Llamamos sueños a las imágenes o escenas asociadas a distintas sensaciones y sentimientos que recordamos al despertar. Antiguamente se creía que eran la vía por la que los dioses se comunicaban con los mortales vaticinando eventos futuros, proyectando universos insólitos, visiones infernales o angelicales, personajes misteriosos o episodios maravillosos. Por ser una actividad mental desarrollada durante el descanso, como objeto de estudio forman parte importante del psicoanálisis moderno, ya que, al soñar abrimos la puerta de la mente; y así, deseos, fobias, esperanzas, ambiciones, miedos, complejos, problemas sexuales o afectivos, fantasmas, angustias, tensiones familiares o laborales, seres queridos y tiempos buenos o malos, aparecen transportándonos a “realidades” que están más allá del alcance de la lógica. Todos soñamos, pero, todos no lo recordamos. Cada noche tenemos un promedio de tres a seis sueños que intentan descifrar conflictos entre el consciente e inconsciente; lo único diferente es la forma que adoptan pero su contenido es el mismo ya que, como desahogos emocionales, expresan deseos inconscientes, apareciendo como una sucesión de imágenes incoherentes. Estudios han demostrado que las ondas cerebrales se hallan más activas cuando soñamos. Pasamos un tercio de la vida durmiendo, por lo que una persona de 60 años ha pasado 20 de ellos durmiendo, lo que representa aproximadamente un 10% de su vida soñando. Como herramienta del subconsciente que considera, clasifica y procesa los problemas de nuestra vida, los sueños conectan el cuerpo físico, la mente y el espíritu, pero, ¿dónde se originan? ¿En el cerebro o en algún otro lugar del cuerpo? ¿Por qué soñamos? ¿Para ordenar los pensamientos? ¿Para resolver problemas o para descubrir verdades sobre nosotros mismos? Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, ordenó los sueños para demostrar que las emociones y pasiones reprimidas aparecen inevitablemente en la mente cuando dormimos. “A partir de ese momento se origina un universo onírico que da vida al inconsciente”. Su teoría relativa a que nuestra mente guarda recuerdos y emociones en nuestro subconsciente, transformó la forma en la que los humanos estudiaban la mente humana. “Las emociones enterradas en el subconsciente suben al consciente durante los sueños. Muchos son el resultado de deseos sexuales reprimidos o frustrados. La ansiedad que los rodea hace que algunos se conviertan en pesadillas”. Existen diversos tipos de sueños: Lúcidos: Cuando observamos un sueño dentro de otro sueño; Etérico: Es el cotidiano cargado de emociones de la vida interior y exterior; De sabiduría: En el que la simbología revela que hemos adquirido conocimientos de fuentes elevadas; Psíquicos: Desarrollan nuestra intuición; Recurrentes: Aparecen varias veces tal cual o con ligeras variaciones porque un conflicto plasmado en el sueño permanece no resuelto e ignorado; Premonitorios: Aparentemente pronostican el futuro. No hay vaticinio de mayor peso que el anunciado por un sueño; De prospectiva: Representan alternativas de acción; De confirmación: Reflejan un paso dado con el aval de la sabiduría interior; Grandioso: Evoca un sentimiento poderoso contentivo de un simbolismo trascendente; De sombra: En el que hacemos algo extraño o algo que no nos atreveríamos a hacer en la vida exterior; De ansiedad extrema: En los que nos enfrentamos causándonos una sensación de extremo peligro de aniquilación. Pesadillas: Todos las hemos tenido. Se cree que son respuestas a situaciones o traumas, o que son indicio de temores que deben ser confrontados. “El mundo de los sueños es un lugar al cual el espíritu y el alma van cada noche a visitar”. El templo de Esculapio (Dios de la Medicina) se erigió como lugar de gran energía sanadora donde el enfermo podía acudir, dormir y tener un sueño curativo. Luego, el rito se fue transformando y los encargados del templo, o therapeutes, empezaron a hacer de intérpretes de las instrucciones sanadoras ocultas en el simbolismo del sueño. “Durante el sueño, el cuerpo etéreo se escapa del cuerpo físico, lo que es necesario para que el cuerpo vital pueda reparar el cuerpo físico”. En la Biblia aparecen cerca de 700 menciones de sueños como formas elegidas por Dios para transmitir su palabra. Dormidos o despiertos, soñamos continuamente. Del sueño venimos y hacia el sueño retornamos. Cada despertar representa una renovación del proyecto humano desde el instante en que la conciencia retorna a la realidad. El hombre vive soñando y muere soñando y no hay modo de capturar sus sueños mientras ocurren, y hoy, como en la antigüedad, siguen siendo un misterio aún para la ciencia.
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