Un Hollywood tenebroso y sangriento

Amado y odiado por muchos, Hollywood es indiscutidamente la meca del cine mundial, donde el cine es una súper industria. Sin embargo, y a pesar de su popularidad en todo el globo, muy pocos conocen su verdadera historia sangrienta y tenebrosa, desde sus comienzos cuando filmar allí era una aventura y experiencia desconocida, hasta nuestros días. En esta ocasión, nos referiremos a esa historia, por la misma no ha cambiado casi nada. Existe otro Hollywood, tenebroso y lúgubre, donde por las noches deambulan las almas en pena de muchos famosos. Es un Hollywood trágico y sangriento donde muchas lujosas residencias son mudos testigos de lamentos de seres que ahora moran en las sombras. A partir de 1910 comienzan en esa ciudad el vicio, la corrupción, las drogas, los crímenes y muertes inexplicables; al extremo de que allí existe un guía turístico, Scott Michaels, especializado en historias tenebrosas, quien sostiene que el nombre de la meca del cine se escribe con sangre, pues, desde 1920, la muerte y el escándalo ya eran producto del exceso y el libertinaje generado por las grandes fortunas. “En 1923, cuando se construyó, el cartel Hollywoodland, con letras de 13 metros de alto y 4000 bombillos que le iluminaban, era sólo el anuncio de una urbanización que se pensaba construir.





En 1932, el cartel fue testigo de un trágico suceso. La actriz  Peg Entwistle se subió a la letra H  y se lanzó al vacío. Desde entonces, la lista de tragedias es interminable”. Recordemos algunas de ellas: El 23 de agosto de 1926 el Polyclinic Hospital anunciaba la muerte de Rodolfo Valentino debido a una peritonitis. Otra versión señalaba que había sido envenenado. En 1927, el secuestro y mutilación de Marion Parker, de 12 años, ocupa los titulares, como en 1929 la batalla que libraron con armas de fuego Jack Hawkins y Zeke Hayes con la policía. En 1935, en el asesinato de Thelma Todd se combinan gángsters, juego, un cadáver sobre un lujoso auto  e historias de espíritus. El 13 de diciembre de 1944 se suicida la actriz Lupe Velez con una sobredosis de somníferos. En 1947 es encontrado el cuerpo de la actriz Elizabeth Short, La Dalia Negra, descuartizado y mutilado. El 5 de julio de 1948, la actriz Carole Landis, es encontrada muerta en el baño de su casa, debido a una sobredosis de secobarbital y alcohol. En 1958, Cheryl Crane,  hija de Lana Turner mata a puñaladas a Johnny Stompanato, amante de su madre. En 1956, el actor James Dean se mata cuando estrella su auto contra un poste. El 16 de junio de 1959 es hallado muerto en su cama el actor George Reeves, con un disparo en la cabeza quien personifico el primer Superman de la serie. El 4 de agosto de 1962 aparece muerta en su dormitorio Marilyn Monroe, debido a una sobredosis de barbitúricos. El 31 de octubre de 1963 muere el actor Henry Daniell, en el set de Mi bella dama. El 23 de julio de 1966 muere Montgomery Clift,  debido a su adicción a las drogas. En 1967 muere  decapitada  Jayne Mansfield, al estrellar su auto. El 9 de agosto de 1969 es asesinada por miembros del clan de Charles Manson la actriz Sharon Tate.





El 4 de octubre de 1970, Janis Joplin  fallece debido a una sobredosis de heroína. En 1971, la actriz Pier Angeli se suicida con una sobredosis en su casa de Beverl Hills. El 20 de Julio de 1973 Bruce Lee visita a su amiga la actriz Betty Ting Pei. Después de cenar, le dice que le duele la cabeza. Betty le da un medicamento y Bruce se va a dormir pero nunca volvió a despertar, muriendo en forma misteriosa.  Cuando su padre murió tenía 64 años y Bruce tuvo una premonición que le decía que tan sólo viviría la mitad que su padre, lo que sucedió así. El 16 de agosto de 1977  fallece Elvis Presley a causa de una sobredosis de narcóticos. Muchos afirman que no está muerto sino que aparentó estarlo para vivir el resto de su vida bajo el anonimato. Al respecto, algunos hechos extraños llaman la atención: hasta ahora su familia no ha cobrado el millonario seguro de vida; él siempre manifestó su deseo de ser enterrado junto a su madre, sin embargo, su tumba se encuentran en otro lugar; el original de su partida de defunción se perdió; su familia no denunció la profanación de su tumba. El 29 de noviembre de 1981 Natalie Wood fue encontrada muerta, ahogada flotando en el mar. El 5 de marzo de 1982, el actor John Belushi fue encontrado muerto en su habitación en el Hotel Chateau Marmont. En mayo de 1990, Christian Brando, mató al novio de su hermana Cheyenne. El 30 de marzo de 1993, durante el rodaje de una escena, un disparo acaba con la vida Brandon Lee. El 12 de junio de 1994  es hallada muerta en las afueras de su casa Nicole Brown, ex esposa de O. J. Simpson, quien fue detenido como sospechoso. El  1 de julio 1996 Margaux Hemingway, es encontrada en su apartamento,  dos días después de haberse suicidado. El 1 de Julio del 2004 muere Marlon Brando en un hospital de Los Ángeles. Horas después, los rumores señalan que se había suicidado en su casa. El 8 de febrero del 2007 Nicole Smith, muere ahogada por su propio vomito tras ingerir una sobredosis de metadona. El 22 de enero de 2008 es hallado muerto en su cama Heath Ledger, actor que interpretó al Guasón en  Batman. La reciente y misteriosa muerte de Michael Jackson, ocurrida el pasado 25 de junio, parece corroborar la maldición que cae sobre Hollywood donde la realidad supera a la ficción. ¿Quién o quiénes serán las próximas víctimas?. Freud escribió en 1905: "Nadie que invoque a los peores demonios que habitan en el corazón humano y pretenda forcejear con ellos, puede pretender salir ileso de la lucha".


