Julio 1812. En las cercanías de la bahía de Oistin, Barbados, varias personas se dirigen al cementerio con los restos mortales de Dorcas Chase. En el panteón familiar se encuentran desde hace tiempo las urnas de Thomasina Goddard y Mary Chase. La pesada losa que cubre el panteón es retirada con gran esfuerzo por los sepultureros. Al entrar observan algo aterrador: El ataúd de Mary Chase ha sido movido hacía un rincón y el de Thomasina Goddard, hacia la pared opuesta a la entrada. Atemorizados, colocan de nuevo las urnas en sus respectivos sitios, salen y cierran la tumba. ¿Quién pudo remover esos pesados ataúdes revestidos de plomo? Algunos pensaron que fueron los esclavos negros, quienes habían asistido al entierro de Mary y no simpatizaban con Thomas Chase, por cuyo cruel trato se suicidó su hija Dorcas, pero los negros rechazaron la acusación, confesando más bien miedo y respeto por lo que consideraban era obra del Diablo. Un mes más tarde, fallece Thomas Chase. En esa ocasión, las urnas seguían en su sitio. El 25 de septiembre de 1816, al ir a enterrar al niño Samuel Brewster, los ataúdes estaban desordenados. El 17 de noviembre, cuando otro difunto fue llevado al panteón hubo gran expectación. Al abrir la bóveda vieron que las urnas habían sido cambiadas de lugar. Aquello no tenía sentido, las paredes, el suelo y el techo seguían en buen estado, no existiendo posibilidad de que alguien hubiera podido introducirse. Las urnas fueron reordenadas y se cerró el panteón durante varios años. El 17 de julio de 1819, muere Thomasina Clarke y el gobernador Combermere asiste al sepelio acompañado por varias personas deseosas de ver el lugar. Al retirar la losa encontraron las urnas desordenadas. Se revisó el lugar pero no encontraron indicios de profanación. De nuevo ordenaron las urnas y cubrieron el suelo con arena para ver posibles huellas. Taparon la bóveda y marcaron el cemento con un sello. El 18 de abril de 1820 el panteón volvió a ser abierto. Todo estaba intacto. Al retirar la losa escucharon un extraño roce, una de las urnas había sido lanzada contra la losa, entonces vieron que el ataúd de Mary se encontraba empotrado en la pared del fondo, con tal fuerza que el muro había sufrido daños. Los otros féretros estaban en el suelo. Toda la bóveda estaba intacta, tan sólida que nadie podía haberse introducido y la arena no presentaba huella alguna. Los ataúdes fueron movidos varias veces y algunos de ellos colocados verticalmente contra la pared. Durante el funeral de un familiar, los asistentes escucharon extraños ruidos provenientes de la bóveda. Al levantar la tapa vieron los féretros en insólitas posiciones. Luego, el suelo fue levantado esperando encontrar algún pasadizo secreto pero fue en vano. La bóveda fue repavimentada y el suelo recubierto con ceniza. Se colocaron sellos ocultos. Tiempo después, los sellos permanecían intactos, la ceniza no presentaba huellas, pero los ataúdes ¡estaban esparcidos, unos rotos y otros boca abajo!
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