¿Murió Jesús en la cruz?


Según algunas tradiciones antiguas, Jesús no murió en la cruz sino que huyó a Cachemira, donde antes habría vivido desde los 12 hasta los 30 años. En la India habría recibido enseñanzas de maestros iniciados. “Se dice que allí hay un cadáver de un maestro enterrado, con similitudes físicas con Jesús”. ¿Estaba muerto Jesús cuando fue bajado de la cruz? ¿Era su cadáver el que envolvieron en el sudario y colocaron en el sepulcro?”. Investigadores de su vida afirman que murió en Cachemira, a avanzada edad: “el que murió en la cruz pudo ser un hermano gemelo o simplemente, herido, fue rescatado y curado por sus allegados. Lo que quisieron signi­ficar no era una muerte real, sino que se hallaba en un estado de inconsciencia, tomado por muerte por parte del centurión romano que se encontraba confundido a causa de la tormenta, la oscuridad y el terremoto que aconteció en aquel momento”. Pilatos, quizás menos afectado por el fenómeno natural, gracias a los fuertes muros de su palacio, se encontraba en mejor disposición mental. Por ello, cuan­do fue informado de la supuesta muerte de Jesús, dudó y mostró su sorpresa: ¿Murió tan pronto? Por experiencia, él sabía el largo tiempo que necesitaba una persona salu­dable para morir en la cruz. El Evangelio de Juan, el más antiguo, plantea: “Entonces llegaron los soldados y rompieron las piernas del primero y el segundo hombre que estaban crucificados junto a él; pero cuando llegaron a Jesús y observaron que ya estaba muerto, no rompieron sus piernas, por lo que un soldado, con una lanza, atravesó su costado, y entonces brotó sangre y agua de su cuerpo” (Juan 19, 32-34). ¿No indi­caba que era una conclusión equivocada, ya que se encontraba aún vivo, pues su corazón bombeaba sangre? De encontrarse muerto, su corazón se hubiera detenido y no bro­taría sangre de su cuerpo. No ha de extrañar que se salva­ra de esa humillante muerte, puesto que, según La Biblia, “la muerte en la cruz, era una muerte maldita”; y tanto El Nuevo como El Antiguo Testamen­to señalan que todo el que muriera en la cruz era maldito (Deut. 21, 23. Gala. 3, 13). ¿Una persona maldita no es aque­lla que se encuentra totalmente privada de la gra­cia y amor divinos? Entonces, ¿Cómo podría Dios permitir que su amado hijo Jesús muriera así? ¿Y cómo podría ser llamado maldito? El alto rango que mantenía con el Todopoderoso es irreconciliable con la idea de que muriera como un maldito. Las pruebas contenidas en las Escrituras hacen pensar que sobrevivió a la cruz, y esto es lo que debió haber ocurrido si tenemos presente las fervientes plegarias y profundas súplicas de Jesús, descritas en los evangelios: “Jesús rezó a Dios toda la noche, postrado y con lágrimas pidiendo ser salvado”. ¿Es posible creer que las ple­garias agonizantes del elegi­do de Dios fueran desoídas?, máxime cuando a lo largo de su ministerio Jesús había insistido a sus discípulos sobre la importancia y eficacia de las plegarias.
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