Michael Jackson: la máscara

El final de Michael Jackson estuvo marcado por el sino trágico de los héroes: una muerte prematura. A pocos meses de su deceso aún se desconoce si se trató de un suicidio, homicidio, accidente o causa natural. ¡Quién iba a pensar que la caída del telón de su vida terminara de esa triste manera! Ahora se sabe que las penas convirtieron su cuento de hadas en una terrible pesadilla, al extremo que nació negro y su destino trágico lo convirtió en blanco, obteniendo el desprecio de ambas razas. Michael Joseph Jackson nació en Gary, Indiana, el 29 de Agosto de 1958 y murió el 25 de junio de 2009 en Los Ángeles, California. Desde pequeño sintió el desprecio de muchos, lo que lo impulsó a llegar a convertirse en la mayor estrella mundial del pop. Desde esa época vivió obsesionado con los grandes artistas cuya gloria crecía con sus muertes. Michael quería ser más famoso que Elvis Presley y lo logró, quizás al más alto precio pues tuvo que pagar con su transformación física y, al final, con su propia vida ya que se fue convirtiendo en un moderno fantasma de la ópera a quien el bisturí esculpió muchas veces. En ese entonces estaba lejos de pensar que su deseo de agradar a la gente acabaría por convertirlo en un personaje artificial desagradable. Su transformación comenzó con la primera operación de su nariz a principio de los ochenta, cuando estaba en la cima de la fama. De esa forma, comenzaba a decirle adiós a aquel cándido niño negro de afinada voz, de dulce sonrisa y mirada tímida que era aplaudido por miles de fans en su etapa de Los 5 de Jackson, quien luego prosiguió su exitosa carrera en solitario. Con la llegada de la fama mundial llegó también la riqueza, los excesos y las extravagancias que quizás le hicieron creer que era un semidiós, por lo que cometió una serie de excesos, llegando hasta pensar en clonarse. ¿Acaso aspiraba a eternizarse? Vale apuntar que su vida y su muerte estuvieron llenas de eventos raros, siendo el más notorio el aclararse su piel hasta convertirse en blanco. Cuando eso sucedió, declaró: "Yo conozco mi raza. Sé que soy negro pero es tiempo de hacer un cambio". Andar siempre con una mascarilla fue otra de sus excentricidades, pero más bien se trataba del miedo que tenía a posibles contagios de gérmenes, evitando aparecer en público y tocar objetos o personas y esa obsesión la trasladó a sus tres hijos. Según la revista US Weekly, los dos primeros de ellos no eran hijos biológicos suyos sino de Arnold Klein, su dermatólogo que además era jefe de Debbie Rowe, esposa del cantante entre 1996 y 1999, madre de los dos niños. Se especula que el tercero de sus hijos nació de una madre de alquiler de identidad desconocida. Llama la atención que a pesar del aislamiento en que vivía, Michael comenzó a presentar problemas de salud en su rostro y, en febrero de 2009, algunos medios publicaron que sufría una enfermedad de la piel que podría acabar devorándole la carne, ya que había contraído durante una de sus operaciones una bacteria resistente a los antibióticos. Gente de su entorno confirmaría luego que él tenía miedo que su nariz se cayera y no era para menos, puesto que se había sometido a casi 50 intervenciones de cirugía plástica (nueva nariz, implantes de pómulos, de ojos, de barbilla, de borrado de pigmentación, etc.). Otra coincidencia curiosa en su vida fue el número 7 que le acompañó desde su nacimiento hasta su muerte. Michael nació el 29/08/1958. Al sumar 1958 resulta el 7 repetido (19+58=77); fue el séptimo de los hijos del matrimonio Jackson; su funeral se realizó el 7 del mes 7, exactamente 7 años después de haber firmado su testamento el 7 del mes 7 del año 2002; el 7 surge en tres de sus principales álbumes (Thriller, Bad y Dangerous), cada uno de ellos produjo 7 veces 40 hits y los dos hits Black and White y Billie Jean estuvieron en el número uno durante 7 semanas; su muerte ocurrió un día 25 que suma 7 (2+5=7); y su nombre al igual que su apellido tienen 7 letras. Según datos filtrados por The Sun, este fue el resumen de su examen post mortem: “Cuerpo esquelético, piel y huesos. Peso 51 kg. Hematomas en el pecho, en las rodillas, heridas en la espalda, sin tabique nasal, lado derecho de la nariz hundido, restos de pastillas en el estómago”. Cuando nuestra presencia física nos incomoda, queremos ser algo más que lo que nos dio la naturaleza: bellos, más jóvenes, parecernos a algún ídolo mediático, etc. ¿Se convirtió Jackson en una nueva entidad o en un cuerpo reconfigurado? Cada cuerpo, cada mente, es un jeroglífico y hay jeroglíficos que se sienten a disgusto con lo que tienen como herencia y buscan reinventarse, cambiar, tener una nueva personalidad. ¿Fue ese el caso de Michael Jackson? Si su vida se pudiera resumir en capítulos, estos tendrían títulos como: Herencia musical; Infancia torturada; Adolescencia perdida; Vida extravagante; Millones a granel; Extraña vida amorosa; La máscara; Escándalos; Paternidad prestada y Vida atormentada. Si nos pidieran relatar su vida, tal vez la comenzaríamos así: Érase una vez un negro que acabó casándose con la hija del Rey y comprando el catálogo del grupo musical más famoso de la Tierra. Un ser que de tanto intentar borrar el color de su piel y de tanto perder peso, acabó pareciendo uno de los zombies del video más famoso del mundo. Su rostro andrógino no hubiera necesitado maquillaje ni peluca para aparecer en Thriller. ¡Pobre Jackson! Al final no era blanco ni negro; ni joven ni viejo; ni niño ni hombre; ni heterosexual ni homosexual. Era simplemente una máscara con apariencia artificial, cuya tragedia final es que aún no sabe el lugar definitivo que acogerá lo que quedó de su cuerpo, ahora también envuelto por el misterio.

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¿ Es posible viajar en el tiempo ?


El hombre siempre ha deseado hacer realidad su obsesión de viajar en el tiempo, pero hasta ahora no lo ha alcanzado. De lograrlo, ¿Podrá regresar justo donde se inició su historia? ¿Podrá viajar excediendo los límites de su propia vida, trasladándose a épocas del pasado o del futuro en las que aún no ha vivido o vivirá? De ser posible, entonces podría evitar desde el pasado o desde el presente una desgracia que sufriría en el futuro tras haberlo visitado previamente. ¿Se desdoblaría viéndose a sí mismo participando en ese evento? ¿Podría llegar a conocer acontecimientos en su vida, como el momento de su muerte o la de algún familiar? ¿Podría evitar su nacimiento? Pensarlo parece una locura, pero los viajes en el tiempo dejaron de ser una fantasía cuando Einstein presentó su teoría de la relatividad, según la cual el tiempo se detiene a medida que un objeto se acerca a la velocidad de la luz (300 mil km p/segundo), lo que ha hecho creer a algunos expertos que un desplazamiento más veloz permitiría a un individuo manipular el tiempo para retroceder y avanzar a una aceleración tal que volvería a la Tierra cientos de años en el futuro sin haber envejecido mayormente. Hasta hace poco esa velocidad parecía ser un límite insalvable, pero se solucionó cuando científicos del Instituto de Investigación NEC (USA) lograron que un pulso lumínico cruzara una cámara con gas a una velocidad 300 veces superior a la de la luz. El director del proyecto, Kijun Wang, lo explica así: "Imaginemos que alguien ve por la ventana a un hombre que resbala y cae en la calle antes de que los testigos en la vía puedan observar el accidente. Se trata de una visión de futuro”. Sin embargo, los científicos tratan de buscar una respuesta que sea posible más allá de lo imaginable, planteándose: “¿En qué forma se podría viajar? pues todos viajamos en el tiempo hacia adelante, a una razón de un segundo por segundo. ¿Se puede viajar hacia el futuro en un tiempo relativamente corto, menor a la duración de la vida? ¿Es posible viajar hacia el pasado? Algunas interpretaciones sugieren la posibilidad de viajes entre realidades o universos paralelos, lo que hasta ahora es imposible. Antes, cualquier teoría que suponga el viaje en el tiempo requiere que algunas situaciones relacionadas con la causalidad o, en este caso, retrocausalidad, sean resueltas. Al viajar al pasado estaríamos “creando” un universo paralelo y no viajaríamos a un pasado determinado sino a una copia de éste pero con una diferencia: como turista espacial. Tendríamos así dos espacios temporales simultáneos: uno donde aparece el turista y otro donde no aparece. Sin embargo, asumiendo que el viaje temporal no es posible, también resulta interesante para los físicos la pregunta de por qué y qué leyes físicas lo impiden. Pero… si fuese posible ¿Qué pasaría si alguien viaja al pasado y mata a su abuela?”. Según William Hiscock, físico de la Universidad de Montana, “un viajero que salga de la Tierra en una nave que alcance la aceleración que produciría una fuerza igual a la de la gravedad en la superficie de la Tierra, alcanzaría la velocidad de la luz en casi un año (con relación a la Tierra). Un viaje de ida y vuelta al centro de nuestra galaxia le tomaría 40 años, mientras que en la Tierra habrían transcurrido 60.000 años. Un viaje de esta naturaleza necesitaría una enorme cantidad de energía, con el inconveniente de que no hay vuelta atrás. El viajero se tendría que despedir para siempre del mundo que conoció”. Para viajar al pasado hay que considerar una serie de paradojas y problemas filosóficos. Dos ejemplos, la paradoja de la abuela. En ésta, el viajero (su nieto), impide su propio nacimiento al evitar de alguna forma que su abuela tenga hijos. Como resultado, él deja de existir y desaparece. Segunda, ¿Qué sucedería si retrocediera en el tiempo e impidiera que sus padres se conozcan? ¡Habría evitado su propio nacimiento! Y entonces, si no hubiera nacido, no podría haber regresado en el tiempo para impedir su encuentro. Según explicaciones menos aceptadas, algunos señalan que ya existen viajes en el tiempo (extraterrestres) y vestigios de civilizaciones con una tecnología similar a la nuestra, como por ejemplo el Mecanismo de Anticitera (87 a.c.), artefacto mecánico primitivo de engranajes conocido que se diseñó para seguir el movimiento de los cuerpos celestes, hallado en los restos de un naufragio cerca de la isla griega de Anticitera.

