Posesión satánica


En el Antiguo Testamento aparece 18 veces la palabra Satán. En el Nuevo, 35 veces la palabra Diablo y 21 la palabra demonio. Con exorcismo Jesús expulsó a los demonios, igual que Juan Pablo II. Por ello, la posesión de Anneliese Michel, nacida en Leiblfing, Baviera, Alemania, el 21 de septiembre de 1952, en el seno de una familia católica y criada en la localidad de Klingenberg, no es de extrañar. Anneliese llevó una vida normal al lado de sus familiares, recibiendo una educación católica. En 1968, cuando tenía 16 años, su cuerpo comenzó a estremecerse fuertemente sin poder controlarlo ni avisar a sus padres Josef y Anna, quienes luego la llevaron a un neurólogo que le diagnosticó epilepsia en la Clínica Psiquiátrica Wurzburg. Eran tan fuertes las convulsiones que le hacen adoptar posturas corporales humanamente imposibles, por lo que guiados por un tratamiento que no ofrece mejoría, sus padres la cuidan. Tras las primeras crisis le recetan un anticonvulsionante que tampoco logra controlar sus ataques y Anneliese comienza a creerse poseída por el demonio. Al ver que no se cura, sus padres acuden a la Iglesia para solicitar un exorcismo que les es negado porque se estima que no se trata de una posesión, ya que de acuerdo a la Academia Pontificia Regina Apostolorum, ella no hablaba en idiomas desconocidos, no demostraba fuerza física desproporcionada, no manifestaba repulsión por objetos sagrados, ni daba a conocer hechos muy distantes en tiempo y espacio, por lo que recomiendan que siga con su tratamiento médico. Pero, pese a ello, las convulsiones aumentan, por lo que el sacerdote Ernst Alt atiende las súplicas de sus padres y pide permiso para realizar el exorcismo, recibiendo como respuesta que la joven siga una vida más religiosa. Los supuestos ataques epilépticos empeoran y comienza a comportarse violentamente, insultando y golpeando a sus familiares. Un día le arranca la cabeza a mordiscos a un pájaro. Durante sus continuos rezos comienza a tener visiones diabólicas. Ve caras de demonios en la gente y cosas que le rodean y oye voces que le dicen: ¡Estás condenada! Luego se niega a ingerir alimento, diciendo que los demonios se lo impiden y cambia sus hábitos de vida: duerme en el suelo, come arañas, moscas, carbón y lame su propia orina del suelo, a la vez que grita durante horas, caminando por toda la casa escupiendo sangre, rompiendo y lanzando crucifijos, cuadros de Jesucristo y rosarios, y rasgándose y arrancándose la ropa. Se torna peligrosa. Insulta a su familia y se castiga golpeándose contra paredes y muebles. Durante días se mete debajo de la mesa ladrando como perro. En varias fotos se ve su deterioro: nariz y dientes rotos, pelados en su cabeza, heridas y cortes abiertos, ojos inflamados, necrosis, y malnutrición. Con frecuencia pierde el conocimiento y luego queda rígida. Ante tales hechos, en 1973 sus padres claman para que sea sometida a un exorcismo. Poco después, el sacerdote Ernst Alt, pide permiso al obispo de Wurzburg para realizarlo. Lo logra, y siguiendo los pasos del Rituale Romanum, tras verificar la posesión, el obispo Josef Stang, ordena al padre Arnold Renz y a Ernst llevar a cabo el ritual, el cual realizan desde septiembre del 75 hasta julio del 76, mediante dos sesiones semanales, en medio de ataques de tal violencia que no podía ser sometida por tres hombres estando atada. “Decía estar poseída por Lucifer, Judas Iscariote, Nerón, Caín, Hitler y el deshonrado sacerdote Fleischmann. Eran tan fuertes sus sacudidas que teníamos que atarla a la cama. Un día saltó casi un metro de rodilla y de un solo golpe lanzó a su padre y a Renz al extremo de la habitación. Es tanta su depresión que los medicamentos ya no le surten efecto”. Las visiones se repiten y los médicos no encuentran paliativos a su padecimiento. Varias sesiones fueron grabadas en audio y video. En una de ellas dijo: “1º de julio, día de la liberación”. En otra: "Mamá, ¡tengo miedo!". Y a los exorcistas: "¡Por favor, pidan la absolución!". Antes se había destrozado las rodillas. El 30 de junio de 1976 padece neumonía. Está demacrada y con fiebre muy alta. Exhausta e incapaz de realizar por si misma las reverencias, su padre la sujeta para que se agache. Anna graba y le oye decir: “¡Estoy muy asustada! Los demonios me abandonarán a medianoche”. En ese mismo momento, con el rostro sereno cayó en un profundo sueño. Finalmente, agotada por tantos sufrimientos, murió el 1º de julio ¡como lo había anunciado! La autopsia determinó: “Fallecimiento por neumonía, desnutrición, deshidratación y agotamiento”. Pesaba apenas 31 kilos. Ese día sus padres dijeron: "Hoy vimos sombras en los pasillos cerca de su habitación y ella gritaba: “¡Los demonios me acosan!". En ese momento el padre nos dijo: “¡No tengan miedo! Es común que esto pase porque el demonio está aquí”. El caso de Anneliese es un drama muy triste. Dos años después, un tribunal encontró a sus padres y a los exorcistas culpables de negligencia criminal y los condenó a seis meses de prisión, suspendida por tres años de libertad condicional. Once años después su cuerpo fue exhumado para comprobar si se había descompuesto, pero los resultados fueron ocultados. En una foto algunos dicen ver una garra sosteniendo el ataúd. Otra muestra lo que parece ser una imagen de la virgen en el cielo sobre el cementerio. Uno de los exorcistas aseguró que en una ocasión uno de los demonios que dijo llamarse Hitler expresó: "La gente es igual de estúpida que los cerdos. Cree que con la muerte se acaba todo, y todo sigue igual”. ¿Enfermedad, psicosis o el dominio de espíritus malignos? Las posesiones no son cosa del pasado.
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