¿Desaparecerá el hombre del planeta?

Hay una sola Humanidad. Hay una sola fraternidad. Nadie es superior ni inferior. Todos somos iguales.  Las barreras creadas por el hombre deberían  ser destruidas sin piedad. Sólo entonces habrá paz en este mundo.  Existe una religión única: la del Amor. La Tierra es un sólo hogar. Todos somos miembros de una sola familia: la humana. Ningún hombre es independiente de ese todo. Por ello, el hombre se hace a sí mismo miserable al separarse de los demás. La separación es muerte. El cultivo del amor cósmico es vida porque incluye todo y abraza todo. Si el hombre reconoce el valor de los demás, destruye todas las barreras y todos los prejuicios raciales, religiosos y naturales que separan a los hombres entre sí; si considera toda vida como sagrada y si protege a los animales, es decir si todos actuáramos correctamente y en concordancia natural y lógica con nuestro medio ambiente, entonces este mundo volvería  ser lo que fue tiempos inmemoriales: un paraíso lleno de belleza, paz y tranquilidad. Vivamos en paz en un mundo unido sin guerras ni confrontaciones, entendiendo que el mundo entero es la sola familia de Dios.
Si llegas a entender esto será feliz. Si es así, luego universaliza y espiritualiza cada movimiento, cada acción, cada pensamiento y cada sentimiento. De otro modo, es posible que el hombre desaparezca del planeta y también posible que nunca más vuelva a habitarlo. Si esto llegara a ocurrir, ¿Tardarían mucho tiempo las ciudades en ser devoradas por la naturaleza?   Tales interrogantes se las hacen expertos biólogos, geólogos, climatólogos, botánicos, arqueólogos, ingenieros y ecologistas, quienes también tratan de hallar respuesta a cómo sería la Tierra después de tal desaparición.  Estas preguntas surgen dado los graves problemas ambientales, sociales y políticos existentes. ¿Qué causas podrían generar la desaparición del hombre? Según la ciencia existen varias. Entre otras, causas naturales (desastres de grandes proporciones);  pandemias provocadas por enfermedades incurables; artificiales, factores provenientes del espacio;  una posible guerra nuclear o biológica; una hambruna mundial, resultante de la superpoblación; la disminución de los recursos naturales  no renovables;   la destrucción de la capa de ozono; el calentamiento global; la pérdida de una atmósfera respirable debido a gases tóxicos; cambios bruscos de frío a calor o de calor a frío; congelamiento de la Tierra; llamaradas solares; que la Vía Láctea colapse con la galaxia Andrómeda; que el Sol absorba a la Tierra mientras aumenta de tamaño; la sustitución del hombre por robots; la infertilidad  humana o una invasión de seres alienígenas superiores. Si esto sucediera, la naturaleza tardaría poco en invadir las ciudades, haciendo que edificios, calles, monumentos y otras estructuras sucumban ante inundaciones, corrosión y crecimiento de bosques, desiertos y áreas nevadas. Los embalses producirían desbordamientos tan fuertes que inundarían lugares como el metro de Nueva York. 
Después, las calles se agrietarían. En los primeros días, meses y años sin humanos, la naturaleza comenzaría a recuperar terreno al mismo tiempo que la falta de uso y mantenimiento debilitaría presas, plantas de energía y túneles. Poco después, especies de animales domésticos desaparecerían por falta de comida. Grandes animales que escaparan de los zoológicos proliferarían por las calles. Según Edward Wilson, biólogo de la Universidad de Harvard, en poco tiempo, vacas, ovejas, gallinas, cabras y cerdos morirían.