Tales viajes habría que analizarlos también dentro de la llamada filosofía del tiempo, es decir, dentro del presentismo (creencia de que únicamente existe el presente, mientras que futuro y pasado son irreales), el cual sostiene que el tiempo es simplemente un concepto del ser humano utilizado para describir lo que sucede a su alrededor. Por su parte, la paradoja de la predestinación establece que todos los actos que están ocurriendo y que van a dar lugar a un resultado futuro, no pueden ser modificados. “Lo que tiene que ocurrir, ocurrirá, es inevitable”, lo que nos lleva a pensar que si todo está predestinado, queramos o no, el resultado será la inevitable acción que va a ocurrir, no pudiendo ser alterado por nada ni por nadie; de modo que el hombre se ve imposibilitado para cambiar el curso inamovible que tiene el futuro. ¿Realidad o ficción? El tiempo lo dirá.


Los Kennedy ¿una familia embrujada?


La familia Kennedy, originaria de Nueva Inglaterra, con profundas raíces irlandesas, tiene un récord de desgracias, fatalidades, muertes y tragedias que difícilmente sea superado por otra familia en el mundo. Por tal razón, se cree que pende sobre sus miembros una misteriosa y enigmática maldición. Considerada como una familia real, la dinastía Kennedy se inició en 1914, gracias a la unión de Joseph Patrick Kennedy y Rose Elizabeth Fitzgerald. Joseph fue un empresario y banquero exitoso, y lider de la comunidad irlandesa estadounidense que llego a ser embajador ante el Reino Unido. En sus inicios se asientan en Brookline, Massachussets procreando nueve hijos, formando un influyente clan católico demócrata. La familia entra en política. Joseph apoya la candidatura presidencial de Franklin Delano Roosevelt en 1932, surgiendo así una estrecha relación con el Partido Demócrata. Este clan poderosamente rico, ha vivido años de poder, fama, glamour y esplendor, pero siempre acompañado por un sino trágico que le ha marcado a través del tiempo.






¿Cuándo y cómo comenzaron las desgracias y fatalidades?, ¿Cuándo se inició el eslabón inicial de una serie de extraños e insólitos sucesos, tan notables que se catalogó como una maldición? La tragedia aparece incluso antes que los Kennedy se convirtieran en Estados Unidos en una dinastía política. La primera fatalidad ocurre en 1941, cuando una de las hijas, Rosemary, comienza a sufrir cambios bruscos de humor, volviéndose agresiva, por cuyo motivo su padre (sin que lo supiera su esposa) la obliga a realizarse una delicada operación en el cerebro, tras efectuársele un diagnóstico incorrecto de retraso mental, siendo intervenida a través de una lobotomía (cirugía en los lóbulos frontales del cerebro) cuando tenía 23 años de edad, la cual mermó sus capacidades y la obligó a pasar el resto de su vida en una residencia para discapacitados, hasta su muerte ocurrida en 2005. Este caso fue considerado como uno de los eventos trágicos más extraños en la familia. La operación y el confinamiento de Rose les causó un gran impacto, afectando sobre todo a Jean Ann y a Eunice. “Esa fue nuestra primera gran tragedia”, diría mamá Rose en varias ocasiones. Desde entonces, las tragedias y los triunfos se entrelazaron en macabra sucesión. En 1944 muere el hermano mayor, Joseph Jr. a los 29 años de edad, piloto de la Marina, cuando su avión explotó sobre el Canal de la Mancha, mientras tomaba parte en una misión de bombardeo en la Segunda Guerra Mundial.





