía se desconocen las verdaderas causas que produjeron ese siniestro rodeado de extrañas circunstancias y misteriosas coincidencias, unidas al insólito proceder de su capitán y de algunos pasajeros, así como lo absurdo de su hundimiento; las cuales lo convirtieron en una leyenda negra del mar, circunstancia que aumenta el enigma ya que el lujoso barco estuvo marcado por el infortunio incluso antes de ser construido, como si su nombre aparejase una maldición presentida por muchos, en algunos casos con una asombrosa precisión, efectuada a través de diversas premoniciones o profecías. Después del siniestro se han escrito ríos de tinta y utilizado toneladas de papel en numerosas historias en medios impresos, e incluso se realizaron exitosas películas. Las premoniciones y profecías acerca de este suceso son tan numerosas que el reconocido psiquiatra y parapsicólogo norteamericano Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia, estudió e investigó el caso del Titanic. He aquí los  resultados: Hubo 19 casos de personas que antes del naufragio presintieron los hechos con premoniciones, clarividencias y telepatías. Los investigados están relacionados con el Titanic en tres niveles. Los primeros iban a viajar en el barco, otros eran familiares de los viajeros, y otro grupo estaba relacionado remotamente con las víctimas. Otro detalle: la mayoría tuvo la precognición de los hechos mientras dormía, teniendo visiones o sueños de desastres. El doctor Stevenson también constató 7 casos en los que el fenómeno premonición se presentó a horas del naufragio, es decir, cuando aún no habían recibido información alguna. Las premoniciones relacionadas con el Titanic ocurrieron en Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y Brasil, dos semanas antes de que el barco zarpara.
Otros casos insólitos demuestran que las premoniciones influyeron en varias de las personas que habían decidido viajar en ese vapor, quienes llevadas por una especie de sexto sentido decidieron no embarcarse a última hora, anulando sus costosas reservaciones. En esos días muchos pasajeros cancelaron sus reservaciones después de soñar con el desastre, por lo que el lujoso barco zarpó con sólo el 58% de su lista de pasajeros; resultando  increíble que el propio dueño de la naviera, John Morgan, quien acostumbraba viajar en todas las travesías inaugurales de sus barcos, se negara a embarcar en la primera travesía que realizaba el estandarte de su compañía, el mejor barco del momento, el Titanic. Otro caso que llama la atención es el de Lord Gird, propietario de la constructora del Titanic, quien se negó a viajar en su mayor obra, cuando solía hacerlo en los barcos que construía. De igual modo, el acaudalado matrimonio Wanderbrigth, cuyo mayordomo y ama de llaves ya estaban a bordo, diez minutos antes de  zarpar decidió no viajar. También resulta una anormal forma de proceder que un experimentado capitán como Smith ordenara bajar los botes con el barco en movimiento. ¿Por qué los radiotelegrafistas del Titanic tardaron 47 minutos en pedir ayuda? ¿Por qué, pese a los 7 avisos de peligro recibidos por los  radiotelegrafistas, la velocidad del Titanic no se redujo nunca? ¿Cómo pudieron desaparecer de un lugar de difícil acceso como la cruceta de vigilancia los binoculares tan necesarios para detectar cualquier peligro? ¿Por qué un experto marino como el primer oficial Murdoch realizó una maniobra suicida invirtiendo la marcha de las hélices en un barco de singulares características? ¿Cómo pudo permanecer el Titanic por espacio de 25 kilómetros en posición avanti un tercio en sus tres telégrafos, después de que su capitán ordenó arriar los botes? ¿A qué razones se debieron las extrañas negaciones a embarcar? ¿Cómo pudo describir un novelista fielmente el hundimiento del Titanic 14 años antes? ¿Por qué el Titanic no fue bautizado como se hace tradicionalmente cuando se inaugura un barco, lo cual era una regla para la empresa naviera White Star?  A todo esto hay que añadirle la aparición de supervivientes como Edith Haisman y el matrimonio Harrigan, quienes no fueron registrados en las listas oficiales de la White Star. ¿Se trataba de terroristas? Este es otro de los misterios del Titanic.
Lamentablemente, las respuestas  yacen en el fondo del mar, por lo que jamás podrá conocerse la verdad. Del mismo modo, en el fondo del mar yacen los restos que hasta hora quedan de aquel fabuloso barco que, en aquella época, muchos creyeron que “ni Dios ni el Papa pueden hundir al Titanic”…