El mundo del misterio y el enigma es tan
amplio, variado y sorprendente que de no ser por relatos o documentos como los
que incluimos que generalmente dan fe de los hechos, es comprensible que en
determinadas ocasiones los sucesos sean considerados argumentos más propios de
una novela de ficción que de casos reales. Esto es lo que sucede con muchos de
los fenómenos paranormales, como este que hoy presentamos: La Combustión Humana
Espontánea… Desde hace siglos se ha atribuido a los casos de combustión humana espontánea
un carácter paranormal o sobrenatural, basándose en la idea del castigo divino
contenida en el libro de Job (libro bíblico del Antiguo Testamento). Durante
los siglos XVIII y XIX, este inexplicable fenómeno causó un gran impacto en las
sociedades de aquellas épocas. Uno de
los casos históricos más recordados es el que ocurrió en 1731 a la condesa Cornelia
Di Bandi, de Cesena, de 62 años de edad, cuyos restos fueron descubiertos por
su doncella, en el piso de su dormitorio, cuando fue a despertarla por la
mañana. La condesa había sido reducida a una pila de cenizas grasientas y
malolientes, pero sus piernas y brazos estaban casi intactos. Las paredes de la
habitación, estaban cubiertas de hollín y la cama que se encontraba en el
cuarto no había sufrido daños, como ocurre casi siempre en estos misteriosos
eventos. Este caso se hizo famoso al ser citado posteriormente por Charles
Dickens, reconocido escritor británico y contiene todos los elementos que luego
se repetirán una y otra vez en casi todos los casos de combustión humana
espontánea. Este asombroso fenómeno es
uno de los grandes misterios que genera mayor desconcierto e inquietud porque
se trata de cuerpos humanos que se auto-incineran o se incendian espontáneamente
sin causa ni razón aparente, el cual
puede afectar a cualquier persona, en cualquier momento, como de hecho ya ha
sucedido varias veces en diferentes épocas y regiones de nuestro planeta. Por
tratarse de un hecho sumamente fuera de lo común, la combustión humana espontánea genera además
de gran asombro, dudas e incertidumbre, al extremo que todavía la ciencia ni
los analistas de lo paranormal han podido descubrir el misterio que lo envuelve
como hecho totalmente alejado de la comprensión de la racionalidad humana, ya
que a ninguna persona le cabe pensar que un cuerpo humano pueda
auto-incendiarse de adentro hacia fuera, o lo que es lo mismo, desde el
interior hacia el exterior. Luego, según la opinión calificada de destacados
profesionales de la medicina, no existe ninguna razón biológica ni médica para
que esto ocurra. De ahí que entonces
habría que preguntar ¿Es la combustión humana espontánea? ¿Se trata de un hecho
real o de un simple engaño? Al respecto debe decirse que ciertamente se trata
de un hecho que viene ocurriendo desde hace muchos años en distintos lugares
del mundo, pero del que se desconoce su origen o razón. Seguidamente una definición que explica este
fenómeno: Combustión Humana Espontánea es lo que le sucede a una persona al
quemarse desde el interior de su cuerpo hacia el exterior del mismo, sin
ninguna clase de razón identificable o aparente de ignición. La combustión
humana puede resultar en simples quemaduras en la piel, humo o puede alcanzar a
la completa incineración del cuerpo. En
estos extraños casos el fuego aparece bruscamente y sin que haya una causa
evidente del origen del mismo. Suele afirmarse que es muy intenso pero
extremadamente localizado y que, en muy poco tiempo (minutos o incluso
segundos), destruye casi por completo el cuerpo, que queda reducido a un
pequeño montón de cenizas. Todo ocurre tan rápido que, en general, la víctima
no tiene siquiera posibilidad de pedir o recibir alguna clase de ayuda de otra
persona.