Cuatro años más tarde fallece otra hija, Kathleen, de 28 años de edad, en un accidente aéreo en Francia, cuyo esposo, el marqués de Hartington, había muerto en los combates en Normandía cuatro años antes. La lista de muertes trágicas entre los Kennedy se extiende durante más de setenta años, los cuales han dejado impactada a la opinión pública mundial. Del sino trágico curiosamente solo se libró Rose Fitzgerald, ya que, en diciembre de 1961, un derrame le dejó mudo y con el lado derecho de su cuerpo paralizado, y en 1969, cuando ya habían muerto cuatro de sus nueve hijos y su fortuna se estimaba en 500 millones de dólares, falleció de una apoplejía. Antes, sin embargo, había cumplido su gran meta. En enero de 1961, ver llegar a uno de sus hijosa la presidencia de la primera potencia del mundo. Rose falleció de muerte natural, en 1995, el mismo año en que Jacqueline Lee Bouvier de Kennedy (casada con John Fitzgerald el 12 de Septiembre de 1953), tiene su primer aborto natural y pierde su primer embarazo. Extrañamente, al año siguiente da a luz un bebé sin vida, que es enterrado en el cementerio de Arlington y en 1963, Jacqueline da a luz a Patrick, el segundo hijo de la pareja que muere dos días después de haber nacido (era un bebé prematuro de seis meses). El 22 de noviembre de 1963 es asesinado por un disparo de rifle en la cabeza John Fitzgerald Kennedy en Dallas, Texas, siendo en ese momento el trigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos y apenas tenía 46 años de edad. Como puede observarse, Jackeline, integrada a la familia Kennedy, vivió muy de cerca el infortunio de las desgracias y fatalidades, al extremo que ella también murió de una enfermedad incurable. Luego del magnicidio, una serie de muertes trágicas, asesinatos políticos, accidentes y enfermedades siguen ocurriendo en el poderoso clan. Por solo mencionarlo como un ejemplo, El senador de Massachusetts Edward Kennedy, “Ted” se salvó de la muerte en por lo menos tres oportunidades. En 1964 se cayó el avión en el que viajaba, donde el piloto y uno de sus ayudantes perdieron la vida. A duras penas pudo salir de la aeronave y permaneció un largo tiempo hospitalizado debido a una grave lesión en la espalda, un pulmón perforado, varias costillas rotas y una profusa hemorragia interna, hasta que luego de transcurrir algún tiempo se restableció. En 1968, otro de los hermanos ligado a la política, Robert, "Bobby", quien había sido electo al Senado en 1964, es asesinado el 5 de Junio e el Hotel Ambassador en Los Angeles, California, a los 42 años de edad, minutos después de haber ganado las elecciones primarias presidenciales, muriendo al día siguiente. En 1969, Edward Kennedy, conducía su auto e inexplicablemente se desbarranca desde el puente y se estrella contra el mar, en la isla de Chappaquiddick, el 18 de julio, después de asistir a una fiesta sin la compañía de su esposa. Extrañamente, Kennedy no reporta el accidente a la policía hasta el día siguiente y en el carro sumergido aparece muerta su joven asistente Mary Jo Kopechne. Tras el serio accidente se desploman sus aspiraciones presidenciales puesto que se suscita un escándalo público a través de los medios de comunicación donde se llegó hasta a especular que su asistente era su amante. Antes ya su reputación había quedado dañada por un escándalo vinculado a acusaciones sobre una relación con una menor que cuidaba niños en su casa. En esa época Ted admitió tener problemas de alcoholismo. En 1973, Edward Kennedy Jr. a la edad de 12 años pierde su pierna derecha debido a un cáncer de hueso. Ese mismo año, Joseph Kennedy II, hijo de Robert, tiene un accidente automovilístico donde su novia, que viajaba con él, quedó paralítica para el resto de su vida. En 1984 muere, a los 28 años de edad, David Anthony Kennedy, uno de los hijos más jóvenes de Robert y Ethel, debido a una sobredosis de cocaína y Demerol, estando solo en una habitación de un hotel de Palm Beach, Florida. Vale señalar que en 1968, cuando David tenía apenas 13 años y se encontraba solo en su casa viendo la televisión, vio en directo cómo asesinaban de un balazo a su padre en Los Ángeles. En 1991, William Kennedy, hijo de Jean, hermana de Robert y John, fue objeto de un juicio por violación en Florida, del fue absuelto al término de un juicio ultra mediatizado, pero las graves acusaciones incomodaron seriamente al clan. El 19 de mayo de 1994 muere a consecuencia de un cáncer linfático Jacqueline Bouvier, quien desde que contrajo matrimonio con John F. Kennedy en 1953 sufrió varios trágicos sucesos (dos abortos, haber presenciado el asesinato de su esposo, hasta sufrir de linfoma maligno). En 1997, la tragedia toca a Michael Kennedy, de 39 años de edad, también hijo de Robert Kennedy, quien en medio de un escándalo mediático donde es acusado de violación, se mata en un accidente de esquí el 31 de diciembre en la localidad de Aspen, Colorado, mientras jugaba fútbol americano en la nieve con sus hermanos y primos. Una de las desapariciones más insólitas del clan Kennedy se produce el 16 de julio de 1999, cuando John F. Kennedy Jr, hijo del ex presidente, encuentra la muerte en el océano Atlántico, cuando la avioneta que pilotaba se precipita al mar cerca de Martha's Vineyard (Massachusetts), muriendo junto a él su esposa Carolyn y su cuñada Lauren. Las condiciones meteorológicas no eran las mejores cuando John emprendió el vuelo por la noche, confiando en su capacidad de guiarse por los instrumentos de navegación. El 17 de mayo de 2008 la fatalidad siguió persiguiendo a los Kennedy, en esta ocasión, a Edward Kennedy quien ingresó en un hospital de Massachusetts a causa de un tumor cerebral maligno. Días después fue operado y retornó a sus actividades como senador el 17 de noviembre de 2008. El 11 de agosto de 2009 fallece Eunice Mary Kennedy, la quinta de los hermanos, tras sufrir un derrame cerebral y varios infartos. El 26 de agosto de 2009 fallece a consecuencia de un tumor cerebral Edward Kennedy, Senador de los Estados Unidos. Las desgracias más notorias ocurridas a los Kennedy fueron los asesinatos aún no aclarados del presidente Kennedy y de su hermano Robert, candidato presidencial.





Ahora Jean es la única sobreviviente de los nueve hijos que tuvieron Joseph y Rose. La lista de tragedias de una de las familias más influyentes en la política norteamericana es impresionante, pareciera más que tratase de un destino fatal orientado hacia muertes abruptas o violentas. No hay que olvidar también que otra mujer que estuvo ligada sentimentalmente a John y Robert Kennedy murió en circunstancias misteriosas que aún no han sido esclarecidas. ¿A quién nos referimos?: a Marilyn Monroe, la diva del Hollywood de los años 60. Al pasar revista al clan Kennedy observamos que entre los que aún quedan vivos sólo se encuentra el rastro indeleble de la desdicha y la decadencia, muertes accidentales, incontables dramas familiares, excesos con el alcohol, sobredosis de drogas, abuso de menores, juicio por violación y hasta largos historiales en Alcohólicos Anónimos, los cuales, unidos al drama, los excesos y el infortunio de un destino trágico han ido diezmando la generación de esta familia de origen irlandés; por lo que pudiera decirse que si hay algo constante y reiterativo en ella es la muerte y las desgracias. Medios periodísticos internacionales señalan que un brujo irlandés maldijo al viejo Joseph Kennedy por un problema de faldas y honor. Al parecer, Joseph embarazó a una hija del hechicero y se negó a cumplir con la deshonrada niña. Como consecuencia, el diablesco personaje hizo caer sobre el patriarca y toda su familia esta maldición: ¡”Ninguno de tus descendientes varones pasará de los cincuenta años y los que así lo hicieran, serán testigos de la más horrenda cadena de sucesos trágicos en ellos y sus familias, al igual que tus descendientes hembras”!! Nueve hijos tuvieron Joseph y Rose. Y ellos, a su vez, treinta herederos que, según los hechos, continúan recibiendo los latigazos de esa terrible maldición. ¿Se trata realmente de una maldición o de fatales coincidencias? ¿O ciertamente se trata de un apellido maldito o una familia embrujada? En todo caso, ¿Quién de sus descendientes será la próxima víctima?

Hitler satánico


Desde joven Hitler creyó que algún día sería el dueño del mundo. Mozo pierde a su padre por lo que abandona los estudios y se pone a trabajar. Se siente artista y comienza a pintar. Es época de privaciones y, como vagabundo que dormía en los parques de Viena, tales visiones parecen imposibles. Sobrevive vendiendo sus acuarelas para tener algo que comer. Más, no importan las circunstancias, su existencia miserable choca con su apariencia altiva ya que se cree un “elegido”. ¿Fueron esos difíciles años los que crearon en él un odio antisemita y su idea de raza? Comienza a leer a Nietzsche. Su teoría del superhombre le atrapa. De él aprende el desprecio al cristianismo y al judaísmo. Vaga por los corredores del museo del Palacio Hofburg, fascinado por Las insignias de los Habsburgo, prestando atención a la Santa Lanza, la que atravesó el costado de Cristo. A los 12 años asiste a un concierto y al escuchar una sinfonía de Richard Wagner, experimenta un éxtasis sublime. Desde entonces tiene visiones. ¿Empezó allí la inclinación por lo esotérico en este hombre que llevó al mundo al abismo de una guerra mundial que provocó la muerte de 60 millones de seres? Nadie lo sabe. Se relaciona con sectas y cofradías esotéricas. ¿Cómo pudo pasar de vagabundo a intentar, y casi lograr, la conquista del mundo? ¿Cómo explicar que uno de los pueblos más cultos de la época se dejara embaucar por un advenedizo? ¿Qué eran aquellos símbolos extraños con los cuales se rodeaba? ¿Fue el “enviado” de un paganismo negro y perverso? A los 19 años conoce al librero Ernst Pretzsche, quien negociaba artículos de magia negra y frecuentaba a Guido Von List, antisemita y satanista, jefe de una secta masónica en la que celebraba, bajo el signo de la esvástica, ceremonias en donde el ocultismo, la magia y la sexualidad se mezclaban con el consumo de un cactus alucinógeno, a fin de encontrar “apoyo” para lograr extrañas visiones. Allí conduce a Adolf quien se maravilla al ver símbolos astrológicos, dibujos eróticos, caricaturas pornográficas de judíos, amuletos y máscaras horrendas. Se dedica a la lectura del ocultismo, veladas en la ópera y meditaciones profundas.