Por su parte, Gordan Masterton, de la Real Institución de Ingenieros Civiles de Gran Bretaña, sostiene: “Tras desaparecer el hombre, las luces del planeta se apagarían después de paralizarse las plantas eléctricas y, a los pocos días, el mundo se encontraría en total oscuridad. Seis meses después, las ciudades serían ocupadas por los animales. En menos de cien años, lobos, ciervos y osos migrarían a las ciudades; entonces, la jungla de asfalto se convertiría en una verdadera jungla donde la naturaleza ganaría terreno.  Al no existir el hombre, desaparecerían también los piojos y  parásitos que habitaban en su cuerpo y enfermedades como el sida y el cáncer. Un siglo después, los edificios se derrumbarían, primero los de madera, arrasados por millones de hormigas blancas y  después, los de cemento y hormigón comenzarían a desplomarse corroídos por el aire, las raíces de las plantas y el clima. Las antiguas zonas urbanas, cubiertas por bosques y matorrales,  serían incendiadas por los relámpagos.
En Nueva York, cubierto por el hielo, quedarían semienterradas la Estatua de la Libertad y otros monumentos. Mientras la muralla china y el canal de Panamá desaparecerían y los reactores nucleares de las 441 centrales existentes en el mundo se sobrecalentarían e incendiarían y la radiactividad duraría milenios, mientras que fallas tecnológicas harían que las computadoras tomaran acciones imprevistas o que los robots comenzarán a luchar contra el hombre. En el momento en que los humanos desaparezcamos de la Tierra – los contaminantes cesarán de salir de los tubos de escape de los automóviles y de las chimeneas y vertederos de residuos de nuestras fábricas. En cosa de unas pocas semanas, los óxidos de nitrógeno y azufre y el ozono (contaminante a nivel del suelo, no la capa protectora de la estratosfera), se limpiarían de la atmósfera. Otros, como los clorofluorocarbonos, dionixas y el pesticida DDT, llevarían más tiempo en desaparecer. Asimismo, el exceso de nitratos y fosfatos que pueden transformar los lagos y ríos en zonas asfixiadas de algas también se limpiarán en pocas décadas, al menos, en la superficie de las aguas. "El agua subterránea es la memoria a largo plazo del sistema”, dice Kenneth Potter, hidrólogo de la Universidad de Wisconsin en Madison. En esencia, los océanos están actuando como un gigantesco aire acondicionado, manteniendo la atmósfera más fría de lo que debería estar dado su nivel presente de CO2.
 Nuestra civilización requiere de un constante mantenimiento que solo el hombre garantiza. Sin embargo, los expertos sostienen que a la naturaleza tan solo le tomaría 15.000 años en borrar totalmente su huella, por lo que cabe plantearse: si la Tierra tiene 4.500 millones de años, ¿es posible que una civilización anterior a la nuestra halla existido millones de años antes? Al respecto, el paleobiólogo Doug Erwin, advierte: " Finalmente la raza humana va a desaparecer: no hay razón para pensar que somos diferentes a otras especies. Pero la vida continuará, y seguirá evolucionando, estemos nosotros o no". Si esto llegara a suceder, entonces no sería extraño encontrar muchos años después, en algún lugar del despoblado planeta, una placa con el siguiente mensaje: El mundo tal como lo conoció la humanidad ahora es sólo un recuerdo. Su lugar lo ocupamos nosotros, los muertos que andan.
Los pocos sobrevivientes buscan cualquier cosa que les permita olvidar el infierno en que se ha convertido su existencia. La misión de conseguir comida y suministros esenciales ha sido asignada a un “ejército” que realiza tal tarea fuera de los límites de las ciudadelas con la seguridad que les ofrecen los enormes vehículos blindados de los androides. Mientras, como vestigio de viejas costumbres de los antiguos habitantes del planeta, crece el desorden y la anarquía, y fuera, el ejército de los muertos – dirigido férreamente por los robots-humanoides - está aprendiendo a respetar, a organizarse y comunicarse, a consecuencia de la coexistencia con ellos. A diferencia de los otros animales, el hombre antiguo fue dotado de un cerebro e inteligencia para sobrevivir y transmitir a sus descendientes la información cultural por medio de su inteligencia, pero mal empleada esta, su egoísmo y soberbia  lo llevó hacia  su propia destrucción”. 

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