Dada la descomunal e insensata capacidad de autodestrucción del hombre, las profecías sobre El fin de los días han sido interpretadas como inminentes. Pese a ello, en sus profecías, la Biblia no se refiere a una autodestrucción de la humanidad, sino a una destrucción de origen cósmico, en la que el hombre no puede intervenir, pero tampoco puede escapar. “La historia ha terminado, comienza la eternidad… que el tiempo no sería más”. Apocalipsis. 10.6. ¿Estamos cerca de la gran crisis de los últimos siglos? ¿Son los destructivos desastres naturales como el terremoto ocurrido recientemente en Haití y los tsunamis, huracanes, inundaciones, y volcanes que han ocurrido en otros lugares del mundo señales de que el Apocalipsis está cerca? Nadie lo sabe pero la mayoría de los humanos pareciera temerosa de su cada vez más cercana llegada.
En su cuarteta fatídica, La Tierra amenazada y la falsa paz, el profeta Nostradamus sostiene: “Muy pocos son los que se han querido dar cuenta de la terrible amenaza que se cierne sobre nuestro planeta acosado por genocidios diabólicos. En los albores del III Milenio, la morada madre está devastada por la destrucción y el saqueo de sus recursos naturales, víctima de la irracionalidad de las irresponsables concentraciones humanas”. ¿Estamos al borde de algo descomunalmente catastrófico y decisivo? ¿Acaso esas catástrofes naturales unidas a la inestabilidad social, la codicia y egoísmo del hombre, así como las guerras son presagios que anuncian la proximidad de acontecimientos de mayor fuerza y gravedad? ¿Son estos frecuentes desastres los medios que utiliza la providencia para llamarnos a la reflexión ante la progresiva pérdida de valores del género humano?, tales como la pornografía, promiscuidad, comercio sexual, pedofilia, matrimonios gay permitidos y legalizados por gobernantes inmorales, adopción de niños por parte de matrimonios entre gente del mismo sexo, pérdida de fe en las instituciones, incredulidad, escándalos en El Vaticano debidos a la falsa doctrina del celibato obligatorio (gays en el clero, sacerdotes pedófilos, etc.); proliferación de superchería y falsas creencias (adivinación, magia, astrología, etc.), imposición de regímenes dictatoriales religiosos y proliferación desmedida de sectas. Llama la atención que todas las profecías se refieren a una Tierra amenazada por la saturación del deseo sensual obsceno y lujurioso, por una civilización mecanizada carente de moral y objetivos superiores, hostigada por la falta de amor, por la implacable corrupción y por la pérdida de ideales. En este sentido, hay que reconocer que en los últimos siglos el hombre ha usado su cerebro para potenciar su parte animal, deteriorándose moral y espiritualmente en una civilización decadente en la que priva la ganancia económica y el poder político para obtener el control, sin importar los que sufren o los que no han podido ser socorridos.
“Es tal la inversión de valores que el hombre ha vuelto a un estado similar al de Sodoma y Gomorra, previo a una gran destrucción que ha comenzado con grandes catástrofes naturales así como plagas, pandemias y el surgimiento de nuevas enfermedades, además de guerras que le hacen destinar miles de millones de dólares en armamento, campañas políticas, investigación espacial, etc., incrementando el racismo y el odio étnico, lo que pudiera interpretarse como señales anticipadas de que estamos comenzando a vivir los tiempos del Apocalipsis”. Recordemos que desde la antigüedad la Biblia anunció que cuando todos estos hechos sucedieran al mismo tiempo, estarían llegando los tiempos del Apocalipsis". Vale señalar que otras religiones coinciden con esta profecía; incluso se dice que pueblos antiguos como Los Mayas sabían que esto iba a suceder y por eso nos dejaron siete profecías para cuando aprendamos el verdadero significado de la palabra Amar y aprendamos a perdonar y a dominar nuestro ego que nos hace creernos importantes, cuando realmente somos una minúscula e insignificante partícula en el universo. Cuando eso suceda, “contribuiremos a llevar a la humanidad hacia una nueva Era en la que no habrá más caos ni destrucción”. Los Maya, grandes astrónomos, matemáticos, físicos, ingenieros, constructores; quienes al parecer llegaron a alcanzar la sabiduría del dominio espiritual sobre la materia física, lograron construir grandes pirámides aún sin siquiera haberse inventado la rueda, demostrando que aún siendo una civilización primitiva, tenían tanto o más conocimientos que nuestros actuales científicos. Un claro ejemplo de ello, es que casi mil años antes que las civilizaciones contemporáneas suyas, dominaban un sistema numérico binario exponencial, (el mismo que utiliza la naturaleza, en la división de las células) y 500 años antes de los árabes, utilizaban el concepto del cero, y su calendario que sincroniza al Sol, la Luna y la Tierra con el universo, increíblemente es más exacto que el que utilizamos actualmente. Sus medidas astronómicas probaron ser tan exactas, que comparándolas con las tomadas por la NASA apenas son diferentes en milésimas de segundo. Las profecías Maya nos advierten acerca de lo que nos espera, señalando que nuestro mundo de odio y materialismo terminará el sábado 22 de diciembre de 2012 y que para ese día la humanidad deberá escoger entre desaparecer como especie pensante que amenaza con destruir el planeta o evolucionar hacia la integración armónica con todo el Universo, comprendiendo que como parte de el podemos existir en una nueva Era de luz. Existe una interesante teoría que afirma que la civilización Maya, de carácter nómada, provendría de las Pléyades, quienes viajarían entre las galaxias viviendo determinado tiempo en cada planeta que eligen para luego retirarse y proseguir su camino. “En las escenas finales de la historia de la Tierra la guerra prevalecerá. Habrá epidemias, mortandad y hambre. Las aguas del abismo rebasarán sus límites. Incendios e inundaciones destruirán la propiedad y la vida”.
Ignorando las advertencias de los profetas, el hombre ha creído que podía despilfarrar su herencia natural y hacer agonizar impunemente su morada terrena. Pero, igual que los restantes seres de los tres reinos de la Naturaleza , está sujeto a una Ley Cósmica que no puede rehuir ni violar, sin provocar un gran trauma. Porque, la Naturaleza , en sí misma, tiene en todos sus planos un código de supervivencia. Cuando el hombre efectúa acciones de sentido agresor e involutivo sobre ella, responde con movimientos de fuerza contraria, intentando equilibrar lo desarmonizado. “Ahora no hay salvación ninguna. Camina desdichado vagabundo, camina hacia tu destrucción. Algo terrible y desconocido empieza a partir de este momento. Siente los pasos que recorriste, la muerte asecha; la naturaleza te rinde tributo. Tu dolor no podrás compartirlo con nadie, porque habrá tanto dolor que nadie oirá a nadie y menos socorrerá a nadie. Con pesar, dolor y tribulación verás tu mundo caer y entonces envidiarás a los muertos”.
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