En 1914 llega la Primera Guerra Mundial. Tiene 25 años y bajo la bandera del Káiser va a la guerra. Se acaba el hechicero, el librero y Von List, pero quedan las doctrinas, la teoría y el odio. Se alista en la milicia. El 11 de noviembre de 1918, después de haber perdido la vista durante un bombardeo inglés, esa misma noche es objeto de un “milagro”. En una cama del Hospital de Pasewalk, en Pomerania, oye una voz que le ordena salvar Alemania y recupera misteriosamente la vista. Promete consagrar su vida a cumplir tal orden. La misma voz le permite escapar de la muerte en varias ocasiones. En una entrevista con la periodista Janet Flanner, señala: “Durante la guerra, una noche cenaba en una trinchera con varios compañeros de milicia y de pronto oí una voz que me decía “¡Levántate… Vete de aquí!”. Era tan clara que obedecí como si fuese una orden militar. Me puse de pie y me alejé. Inmediatamente, desde el lugar que acababa de abandonar llegó un estampido ensordecedor. Había estallado un obús en medio del grupo donde había estado sentado. Todos mis compañeros murieron”. Tiempo después diría a otros compañeros: “Oirán hablar mucho de mí. Esperen simplemente a que llegue mi hora”. Está decidido a lanzarse para obtener el poder. Tiene una cuenta pendiente que cobrarle a la sociedad que rechazó su “talento”. En el Partido Obrero Conoce a Dietrich Eckart, fundador del partido nazi y practicante de la brujería y el satanismo, a quien en una sesión se le anuncia la llegada de un ser que salvaría a la raza aria. Ese “Mesías” era Hitler, de quien Dietrich dijo: “Lo he iniciado en la Doctrina Secreta, he abierto sus centros de visión y le he proporcionado los medios para comunicarse con los poderes. ¡Síganlo! Él bailará, pero yo he compuesto la música”. ¡Había encontrado la bestia del Apocalipsis! En 1933, al ser designado Canciller, lo inicia en el poder oculto de la sangre y en los rituales mágicos en la mutación de la raza aria. De la sociedad Thule aprende el misterio de la iniciación, la fuerza de convicción y los secretos adivinatorios de la astrología; el poder de la Cábala, las cifras y las palabras. La magia lo conquista dominando su voz ronca, imprimiendo magnetismo a sus palabras y rígida postura a sus ademanes. Ya nadie duda de sus dotes de médium ni de su poder de sugestión. En la bandera incluye la cruz gamada sobre los colores negro, blanco y rojo, que simbolizan el culto de Manes, hereje condenado por la Iglesia. En sus discursos se deshidrata copiosamente por lo que pide que le tengan tres botellas de agua con tres vasos. Durante sus reuniones privadas solía echar rápidas ojeadas tras de sí, como si hubiera alguien. Sólo consumía vegetales, no daba la mano porque temía perder su fluido, temía ser asesinado o envenenado; no dormía por las noches; los excesivos medicamentos lo hacían más neurótico acentuando su locura asesina; era protegido por sociedades secretas, magos, astrólogos y taumaturgos. Tenía a la Iglesia como su enemiga. Cuando supo que el Papa Pío XII condenó sus actos de carnicería, al igual que su cruz gamada, se enfureció. Repudiaba la Biblia y al cristianismo. Cuando cayó Mussolini tuvo la idea de ocupar Roma y derribar al Papa. En 1941 comentó: “Siempre he pensado que la Iglesia debe ser exterminada brutalmente. Voy a poner en los episcopados a imbéciles que prediquen a algunas viejas, para conseguir que la Iglesia se pudra como un miembro gangrenado”.

Hitler simboliza la invocación del mal. Su contacto con entidades demoníacas dio origen a una de las maquinarias de aniquilación más devastadoras. Él tuvo en Satanás a un maestro. Por ello, su condenación eterna en el infierno.


Einstein descerebrado


La historia post mortem del cerebro posiblemente más famoso del siglo XX, pone de manifiesto grotescas e inexplicables realidades y conductas inapropiadas de ciertos seres humanos. Tal es el caso del robo del cerebro y de los ojos del cadáver de Albert Einstein, quien nació en Ulm, Alemania, el 4 de marzo de 1879 y murió en el Hospital de Princeton, Nueva Jersey, USA, a la 1:15 de la madrugada del 18 de abril de 1955, a los 76 años de edad; como consecuencia de la ruptura de un aneurisma de aorta del que no había querido operarse. Einstein había ingresado cinco días antes, pero se negaba a ser intervenido, ya que, dadas las circunstancias, “no necesitaba de los médicos para morir”. La tarde del domingo 17 se temía lo peor. El paciente Albert Einstein descansaba dormido aunque tenía dificultad para respirar. La madrugada del 18, la enfermera a su cuidado le oyó murmurar algo. Al parecer, en un tono muy débil pronunció unas palabras en alemán, más no las oyó con claridad pues ella no conocía el idioma. Poco después, Einstein respiró dos veces profundamente y murió. Lamentablemente, dichas palabras se las llevó con él. Pocos meses antes de su muerte había manifestado el deseo de donar su cuerpo a la ciencia, pero no llegó a dejar instrucciones al respecto. Por ello, fue cremado en Trenton, capital del estado de Nueva Jersey, lo cual se llevó a cabo en la intimidad asistiendo sólo doce personas. Se cree que sus cenizas fueron esparcidas en el río Delaware como un homenaje a su gran afición por la navegación. Lo que sí se supo es que antes de la incineración, su cadáver fue objeto del robo de su cerebro y de sus ojos.


