¿Por qué nos angustiamos?


Las tensiones de nuestro tiempo nos causan angustia y esta nos genera temor, ansiedad, sensación de opresión, o sufrimiento, sumiéndonos en una crisis, probablemente porque hemos perdido la fe en nosotros mismos y en todo lo que nos rodea, convirtiéndonos a la vez, en gente que desconfía hasta de su propia sombra. Esto, independientemente del estado general de indefensión e inseguridad en que nos encontramos los ciudadanos de este país. De este modo, la angustia surge como respuesta cuando nuestro cerebro comprueba que existe un peligro que pone en riesgo nuestra vida. Existen dos tipos de angustia. Si el peligro es real, la angustia (positiva) hace que nos pongamos a salvo. En otros casos, la angustia (negativa) responde a miedos que sólo existen en nuestra imaginación y nos bloquea. Generalmente, la angustia se genera como rechazo a los cambios, provocándonos temor, sudoración, temblor, sensación de opresión, inquietud, aturdimiento, o fatiga, debido a que nuestros pensamientos afectan a las funciones de nuestro organismo produciendo cambios en el cuerpo humano. Según el filósofo Jean Paul Sartre, la angustia es un sentimiento intrínsecamente ligado al hombre. “El hombre es angustia, pero, esa angustia, a diferencia del miedo, no se genera por ningún motivo concreto. La angustia es miedo de uno mismo, de nuestras decisiones y de las consecuencias de nuestras decisiones. El hombre se halla inmerso en la angustia al darse cuenta de su responsabilidad como arquitecto de su propia existencia. Como individuo, es la consecuencia de lo que él decide ser. Al percatarse de su libertad de elegir, se da cuenta de lo que es y que lo que va a ser depende de si mismo. Entonces, su angustia es expresión de esa acción pues si no tuviese que elegir no se sentiría responsable ni tendría angustia. El elegir es inevitable, personal e intransferible y no podemos dejar de elegir (incluso, cuando optamos por no elegir, elegimos no elegir). Somos libres y estamos condenados a ser libres y a elegir por nosotros mismos si queremos que nuestra existencia transcurra dentro de lo bueno o de lo malo. Todo lo que hacemos tiene una dimensión social. Cuando elegimos un proyecto vital estamos eligiendo un modelo de humanidad”. Nuestro cerebro responde a imágenes mentales que luego se convierten en pautas fijas y el inconsciente utiliza todos los medios a su alcance para llevar a cabo su plan, actuando para que se cumpla la situación representada en las imágenes. "Las cosas que temía han acabado por sucederme". Esto ocurre porque la costumbre es una disposición que se crea en nuestra mente a partir de la experiencia reiterada de algo. Si no somos capaces de decidir acerca de nuestro propio destino es posible que ya hayamos caído en un estado espiritual de indiferencia emocional ante los avatares de nuestra existencia y vivamos ausentes de pasiones, sin realizar actividades vitales que nos permitan alcanzar la felicidad. Por ello, es bueno recordar siempre que…existimos para algo, y ese algo es la felicidad.
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