Grandes cambios en el género humano


Habitamos un planeta lleno de cambios que, según los entendidos, inciden directamente en la transformación de la conciencia humana. Son tantos que, sin darse cuenta, el cuerpo emocional del hombre está girando en una forma inusual, debido a los golpes de energía que acompañan sus nuevas percepciones, entendiendo que, como unidad particular conforma un todo que es el Universo. Al acelerarse nuestras frecuencias vibratorias debido a esos cambios, nuestro proceso de ascensión individual nos genera una sensación de urgencia que permite percibir nuevos tonos y colores antes desapercibidos. Según los expertos, esto sucede porque como seres electromagnéticos somos parte del espectro electromagnético que contiene luz visible e invisible; y, a través de la física cuántica sabemos que la luz es la base del campo electromagnético y que el fotón de luz es el mensajero que provee la comunicación entre las partículas del campo electromagnético. Como seres de luz, tenemos una naturaleza de carbono, química y eléctrica, y circuitos que pueden ser alterados a través de procesos de resonancia. La elevación vibratoria es una creciente ola de energía que envuelve el planeta, irradiando nuevos patrones de vida, conduciéndonos hacia planos y dimensiones de evolución superior, lo que implica un cambio en la frecuencia de la vibración y un cambio de conciencia que conlleva otros fenómenos y habilidades. Las altas frecuencias vibratorias del sistema galáctico son absorbidas tanto por el sol como por los planetas y sus respectivos satélites, transformándolos. El cambio energético conlleva una metamorfosis gradual en todo el Sistema Solar, incluyendo la Tierra y sus habitantes, creando nuevas y mucho más profundas cualidades y posibilidades de expresión de vida. De este modo, la Tierra y sus habitantes atraviesan un proceso de iniciación sin precedentes, ascendiendo sus frecuencias vibratorias. Para las viejas y rígidas estructuras del ser humano, los cambios que plantea el proceso de ascensión planetaria son desafiantes. En lo interno, entre otros: cambios de ADN, reconexión de los hemisferios cerebrales, y adaptación de nuestra biología a un nuevo y más alto voltaje que representa la reconexión con nuestro ser. En lo externo: rompimiento y cambios en estructuras sociales, religiosas, económicas, financieras, y toda otra estructura rígida. Cuando cada una de las partículas del universo-pensamiento-materia comienza a recibir estímulos del exterior inicia un proceso de excitación en el cual comienza a vibrar cada vez con mayor intensidad hasta que obtiene la energía necesaria para saltar cuánticamente desde el orbital en el que se encuentra hacia uno de mayor energía. “El entramado cósmico está en todas partes y representa la inmensa energía que, según vaticinan algunos científicos producirá grandes cambios en el género humano que aún ni siquiera podemos imaginar”.