En efecto, la madrugada del 18 de abril, el patólogo Thomas Harvey, quien encargado accidentalmente de realizar la autopsia, pensó que sería importante para el mundo científico poder examinar algún día el cerebro de aquel genio de la ciencia y por su propia cuenta y riesgo decidió extraérselo, empuñó su escalpelo realizando una incisión en forma de Y sobre el cadáver aún caliente encima de la camilla, extrajo el hígado y los intestinos y halló casi tres litros de sangre en la cavidad peritoneal. A continuación abrió el cráneo con una sierra circular, extrajo el cerebro y se lo llevó a su casa, conservándolo en formol. Fue su mente tan diferente a la de los demás que resultaba lógico pensar que físicamente, su cerebro también lo fuera o al menos relativamente si nos atenemos a una de sus citas “Lo esencial en la existencia de un hombre como yo es lo que piensa y cómo lo piensa; no lo que haga o sufra”. Paradójicamente, se había acordado inicialmente que la autopsia fuese realizada por el Dr. Harry Zimmermann, neuroanatomista conocido de Einstein y antiguo profesor de Harvey en la Universidad de Yale, pero éste llamó a Harvey desde Nueva York para decirle que le resultaba imposible ir a Princeton. No está claro si el propio Einstein había decidido y autorizado el destino de su cerebro, ni qué había acordado Harvey con Zimmermann. Lo que ocurrió es que Harvey, además de hacer la autopsia completa de Einstein, extrajo su cerebro y lo conservó. Muchos años después se comprobó que lo había procesado cuidadosamente con el fin de hacer un estudio exhaustivo. Pero entonces, Zimmermann reclamó públicamente el cerebro para estudiarlo y Harvey respondió en una rueda de prensa que él mismo se ocuparía de que el cerebro fuera estudiado adecuadamente. Entonces, el hijo de Einstein, Hans Albert, dijo: “No se nos informó nada de la extracción del cerebro y ésta no fue autorizada por la familia”. Enterado del caso, el Hospital de Princeton prohibió la salida del cerebro de ese centro y como consecuencia del conflicto legal y del escándalo periodístico, Harvey fue despedido, pero tuvo el cuidado de llevarse consigo su tesoro, el cerebro de Einstein. Lo cierto es que, después de ese día, el rastro de Harvey, y con él, el del cerebro de Einstein, se perdió y no fue hasta 1978 cuando Steven Levy, reportero del New Jersey Monthly descubrió el paradero de ambos. Insólitamente, Harvey mantuvo durante 40 años el cerebro de Einstein en la cocina de su casa, dentro de un frasco, lo que le produjo un estado de obsesión que le hizo perder sucesivos empleos. Tal situación lo llevó a terminar viviendo en un oscuro departamento, con muy pocos recursos económicos. Durante todos esos años, el destino del cerebro de Einstein se convertió en una especie de leyenda. La historia del patólogo que había robado su cerebro aparecía de vez en cuando en algún periódico local, sin que nadie conociera a ciencia cierta su paradero. En 1996 el periodista Michael Paterniti retomó la historia de Harvey y lo encontró trabajando en una fábrica de plásticos de Kansas. El patólogo vivía en un humilde apartamento y conservaba el cerebro en un recipiente de cristal en la nevera de su cocina. Paterniti se ofreció a llevar a Harvey hasta California, respondiendo al deseo del anciano de visitar a Evelyn Einstein, nieta del científico, con la intención de devolverle el cerebro. De este modo, el periodista y el patólogo se vieron envueltos en una de las peripecias más surrealistas de la historia: un viaje de costa a costa con el cerebro de Einstein en el interior de la maleta de un automóvil, lo que dio pie a que el Paterniti escribiera posteriormente un libro titulado Viajando con Mr. Albert. “Cada vez que parábamos en un autoservicio sentía deseos de gritar: ¡En la maleta tenemos el cerebro de Einstein! Tal situación me resultaba tan inconcebible y turbadora que en esos momentos no estaba en mi mejor forma para poder conducir por carretera. Realmente era una situación surrealista, con el cerebro flotando en un envase Tupperware en la parte posterior de un viejo Buick Skylark 56. Por si les faltaban ingredientes, en el camino cruzan el Medio Oeste y pasan por Las Vegas. Durante todo el trayecto se mantiene una atracción enfermiza ejercida por el cerebro sobre ellos. La dupla llegó por fin a Berkeley, California, donde los esperaba Evelyn Einstein. La nieta del Premio Nobel vio el cerebro sumergido en formol y dijo: "¿Y tanto alboroto por esto?". Tras la conversación, que no pasó la media hora, y asumiendo que el doctor podría volverse tranquilamente a su casa con el cerebro, el octogenario médico se levantó abruptamente y decidió partir por sus propios medios a visitar a un primo que vivía en San Francisco. El acuerdo fue que lo llevarían a la estación de autobús y que su pariente lo estaría esperando a su llegada. Algo desconcertados, lo condujeron hasta el terminal y lo vieron subirse al bus sin dar señales de gran emoción. Pero al regresar al auto, Michael y Evelyn descubrieron en el asiento de atrás un envase con "algo" en su interior flotando sobre un líquido turbio. No necesitaron revisarlo para darse cuenta de lo que se trataba. Para sorpresa del periodista, la nieta de Einstein también desistió de la idea de quedarse con el cerebro, por lo que se lo envió de vuelta a Harvey, quien finalmente regresó a Nueva Jersey con la reliquia en su poder. El círculo terminaba de cerrarse. Después de 40 años y de un viaje completo por Estados Unidos, el cerebro de Albert Einstein volvía al lugar donde todo había comenzado. Tiempo después, el periodista confesaría: “Deseaba que Harvey se durmiera, pues quería tocar el cerebro de Einstein. Debo admitirlo: Quería sostenerlo entre mis manos, acariciarlo, sopesarlo, tocar alguno de los quince mil millones de neuronas ahora dormidas”. Como se cuenta en el libro, el magnetismo que ejerció el cerebro sobre su poseedor terminó por destrozarle la vida. Durante los años que siguieron a la noche del robo, Harvey perdería varios trabajos y arruinaría su carrera como médico, postergando una y otra vez la prometida investigación que aclararía los misterios de la mente del genio. “Para Harvey el cerebro era como un objeto sagrado – explica Paterniti – Vivió con el cerebro de Einstein durante cuatro décadas como su salvador y custodio, como celoso guardián de ese gran tesoro”. Sin embargo, finalmente Harvey quiso compartir su hallazgo y buscó ayuda en otros expertos. Cortó el cerebro en 240 trozos y los repartió entre algunos científicos con el objeto de que lo analizaran. El robo de órganos del cadáver de Einstein no sólo se limitó a su cerebro sino que también le fueron extraídos los globos oculares, acción que realizó el oftalmólogo del hospital, Henry Abrams, entregándole posteriormente el cuerpo a la familia sin que decirles nada de lo que habían hecho. Cuando se conoció el escándalo, la suerte de Harvey pendió de un hilo hasta que la familia del genio le permitió seguir con sus investigaciones. Pasó un tiempo hasta que la comunidad científica le pidió resultados de sus estudios, pero no tenía respuestas a sus preguntas simplemente porque éstos nunca se habían realizado. Sabiendo que nuevamente corría peligro, desapareció. Cuarenta años después, una vez analizados los distintos testimonios, se conoció que la noche en que Harvey diseccionó el cadáver de Einstein terminó siendo una jornada bastante grotesca. Decenas de personas bajaron a contemplar el cádaver del científico y quisieron quedarse con un recuerdo. “Cada uno agarró lo que pudo” - explica Abrams, oftalmólogo personal del genio. Él mismo extrajo los ojos de Einstein sin haber pedido autorización a nadie de la familia y los guardó extrañamente también durante más de 40 años. Además consiguió una carta de autenticidad de dichos órganos, los cuales puso a buen recaudo en la caja de seguridad de un banco de Filadelfia, los que aún se conservan en la caja de seguridad de ese banco, donde Abrams acude una o dos veces del año al para contemplarlos, con los que asegura experimentar una profunda conexión. “Cuando se miran esos ojos se ve en ellos la belleza y el misterio del mundo. Son claros como el cristal y dan sensación de profundidad”. ¿Interés científico, económico, fetichista o mentes desquiciadas?.


El caso del cerebro robado de Einstein es un ejemplo de cómo los mitos urbanos a veces resultan más ciertos que la propia realidad. Y de cómo 15 mil millones de neuronas muertas pueden originar una misteriosa e insólita historia. Actualmente el cerebro del genio está bien cuidado en la Universidad de Princeton. El siglo XX jamás deberá olvidar que, gracias a este genial físico y sus descubrimientos, algunos hombres encontraron el espíritu de la paz, y algunos pudieron volver a mirarse como hermanos ya que la vida seguía siendo digna y respetable, aunque un nuevo periodo acababa de nacer: la temible era atómica, con toda su cruel magnitud y consecuencias.

Un insólito caso de reencarnación


La reencarnación es la creencia de que un alma o espíritu regresa al mundo material después de la muerte física, renaciendo en un cuerpo nuevo. El caso de Jenny Cockell, mujer británica que desde niña soñaba fijamente con otra mujer, Mary, una irlandesa casada que murió joven, es considerado en la actualidad como una de las mayores pruebas de la existencia de la reencarnación. Se trata de la historia de un espíritu reencarnado en dos mujeres unidas por la muerte y la vida a través del tiempo; la primera, muerta prematuramente y la segunda, centrada en un sólo objetivo: reencontrar a los hijos que dejó al morir en su anterior existencia, viajando hacia el pasado a fin de curar sus sentimientos de culpabilidad.