Existe mucha especulación y controversia
acerca de este enigmático hecho, por lo que algunas teorías han intentado
explicarlo sin lograrlo. Una de las tantas hipótesis o teorías más comunes
plantea que la combustión humana espontánea es originada por una combustión no
espontánea de la ropa que porta la persona en el momento que le ocurre este
siniestro; mientras que otra teoría sostiene que se produce por una extraña
descarga estática (¿?). En relación a esta última hipótesis, debe señalarse que
aunque matemáticamente se puede demostrar que el cuerpo humano contiene
suficiente energía almacenada en la grasa para que el fuego se propague, en
circunstancias normales no puede encenderse solo y, menos, mantener la llama. Algunas personas
que han investigado acerca de la combustión humana espontánea relatan que la
mejor descripción que puede hacerse de estos casos es la siguiente: “La víctima
de este fenómeno es presa de las llamas sin causa explicable. Se trata de un
fuego muy intenso y rápido que destruye totalmente su cuerpo, sin que la
persona tenga oportunidad de pedir ayuda, pero, extrañamente, los objetos que
la rodean (mobiliario, cuadros, libros, etc.),
resultan sin daño alguno. En ocasiones, algunas partes del cuerpo como
las piernas y los pies resultan también casi sin daños. Lo que sí suele
aparecer en las paredes y en el techo del lugar del siniestro es una capa de
hollín grasiento y maloliente”. Según algunos analistas de la fenomenología
paranormal, hasta ahora se conocen reportes de aproximadamente trescientos
casos de personas que murieron debido a combustión humana espontánea. El primer
caso, ocurrido en 1673, fue dado a conocer por el francés Jonas Dupont, quien
publicó un libro titulado De Incendiis Corporis Humani Spontaneis, el cual
presentaba también otros casos relativos a este enigma. Dupont se motivó a
escribir su obra luego de conocer el incidente de Nicole Millet, en el cual un
hombre fue acusado de la muerte de su esposa, quien falleció, según la corte,
por “combustión espontánea”. El cuerpo de Nicole, quien era una bebedora
insaciable, fue encontrado en su cama reducido a cenizas y del que sólo quedó
el cráneo y sus dedos en perfecta condiciones. Sin embargo, lo más sorprendente
(como ha sucedido en otros casos) su cama casi no sufrió daños. Otro de estos misteriosos casos fue el
ocurrido el 9 de Abril de 1744
a Grace Pett, una alcohólica que vivía en Inglaterra,
cuyos restos fueron encontrados en el suelo por su hija, quien describió lo que
halló, como un pedazo de madera consumido por el fuego, pero sin llamas.
No obstante conocer numerosos casos de
combustión humana espontánea, los escépticos le niegan credibilidad a estos
hechos, aludiendo que – sospechosamente - se producen regularmente cuando las
víctimas se hallan solas, pero esto no es cierto, por cuanto muchos casos se
han producido delante de testigos o familiares o van acompañados por el
testimonio del propio sobreviviente. He
aquí algunos de ellos: En 1944, el propio Peter Jones contó haber sobrevivido a
la terrible experiencia de una combustión humana espontánea, explicando que no
sintió ningún dolor, ni sensación de calor ni avistamiento de las llamas. Él
sólo vio humo y certificó que no sintió dolor. Otro de estos casos sucedió en
un hospital de Alemania, donde a la vista de todos y sin ninguna razón
aparente, una enfermera comenzó a incendiarse. Las llamas brotaron tan
súbitamente de su cuerpo que nadie pudo hacer nada para apagarlas debido a que
en segundos estaba completamente calcinada. Los exámenes que se le hicieron a
sus restos no pudieron determinar el origen del fuego, pero lo insólito es que
los investigadores afirmaron que para poder producir tal fenómeno de
calcinación, una temperatura debe estar tan alta que solamente se puede lograr
bajo determinadas condiciones en laboratorio o en hornos crematorios. Lo que
significa que aún si la enfermera hubiera estado empapada del producto químico
más inflamable no se hubiera producido ese resultado. Sin duda, se trató de un
extraño caso de combustión humana espontánea, del cual existen muchos casos
similares sin que hasta ahora nadie haya podido develar el gran misterio. Otro
de estos tenebrosos casos que han sido presenciados por testigos sucedió el 20
de septiembre de 1938, en Chelsnford, Inglaterra, donde en medio de un baile
muy concurrido, de repente una mujer comenzó a arder rodeada de intensas llamas
azules, ante la vista de todos y sin que nadie tuviese tiempo para impedirlo,
ya que en el término de breves minutos y sin que pronunciara siquiera un gesto
de dolor, quedó reducida a una pequeña cantidad de cenizas. Desde ese año no se
le ha encontrado al suceso ninguna explicación racional posible.