Más preguntas que respuestas


La llegada de un nuevo año siempre trae más preguntas que respuestas. ¿Qué nos traerá? ¿Será bueno o menos malo que el anterior? ¿Será más complicado?, etc. Estas y otras preguntas surgen igualmente ante nuevas situaciones que nos generan ansiedad e incertidumbre, y otras interrogantes como: ¿Qué ocurrirá en nuestro país? ¿Nos irá bien o mejor que el año pasado? ¿Lograremos lo que anhelamos? ¿Nos ubicaremos laboralmente? ¿Conservaremos nuestro empleo? ¿Alcanzaremos nuestros objetivos en los estudios? o ¿triunfaremos en nuestra actividad?, etc. De este modo, con el transcurrir del tiempo van apareciendo las respuestas y entonces – sin siquiera darnos cuenta - sabemos cuándo, dónde y cómo hacerlo, con quién o quiénes hacerlo, y para qué hacerlo. Es decir, definidos nuestros propósitos, lo que resta es ponernos en acción. Luego, sabiendo lo que tenemos que hacer, en forma paulatina van apareciendo los resultados que superan los retos y desafíos que nos impone la vida. Pero, ¡ojo! Si no sabemos hacia dónde vamos, menos podremos encontrar el camino para alcanzar nuestras metas, y si no conocemos esas metas menos podremos superarlas. He allí la importancia de tener claros nuestros objetivos, y para ello, lo mejor es elaborar una lista de lo que queremos realizar en el año que se inicia; comenzando por anotar los más inmediato, necesario o prioritario. Ejemplo: Acudir al médico para superar una enfermedad, conseguir un empleo o cupo en una casa de estudios, lograr alquilar, comprar o vender una vivienda, adquirir un vehículo, realizar el ansiado viaje o mudanza, etc. Posteriormente, hacer una lista de aquellas fortalezas personales que nos ayudaron a superar obstáculos en el pasado año, las cuales, nos permitirán superar los nuevos desafíos. Tengamos claras nuestras nuevas metas, las cuales deberán superar a las del año anterior y estar a nuestro alcance para evitar cualquier frustración en caso de no poder lograrlas. Otro aspecto importante para alcanzar nuestros objetivos es saber identificar a las personas claves que podrán motivarnos o ayudarnos en los momentos difíciles. En vez de generar incertidumbre o desasosiego, la llegada de un nuevo año debe recibirse como un ciclo de nuevas oportunidades en las que, gracias a nuestra actitud positiva, podamos asegurar las bases para un nuevo tiempo lleno de éxitos y realizaciones en lo espiritual y material. El destino pone en nuestras manos un calendario lleno de nuevos días para que demostremos decisión, voluntad, capacidad y actitud positiva para exigir en cada afirmación, la realización de un sueño. No los echemos por la borda ni perdamos el tiempo en indecisiones o vacilaciones. ¡Pongámonos en acción ahora mismo! Que 2007 sea un año de sueños cumplidos donde nuestros proyectos se hagan realidad. El futuro ya está aquí para continuar alimentando nuestras expectativas y esperanzas. Teniendo confianza y seguridad en lo que emprendamos, lo más seguro es que los resultados serán los que nosotros esperamos.
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¿Por qué nos angustiamos?


Las tensiones de nuestro tiempo nos causan angustia y esta nos genera temor, ansiedad, sensación de opresión, o sufrimiento, sumiéndonos en una crisis, probablemente porque hemos perdido la fe en nosotros mismos y en todo lo que nos rodea, convirtiéndonos a la vez, en gente que desconfía hasta de su propia sombra. Esto, independientemente del estado general de indefensión e inseguridad en que nos encontramos los ciudadanos de este país. De este modo, la angustia surge como respuesta cuando nuestro cerebro comprueba que existe un peligro que pone en riesgo nuestra vida. Existen dos tipos de angustia. Si el peligro es real, la angustia (positiva) hace que nos pongamos a salvo. En otros casos, la angustia (negativa) responde a miedos que sólo existen en nuestra imaginación y nos bloquea. Generalmente, la angustia se genera como rechazo a los cambios, provocándonos temor, sudoración, temblor, sensación de opresión, inquietud, aturdimiento, o fatiga, debido a que nuestros pensamientos afectan a las funciones de nuestro organismo produciendo cambios en el cuerpo humano. Según el filósofo Jean Paul Sartre, la angustia es un sentimiento intrínsecamente ligado al hombre. “El hombre es angustia, pero, esa angustia, a diferencia del miedo, no se genera por ningún motivo concreto. La angustia es miedo de uno mismo, de nuestras decisiones y de las consecuencias de nuestras decisiones. El hombre se halla inmerso en la angustia al darse cuenta de su responsabilidad como arquitecto de su propia existencia. Como individuo, es la consecuencia de lo que él decide ser. Al percatarse de su libertad de elegir, se da cuenta de lo que es y que lo que va a ser depende de si mismo. Entonces, su angustia es expresión de esa acción pues si no tuviese que elegir no se sentiría responsable ni tendría angustia. El elegir es inevitable, personal e intransferible y no podemos dejar de elegir (incluso, cuando optamos por no elegir, elegimos no elegir). Somos libres y estamos condenados a ser libres y a elegir por nosotros mismos si queremos que nuestra existencia transcurra dentro de lo bueno o de lo malo. Todo lo que hacemos tiene una dimensión social. Cuando elegimos un proyecto vital estamos eligiendo un modelo de humanidad”. Nuestro cerebro responde a imágenes mentales que luego se convierten en pautas fijas y el inconsciente utiliza todos los medios a su alcance para llevar a cabo su plan, actuando para que se cumpla la situación representada en las imágenes. "Las cosas que temía han acabado por sucederme". Esto ocurre porque la costumbre es una disposición que se crea en nuestra mente a partir de la experiencia reiterada de algo. Si no somos capaces de decidir acerca de nuestro propio destino es posible que ya hayamos caído en un estado espiritual de indiferencia emocional ante los avatares de nuestra existencia y vivamos ausentes de pasiones, sin realizar actividades vitales que nos permitan alcanzar la felicidad. Por ello, es bueno recordar siempre que…existimos para algo, y ese algo es la felicidad.
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La Tierra en el año 2050