Increíblemente, a través de ese viaje, Jenny descubriría su vida anterior, logrando reunir a sus hijos habidos en una vida pasada; conformando así una historia tan misteriosa, enigmática e inexplicable como una novela de ciencia-ficción. Jenny nació en 1953 en la zona rural de Inglaterra. Desde muy niña soñaba con una mujer llamada Mary, madre de ocho niños. “Los sueños eran tan reales que siempre supe que había vivido antes, ya que guardaba recuerdos de haber sido una joven irlandesa muerta 20 años atrás. Aquel recuerdo me generaba una gran angustia por los hijos que ella abandonó”. Cuanto tenía cuatro años, Jenny le preguntó a su mamá por qué su profesor de catecismo nunca mencionaba las vidas pasadas cuando hablaba de la vida y la muerte y ante la actitud comprensiva de su madre, entendió que la reencarnación se consideraba sólo como una creencia. “Esto me hizo ver que yo era distinta, lo que me hacía cuestionarme. A los ocho años, las premoniciones reveladas en mis sueños renovaron mi confianza. Comencé a desarrollar el sentido de mi “normalidad”, compartiendo el secreto con poca gente. En ese entonces, la mayor parte del tiempo la vivía en el mundo de Mary”.

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No obstante, en su adolescencia empezó a concentrarse en su vida actual; terminó sus estudios y se graduó de podóloga. Luego, se casó con Steve y se fueron a vivir a Northants, condado interior de Inglaterra, con los dos hijos habidos en su matrimonio, lo que hizo que sus incursiones en el pasado se hicieran menos frecuentes, aunque inesperadamente le surgían recuerdos de dibujos de la infancia, de iglesias y de mapas y sus sueños fueron cuidadosamente guardados en su agenda, pues intuía que algún día el tiempo y el dinero le permitirían seguir las huellas de esos recuerdos. “Mis días estaban llenos de escenas de la pequeña casa de Mary, de color marrón claro, protegida del camino por un muro de piedra, con terrenos pantanosos por detrás, un riachuelo y un huerto de hortalizas. Mary pasaba la mayor parte del tiempo cocinando; las papas y la harina de avena constituían la dieta diaria ya que no alcanzaba el dinero para carne. Muy cerca había un pueblo más grande, una estación de ferrocarril, una carnicería y una iglesia. A cada lado había un mercado donde vendían cosas que ella nunca podía comprar”. Al poco tiempo surgieron en su mente nuevas imágenes, entre ellas, una de unos niños excitados que la llamaban desde fuera para mostrarle un conejo colgado de las patas que ellos habían atrapado; el cual estaba tan asustado que ella gritó: “¡Está vivo, está vivo!”. Otra mostraba los últimos momentos de Mary, quien se estaba muriendo, aterrada y sola en un hospital. Tenía apenas 35 años, pero las complicaciones del parto debilitaron su cuerpo y pese a que la elevada fiebre distorsionaba la realidad, se aferraba a su hogar y a sus hijos y un terrible miedo la dominaba: “¿Qué será de mis hijos cuando yo muera? ¿Qué será de mis hijos Dios mío?”, lo cual ocurrió, “liberándola” de una vida difícil. 21 años después nacía Jenny Cockell en una familia de clase media. Era una niña solitaria cuyos días estaban llenos de imágenes de otro tiempo y espacio y sus noches colmadas de un inquietante sueño al conocer la angustia de una mujer condenada a morir dejando a sus hijos abandonados. “Yo lloraba como ella; sentía su dolor como el mío y tenía miedo por el incierto futuro de los niños. Tal injusticia me causaba rabia, porque en los sueños la muerte llegaba inevitablemente”. Extrañamente, Jenny sabía que ese tiempo transcurría entre 1898 y los años treinta ¡los mismos en que vivió Mary! y también sabía que todo había sucedido en Irlanda. “Un día, de niña, sentí la seguridad que si pudiera mirar un mapa de Irlanda sabría con certeza donde estaría situado el pueblo y podría compararlo con los mapas que había estado dibujando. Cuando tuve un mapa hice varios intentos y cada vez volvía al mismo sitio, a un lugar llamado Malahide, situado al norte de Dublín. En los sueños veía a los niños. El mayor, de 13 años, seguro de sí mismo; una niña vivaz; cuatro niños más pequeños; una niña rubia de 5 años y un recién nacido. En cuanto a Mary, los recuerdos eran tan claros que la veía con su cabello largo recogido en un moño y en una ocasión, esperando en un embarcadero, arropada con un manto, mirando hacia el mar. Iba allí a menudo, pero nunca pude recordar por qué o a quién esperaba. Cuando nacieron mis hijos actuales me convencí que tenía que encontrar a mi familia perdida. Recurrí a la hipnosis regresiva y tras varias sesiones inicié un incansable periplo por Inglaterra e Irlanda, intentando armar las piezas del misterioso rompecabezas”. Al encontrar un mapa detallado de Malahide, Jenny vio por vez primera la evidencia física que verificaba sus dibujos. La carretera a Dublín, la estación de ferrocarril y otros lugares destacados correspondían exactamente. Entonces se comunicó con expertos en reencarnación, pidiéndoles ayuda para poder descifrar el enigma. Con ellos aceleró la búsqueda. En 1988, un hipno-terapeuta le inició en una investigación profesional sobre vidas pasadas. De este modo, la hipnosis abría una caja de Pandora. En una ocasión se vio por encima de su cuerpo mirando su cascarón vacío tendido en la cama y su marido inclinado en desesperación. “Las intensas sesiones de hipnosis para recordar me dejaban agotada y confundida entre la auto-conservación y las angustias del pasado”. En junio de 1989 Jenny pudo visitar Malahide. Cuando llegó ya “conocía” los alrededores. Se dirigió a la iglesia y vio el edificio que había dibujado cuando era niña. La carnicería aún estaba allí. Luego de andar por varios sitios, observó que la pequeña casa había sido destruida, permaneciendo sólo restos de ella, como los cimientos de un muro de piedra cubiertos de setos, hierba y flores silvestres. Conocido el extraño caso, la búsqueda se aceleró y varios medios de comunicación participaron, al punto que la BBC se interesó en la historia y la dio a conocer públicamente. De esta forma, un granjero que vivía cerca de la casa recordaba la familia y proporcionó el apellido que Jenny nunca pudo recordar: Sutton. Él contó que luego de la muerte de Mary, los niños fueron llevados a orfanatos, mientras que un sacerdote de Dublín encontró las partidas de bautismo de seis de los niños: Jeffrey (1923), Philomena (1925), Christopher (1926), Francis (1928), Bridget (1929) y Elizabeth (1932). No se hallaron las de los dos hijos mayores, Sonny y Mary. En marzo de 1990 un contacto en Dublín encontró el certificado de defunción de Mary Sutton: “Fallecida en el Hospital Rotunda de Dublín el 24 de octubre de 1932, a causa de gangrena, pulmonía y toxemia”. Al fin Jenny tenía la certificación oficial que necesitaba. Posteriores anuncios en la prensa dieron con la pista del tercer hijo, Jeffrey, en Irlanda, quien le dio las direcciones de sus hermanos Sonny, Francis y Christopher. “Después de contactarlos por fin fuí capaz de aceptar emocionalmente que habían crecido. Sabía que ellos tendrían ahora entre 50 y 60 años de edad, pero necesité el contacto real para liberarme de esa parte de mi memoria que me hacía creer que aún eran niños. Sin embargo, mis sentimientos continuaron siendo fuertemente maternales, pero pude comprender que ahora eran autosuficientes y me sentí extrañamente libre”. Al conversar con Sonny, el hijo mayor que vivía en Inglaterra, Jenny le describió la casa en Malahide, lo cual fue confirmado por Sonny. Él le ratificó que ciertamente eran ocho hijos. Al escucharla, Sonny respondía con entusiasmo. Cuando Jenny se refirió al conejo atrapado, sorprendido le preguntó: “¿Cómo sabías eso?”. Luego Jenny se refirió a Mary esperando sola en el embarcadero. “Te diré porque recuerdas ese embarcadero”, dijo Sonny. “De niño solía hacer de cadi en la isla para los jugadores de golf y al anochecer, mi madre me esperaba en el embarcadero para regresar juntos a casa. El manto que llevaba la protegía del intenso frío”. Entonces, Sonny habló de su padre y Jenny entendió porqué lo había borrado de sus sueños. John Sutton tenía un buen empleo pero gastaba su dinero en el bar. Maltrataba a Mary y, le pegaba a los niños con una correa. La reservada prudencia de Mary y su eterna falta de dinero empezaron a cobrar sentido. La preocupación que tenía por el futuro de sus hijos se debía al mal proceder de su esposo y su duda sobre él para cuidar de ellos. El ansiado encuentro con sus “niños” había proporcionado a Jenny las respuestas a la pregunta que ella había estado haciéndose durante 35 años, “¿Qué será de los niños cuando yo muera?”: La más pequeña se quedó con un tío paterno. El resto, a excepción de Sonny, fue llevado por las autoridades locales, ya que se estimó que el padre no estaba en condiciones de cuidar de ellos. Los chicos fueron internados en un orfanato de Hermanos Cristianos, las niñas en una escuela de monjas en Dublín. Sonny permaneció en casa con su padre y vivió una desdichada existencia durante cuatro años, trabajando largas horas fuera de casa y soportando palizas. A los 17 años se unió al ejército y Mary, la hija mayor, volvió a casa. Luego se casó y murió a los 24 años al dar a luz. Jenny llegó a conocer a cinco de los hijos. Algunos, ya muy mayores, la reconocieron como su madre reencarnada, mientras que otros creyeron que ella la utilizaba para comunicarse con ellos.