Larry Arnold, director de la organización Paraciencia
Internacional, investigador privado que ha dedicado más de treinta años a la
investigación de la controversial combustión humana espontánea, escribió en
1995 el libro titulado En llamas. Este
autor ha planteado: “Hay que aceptar la realidad de este inquietante misterio
puesto que ya han ocurrido muchos casos de combustión humana espontánea en
varias partes del mundo, los cual he investigado personalmente bajo una óptica
científicamente seria”. Mientras que el doctor en medicina, Joe Nickell,
escéptico investigador de casos paranormales sostiene: “Un alto
porcentaje de nuestro cuerpo está compuesto por agua. No hay ninguna
combinación química, ni ningún tipo de situación que pueda establecerse en la
cual podamos auto encendernos espontáneamente. Es una probabilidad entre ínfima
y nula”. Aún así, Larry Arnold, uno de
los más famosos investigadores mundiales de incendios y firme creyente de este
fenómeno, ha viajado por el mundo reuniendo pruebas que demuestren que un
cuerpo humano puede encenderse desde el interior hacia el exterior. Larry
sostiene que le complacería que el trabajo científico de él y de otras personas
defensoras de esta tesis, fuese reconocido con un premio Nobel en Medicina o en
Física. “Creo que nos lo merecemos. La historia tiene una deuda de trato hacia
nosotros y hacia nuestras investigaciones”. Por su parte, el biólogo forense
Mark Benecke, uno de los mejores investigadores de escenas de crimen en
Alemania, a quien la policía suele pedirle ayuda para tratar de resolver los
crímenes más extraños, afirma: “Para comprender qué sucedió en una escena de
crimen o en un caso supuestamente paranormal se necesita conocer los detalles
expresados por los testigos para comprender la verdadera escena del crimen”.
En 1951, el caso de Mary Reeser impactó a la
opinión pública norteamericana. Mary, quien tenía 67 años de edad, fue
encontrada reducida a cenizas en su habitación, pero con el cráneo y un pie
completamente intactos. El 1 de julio a las 21.00 horas, el doctor Richard
Reeser se despidió de su madre, la señora Mary Hardy Reeser, quien vivía sola
en una habitación alquilada en casa del matrimonio Carpenter, en la calle
Cherry de St. Petersburg, Florida, Estados Unidos. Una hora más tarde, la
señora Carpenter y una vecina entraron al cuarto de la señora Reeser para
desearle las buenas noches. Mary estaba sentada en un sillón y fumaba un
cigarrillo. A las ocho de la mañana, un hombre llevó un telegrama para la
señora Reeser. Cuando la señora Carpenter fue a entregárselo y puso su mano
sobre el pomo de la puerta del cuarto, la retiró inmediatamente pegando un
grito de dolor pues se había quemado. Asustada, salió corriendo y pidió ayuda a
unos obreros que estaban en la calle, cerca de la casa, realizando una
reparación. Al echar la puerta abajo éstos se encontraron con un espectáculo
que les llenó de horror. Dentro de un círculo apenas mayor de un metro, en el
suelo, cerca de la ventana abierta, aparecían algunos muelles de acero del
sillón y los restos de la señora Reeser: fragmentos de hígado adheridos a un
trozo de columna vertebral, el cráneo reducido al tamaño de una pelota de
tenis, un pie enfundado en una zapatilla negra y un montón de cenizas. Fuera
del área de ese círculo ningún elemento del mobiliario había ardido. La policía
llegó enseguida y poco después los bomberos y el cuerpo médico. Las paredes
estaban cubiertas de un hollín grasiento y maloliente a partir de un metro del suelo y hasta el
techo. También en el círculo del suelo se encontró una capa de grasa. No se
percibía el característico olor a carne quemada, pero sí señales de un calor
intenso. Las cenizas de Mary Reeser fueron enviadas al FBI por parte de los
policías que se encargaron de aquel siniestro caso, pero los análisis no
revelaron la existencia de producto alguno que pudiese iniciar o acelerar la
combustión. El doctor Wilton M. Krogman, profesor de antropología en la
Universidad de Pennsylvania, quien investigó el caso, tampoco encontró
explicación: “Es el caso más misterioso que he visto. Si estuviéramos en la
Edad Media diría que se trata de magia negra. Jamás había visto fuera de un
crematorio un cuerpo tan carbonizado, ni un cráneo reducido por el fuego: Nunca
he visto que un cráneo humano se encoja debido al intenso calor. Siempre sucede
lo contrario: se infla o estalla”. Este trágico e impactante hecho dio pié para