Actualmente la Tierra tiene aproximadamente 6.500 millones de habitantes. ¿Qué población tendrá en el 2050? ¿Podrá entonces alimentar a su población? ¿Alcanzarán las fuentes renovables de energía (petróleo, carbón, oro, mercurio, cobre y aluminio)? ¿Seguirán existiendo los vehículos? ¿Cómo serán las ciudades? ¿Cuál será el nivel y el estilo de vida? ¿Podremos frenar la explosión demográfica? En 1800 la población mundial fue de mil millones; en 1925, dos mil millones; en 1974, cuatro mil millones; en 1999, seis mil millones. Según estimaciones de la ONU, en el 2025 llegará a 8.500 millones; y en el 2050 a diez mil millones, límite para que el planeta pueda alimentarlos bien con una agricultura de alta tecnología y rendimiento. Estamos utilizando energía solar almacenada durante millones de años en forma de carbón, petróleo y gas; pero una vez que se agoten las reservas de petróleo y gas natural hacia el 2050, y de carbón hacia el 2100, esa población no será sostenible. Según la organización WWF/Adena, en el 2050 los recursos serán insuficientes para cubrir las necesidades humanas. “Hacia el 2050 el petróleo y el gas dejarán de ser una fuente de energía. La fuente principal será el carbón, que se agotará hacia el 2100”. Según un informe del Centro de Biodiversidad y Conservación de la Universidad británica de Leeds, publicado en la revista Nature, “La mitad de los bosques del planeta y el 25% de los arrecifes de coral han desaparecido. Los incendios queman anualmente un área equivalente a la mitad del tamaño de Australia. El 12% de los pájaros, el 25% de los mamíferos y el 30% de los anfibios se encuentran en peligro de extinción debido al calentamiento de la Tierra. Para 2050, el 37% de las especies podría extinguirse debido al cambio climático”. El informe aclara que el peligro de extinción es el paso previo a la extinción definitiva. Según la WWF, “en el 2050 harán falta los recursos de dos planetas como la Tierra (si es que esos recursos no se han agotado), para satisfacer las necesidades de los humanos”. Otro informe, presentado en Living Planet, señala que las poblaciones de especies animales, desde peces a mamíferos, han descendido un tercio entre 1970 y 2005, debido a la contaminación, la deforestación y la sobre-pesca. “Un serio riesgo ecológico nos amenaza. Consumimos recursos más rápido de lo que la Tierra puede reponer. Para evitarlo tendríamos que reducir el uso de combustibles fósiles y mejorar la gestión de los sistemas productivos, desde la agricultura hasta la pesca”. Según un estudio de la ONU, “para el 2050 habrá mucha más gente, más viejos y menos niños. La edad promedio será de 37 años y, en su mayoría, la gente vivirá 75 años, diez años más que el promedio actual. Durante el período 2000/2050, los países que sumarán más inmigrantes serán Estados Unidos, Alemania, Canadá, Reino Unido y Australia. La calidad de vida de los próximos años del planeta depende de lo que nosotros hagamos ahora en beneficio de todos. ¡Tengámoslo muy presente!
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