Jenny luchó por buscar a los hijos que había dejado huérfanos y no descansó hasta conseguirlos. Ahora la familia está en paz. ¡El amor es una energía tremendamente poderosa! Nunca perdemos a nuestros seres queridos ni dejamos de volver a ellos. Este extraño caso real se encuentra relatado en el libro Los hijos del ayer, publicado en Inglaterra y en la película Yesterday's Children, protagonizada por Jane Seymour.

Las profecías y las pandemias


Fue en La Biblia donde se mencionó por vez primera una pandemia, la que asoló a los filisteos en Palestina, en 1060 a.C.: “Una de las señales del fin de los tiempos serán las pestes”.  ¿Nos están alcanzando las profecías? “Y habrá pestes. Es sólo principio de dolores, después, cuando venga la gran tribulación, las pestes, con nuevos virus, en forma de pandemias, traerán muerte al hombre, muriendo la cuarta parte de la población mundial. Es cuestión de tiempo para que el cuarto jinete del Apocalipsis entre al escenario profético con una pandemia”. Efesios 5:27, Lucas 21:28, Mateo 24:7-8, Marcos 16:15 y Apocalipsis 6:7-8. Profetas como Nostradamus, San Malaquías, y Rasputín también pronosticaron que terribles enfermedades harían correr al hombre y que convulsiones meteorológicas harían que ciudades fuesen arrasadas por las aguas, anunciando la llegada de una peste apocalíptica capaz de matar a millones. Ellos predijeron: “Nubes negras amenazan las ciudades y ellos corren desorientados”. También anunciaron el cambio climático, el fin del papado, la aparición del Anticristo y guerras mundiales. De este modo, las enfermedades mortales que han diezmado a la humanidad se han entendido como un castigo divino y, pese a que la ciencia ha determinado que los microbios han sido los causantes de esas muertes, los temores persisten por la aparición de nuevas enfermedades. Ahora mismo estamos al borde de un brote pandémico y epidemiólogos y virólogos buscan las fuentes de contagio para impedir su propagación; pero los problemas han persistido dado que existen tantas clases de virus y bacterias que son imposibles de vacunar y, no obstante que desde hace mucho tiempo se empezaron a usar vacunas, éstas por si solas no son la solución. Los epidemiólogos saben que el hombre vive en un estado de precario equilibrio con los microorganismos que lo rodean. Por ello, cuando entra en contacto con las bacterias y virus adquiere una resistencia natural y entonces el equilibrio se altera si un germen extraño llega a una región donde no existía o un nativo desarrolla una cepa mutante, por lo que muchas personas sufren una alteración desfavorable a su resistencia natural, que a la vez hace surgir una epidemia. La reciente aparición del virus AH1N1 hace recordar las profecías bíblicas: "Habrá grandes terremotos y en un lugar tras otro pestes y escasez de alimentos y habrá escenas espantosas y del cielo grandes señales". En el libro, La gripe: la historia de la gran pandemia de influenza de 1918 y la búsqueda del virus que la causó, Gina Kolata señala: “A la plaga le dieron el nombre de gripe, pero nunca antes hubo una igual. Más parecía una profecía bíblica hecha realidad”. En Mateo 24:3 y Lucas 21:7, 10,11 La Biblia dice: Cuando sus discípulos le pidieron a Jesús una señal de la conclusión del sistema de cosas, él les respondió: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino y habrá grandes terremotos y pestes en un lugar tras otro”. Terribles escasez de alimentos, grandes terremotos, aumento de la rebeldía y un notable deterioro de los valores morales son también anunciados (Mateo 24:3-14; 2 Timoteo 3:1-5). Según Microbes and Infection, “no hay motivos para creer que no se producirá otra pandemia pronto. Parece inevitable que esto ocurra”. Por su parte, Emerging Infectious Diseases, señaló en su edición de abril de 2005: “Los optimistas creían que para nuestros días ya se habría erradicado la amenaza de las enfermedades infecciosas. Sin embargo, estas no han dejado de aparecer una y otra vez”; mientras que Nature del 8 de julio de 2004 exponía: “Se calcula en unos 15 millones de muertes anuales las directamente relacionadas con las enfermedades infecciosas”. En este sentido, ONUSIDA, programa de la ONU informa: “Entre 2000 y 2020, debido al Sida, en los 45 países más afectados, se prevé la muerte de 68 millones de seres”. Los expertos han advertido que ya debería haber surgido otra forma de gripe muy agresiva para la cual no estamos preparados. En mayo de 2005, el servicio de noticias AlertNet, informó sobre la continua aparición de nuevos virus, añadiendo: “Constituyen una constante amenaza de pandemia cada vez más probable”. Jesucristo profetizó mucho acerca de las condiciones mundiales actuales, en la cuales vemos noticias como: “Gripe porcina se propaga y existe peligro de pandemia mundial”, “La OMS señala la cifra de 4.379 afectados por la gripe A”. Estamos a punto de sufrir la primera pandemia del siglo XXI y  la cuarta que se registra en la historia de la humanidad. ¿Nos están cayendo las pestes y terremotos anunciados? ¿Son esas plagas  las nuevas enfermedades, los terremotos, las erupciones, los maremotos, las inundaciones, los fríos extremos, la escasez de alimentos, el calor intenso, las sequías, la hambruna o la crisis económica mundial? ¿Estarán cerca los últimos tiempos que han sido anunciados? Primero, la crisis económica mundial, luego, la pandemia. ¿Qué vendrá después?