que se escribieran varios libros sobre la combustión humana espontánea, entre
ellos, el de Michael Harrison, titulado El fuego del Cielo (Fire from heaven),
que tiempo después se convirtió en una obra de consulta sobre el tema. Una de las teorías científicas que pretende
explicar la combustión humana espontánea es el llamado efecto mecha. Mediante
el cual, la ciencia plantea: “Una persona puede resultar completamente quemada
utilizando su propia grasa corporal como combustible, luego de que ha sido
encendida de forma intencional o por accidente. El cuerpo humano vestido es
básicamente una vela en la que la fuente de combustible (grasa) está dentro y
mecha (las ropas de la víctima) en el exterior. Al comenzar la combustión, se
produce un suministro constante de combustible originado en la grasa que se
derrite y empapa las ropas. Las cadenas hidrofóbicas contenidas en la grasa
animal contienen una gran cantidad de energía”. Sin embargo, uno de los
principales argumentos utilizados por los defensores de una causa paranormal de
la combustión humana espontánea es que el cuerpo humano está compuesto
principalmente por agua, por lo que no arde muy bien. Y, como se ha evidenciado
en muchos de estos casos, los cuerpos de las víctimas han quedado reducidos a
cenizas. Luego, para llegar el cuerpo a tal estado, se necesitan temperaturas
de más de 1.700°C. Por lo que es valedero destacar que, incluso, en los más
modernos crematorios que trabajan con temperaturas de 870 a 980°C , los huesos no se
destruyen completamente, teniendo que ser posteriormente molidos. Otra prueba
de lo aquí expuesto que rebate la pretendida teoría científica tradicional es
que a menudo, muchos asesinos han intentado quemar totalmente a sus víctimas en
un intento de encubrir su crimen. Sin embargo, en cuanto el acelerante
(químico, típicamente un líquido inflamable, usado para favorecer la ignición
de un fuego) se consume y el cuerpo de la víctima deja de arder. Además, en la
mayoría de los casos de combustión humana espontánea, las investigaciones
forenses no revelan el uso de ningún tipo de acelerante. Así que un fuego ordinario tendría que ser
extraordinariamente intenso para provocar el efecto observado en la víctima,
pero por otra parte esto entra en contradicción con el daño limitado a los
alrededores.
El doctor John Bentley, médico cirujano
retirado, vivía en la planta baja de un edificio en Coudersport,
Pennsylvania. El 4 de diciembre de 1966
unos amigos estuvieron visitándolo y se retiraron alrededor de las nueve de la
noche. En la mañana del 5 de diciembre de 1966, Don Gosnell, un empleado de la
compañía eléctrica – quien se había convertido en un amigo de total confianza
del anciano retirado - fue a revisar el contador del Dr. Bentley. Dado que
Bentley tenía problemas de movilidad y que sólo podía caminar con su andadera,
Gosnell no sólo tenía permiso de éste para entrar en el sótano siempre que
fuera necesario, sino que tenía una llave de la puerta del departamento del
viejo médico para ser utilizada en casos de cualquier eventualidad. Cuando bajó
al sótano, Gosnell notó un olor extraño y vio un hollín azulado, por lo que,
preocupado, subió al piso a
investigar, ya que nadie había
respondido a su saludo al tocar la puerta cuando llegó, por lo que decidió ir a
echar un vistazo al anciano. Al entrar no vio a Bentley en la sala y se dirigió
a su dormitorio donde había el mismo humo extraño, pero ningún rastro del viejo
galeno. Gosnell se dirigió entonces a la sala de baño y allí se enfrentó a una
visión que lo dejó impactado para toda su vida: “El suelo estaba quemado y en
él se abría un enorme hoyo por donde se veían las tuberías y vigas que habían
quedado al descubierto. Al borde del hoyo ví una pierna marrón, desde la
rodilla hasta abajo, como la de un maniquí. Cerca de los restos estaba su
andadera, con los mangos de plástico todavía intactos. ¡No miré más pues ya no
podía seguir resistiendo aquella macabra escena! Fuertemente impactado salí del
edificio a toda prisa y fui a dar parte de aquel terrible hallazgo”. El 18 de Mayo de 1957, Anna Martin, de 68
años, fue encontrada en su casa de Philadelphia totalmente incinerada, pero sus
zapatos y una porción de su torso quedaron intactos. En esa ocasión, los
médicos forenses determinaron que las temperaturas debieron alcanzar los 2.000ºC para poder causar
tan considerable destrucción en su cuerpo, pero, increíblemente, un ejemplar de
un periódico que estaba colocado a treinta centímetros de distancia de ella, se
halló en perfectas condiciones. ¿No es
esto sorprendente? Otro de estos fenómenos increíbles ocurrió en Londres, donde
después de atender una llamada, el
bombero Jack Stacey acudió a combatir un incendio en un inmueble
abandonado, donde solían dormir indigentes. Al llegar a la casa, esta no tenía
señales de daños causados por el fuego, pero cuando Stacey examinó su interior
encontró el cuerpo en llamas de un vagabundo al que conocía como Bailey. “Tenía
una hendidura de unos diez centímetros en el abdomen -recuerda Stacey-. Las
llamas salían por ella con fuerza, como un soplete”. Para apagar la violenta
llama, Stacey dirigió el chorro de la manguera al cuerpo del vagabundo,
extinguiendo la llama. -“No hay duda de que el fuego se inició en el interior
del cuerpo del vagabundo”. De aquel suceso no llegó a saberse la causa real del
incendio. En aquel edificio abandonado no había servicio de gas ni de
electricidad y no se encontraron cerillas (fósforos) ni restos de ellas. “Incluso,
en el caso de que el vagabundo hubiese dejado caer un cigarrillo encendido
sobre sí mismo, se ha demostrado que no habría sido suficiente para producir
una llama tan destructora”. Durante la noche del 26 de marzo de 1968 les fue
solicitado a los bomberos del Norte de Nueva York que se trasladaran a
controlar un incendio tan desconcertante que incluso para un bombero
experimentado se convertiría en una experiencia inquietante. Bob Purdy fue uno
de los primeros en llegar al sitio del misterioso suceso, quien dijo: “Durante
mis largos años en el cuerpo de bomberos me ha tocado investigar muchos
escenarios de incendios pero nunca ví algo como esto. El cuerpo desapareció por completo. Sólo
quedaba una porción del cráneo y una parte de la pierna derecha. ¿Qué ocurrió?
¿Cómo sucedió? Esto es algo que nunca olvidaré. El hombre, de unos 80 kilogramos de
peso, se fue a acostar entero y terminó convertido en un kilo y medio de huesos
sobre su propia cama ¡sin incendiar el resto de la casa! ¿Fue un suicidio? ¿Fue
un homicidio? No creo en ninguna de estas posibilidades”. Los restos
carbonizados de Jhon Mark, un trabajador jubilado, yacían sobre su cama ya que
esta no se quemó sino en la parte posterior. Igual sucedió con los muebles e
instalaciones de su dormitorio, los cuales tampoco se incendiaron. “Ojalá
tuviera una respuesta. Sólo sé que el hombre, o mejor dicho, sus restos yacían
sobre la cama”. Casos por demás insólitos como el de Jhon Mark han ocurrido en
muchas partes del mundo, presentando las mismas características. ¿Qué clase de
fuego puede consumir a un ser humano sin incendiar el resto de la habitación? ¿O
es que las llamas lo consumen casi instantáneamente?
Dada la frecuente ocurrencia de casos de
combustión humana espontánea en todo el mundo, los medios de comunicación, la
industria del cine y hasta los compositores musicales, motivados por lo
inexplicable y sórdido de los mismos, le han dedicado muchas de sus obras o
producciones. Entre otros, la película Combustión espontánea, realizada en 1990
y protagonizada por Brad Dourif. En el
segundo episodio de la tercera temporada de South Park, titulado Combustión
espontánea, algunos de los vecinos de la ciudad mueren debido a este fenómeno.
En la novela de Madison Smartt Bell, Esperando el fin del mundo, el
protagonista muere por combustión espontánea. En el episodio Confianza y
paranoia, de la BBC, Enano Rojo, se informa al protagonista, Dave Lister, que
un comandante anterior de Varsovia ardió espontáneamente. También en la serie
de televisión Expedientes X, la combustión espontánea es una de las
especulaciones propuestas en diversos casos que investigan. La letra de la canción Pardon Me, de la banda
Incubus, hace referencia a la combustión espontánea. La canción Fire of Unknown
Origin, de Blue Oyster Cult, también se refiere a este fenómeno; lo que viene a
demostrar que se trata de un fenómeno que acapara la atención de numerosas
personas. La conclusión que podemos
sacar al respecto es que nuestro propio organismo en contadas ocasiones se
enfrenta a nosotros, acabando con "su" propia existencia. No hay
pruebas, ni rastros de combustible, ni causas aparentes… Absolutamente nada. Y
es que una vez más nos hemos de rendir ante la evidencia de que el cuerpo
humano es el mayor enigma al que cada día nos enfrentamos…