¿Está el género humano a punto de alcanzar la eterna juventud? El extraño y misterioso caso de Brooke Greenberg pareciera indicar que posiblemente es así. Brooke nació en el año 1993 pero todavía tiene dientes de leche, pesa siete kilos y mide 75 centímetros de alto. Se trata de una joven mujer de 18 años que se encuentra atrapada en el cuerpo de una bebé. Ella nació prematuramente, el 8 de enero de 1993 en Baltimore, Maryland, Estados Unidos. Pesó al nacer sólo 1.800 gramos , por lo que pronto quedó claro que no era un ser humano normal, puesto que casi todos sus sistemas orgánicos se encontraban alterados. Sus caderas estaban dislocadas, por lo que sus piernas apuntaban hacia sus hombros. Sus primeros seis años de vida fueron una verdadera tortura para ella y para sus padres. Hubo que insertarle un tubo de alimentación gástrica. A los 4 años cayó en un estado de coma durante 14 días. Luego, los médicos le diagnosticaron un tumor cerebral, lo que resultó ser un diagnóstico incorrecto; pero lo más sorprendente es que ella casi no envejece. Su cuerpo dejó de crecer cuando tenía dos años de edad. Desde entonces no ha crecido un centímetro ni ganado un gramo de peso. Los Greenberg esperaron y confiaron años tras años pero no ocurrió nada. A lo largo de estos 18 años, los rasgos faciales de su hija han permanecido sin cambios ni hay señales de pubertad; sólo su cabello y las uñas crecen normalmente. Brooke tiene ahora tiene 18 años de edad y sin embargo su cuerpo luce físicamente y actúa como una bebé de seis meses o un poco más. Sus padres Melanie y Howard Greenberg tienen otras tres hijas quienes han tenido un desarrollo físico normal. Lo más extraño es que Brooke padece de una enfermedad que no tiene nombre y no se conoce otro caso similar al suyo en todo el planeta; por lo que ella ha resultado un gran misterio para la comunidad médica mundial.
Brooke nació a las 36 semanas de gestación en el Hospital de Sinaí en Baltimore, con una dislocación de la cadera, por lo que tuvo que ser operada. Al año, sus padres, desconcertados, comenzaron a observar, que ella, la tercera de sus cuatro niñas, no crecía. En búsqueda de respuestas por parte de la ciencia médica, empezaron a consultar con varios especialistas, endocrinólogos y nutricionistas, quienes les recomendaron aplicarle la hormona de crecimiento, pero no obtuvieron resultado alguno, pues ni engordó ni creció y ahí se dieron cuenta que la niña presentaba un fenómeno genético; pero tampoco había diagnóstico alguno, razón por la que no podían saber qué estaba sucediendo. Lawrence Pakula, médico pediatra de Brooke desde que ella nació, declaró que efectivamente no existe ningún caso de otro niño igual al suyo en todo el mundo. Según el doctor Pakula, “en términos de altura y peso, Brooke parece que tuviera entre 6 y 12 meses de edad. La mayoría de los colegas médicos que la han visto, la comparan con una niña discapacitada de 2 años y mientras que su cuerpo no puede envejecer, su salud se va deteriorando. Ha presentado severos problemas respiratorios, derrames cerebrales, úlceras e incluso un tumor que fue tratado con éxito. Esto la llevó a estar varias veces internada y grave. Incluso los genetistas quedaron perplejos, ya que no encontraron ninguna anormalidad en sus cromosomas". Vale decir también que los especialistas que han conocido de su caso han buscado referencias en la literatura médica mundial y han consultado a prestigiosas instituciones como el Johns Hopkins Children's Center, pero la respuesta ha sido la misma: “En los anales de la medicina no existe otro caso conocido como el caso de la paciente Brooke Greenberg”.
Cuando tenía 12 años de edad, pesaba sólo 6 kilos de y medía casi 70 centímetros de altura, Brooke aprendió a gatear, poco a poco, de una manera particular, usando una especie de andadera adaptada a su cuerpo. Nunca ha podido emitir ni siquiera una sola palabra. En la actualidad tiene que ser alimentada a través de un tubo, pero su salud se ha estabilizado. Incluso, la llevan a una escuela para niños con necesidades especiales. Ella, aunque no puede hablar ni caminar, se hace entender y gatea hasta donde quiere llegar. Brooke es un extraño caso biológico que en sus 18 años de vida la ciencia no ha logrado explicar. Es como si su desarrollo se hubiera quedado paralizado en el tiempo. Su cuerpo de poco más de medio metro de altura y 7 kilos de peso parece ser más bien el de una niña de un año de edad y su comportamiento es tan infantil como su apariencia exterior. Su organismo reacciona a diferentes tiempos. Aunque posee dientes de leche y aún balbucea como un bebé, sufre problemas de salud propios de una persona adulta. Brooke ha sufrido infartos cerebrales y ha tenido úlceras y problemas respiratorios, mientras que sus tres hermanas crecen con normalidad. Según los científicos, la enfermedad de esta niña que se niega a envejecer sería el resultado de una mutación genética. Los especialistas pensaron al principio que Brooke Greenberg presentaba un cuadro opuesto al síndrome de progeria (envejecimiento prematuro). Sin embargo, un estudio mostró que no estaba sufriendo de ninguna enfermedad genética conocida. El gremio científico estima que ella le ofrece la oportunidad al mundo para descubrir por qué está sucediendo este raro caso y tienen la esperanza de encontrar el gen que hace que los seres humanos envejezcan al paso de los años y luego mueran. Los padres de Brooke llevan décadas cambiando pañales. Sin embargo, su organismo no es el de un recién nacido y presenta problemas de salud graves e inusuales incluso en una adolescente. La pequeña ha sufrido una serie de accidentes cerebrovasculares, convulsiones, úlceras y dificultades respiratorias. “Su cuerpo no se desarrolla como una unidad coordinada, sino que lo hace como partes independientes que están fuera de sincronización”. Hasta ahora no ha sido diagnosticada con ningún síndrome genético conocido o anormalidad cromosómica que ayudaría a explicar el porque de este extraño caso único en el mundo. “Su cuerpo lleva años creciendo a un ritmo sumamente lento, lo que le provoca una apariencia y un comportamiento infantil respecto a la edad real de una adolescente”. De llegar a aclarar el enigma de este extraño caso clínico de ausencia de envejecimiento podría revolucionar los conocimientos de la ciencia en relación a la curación de muchas enfermedades.
El doctor Richard Walker, profesor de medicina y especialista en biología del envejecimiento, conoció el caso Brooke en el año 2005. “Desde el primer momento entendí que sufre de una mutación única en los genes que podría dar con la clave para controlar el desarrollo y el envejecimiento”. Walker convenció al padre de Brooke para que le permitiera tomarle una muestra de sangre a su hija, a fin de estudiar su estructura genética y analizar los telómeros, los extremos de los cromosomas, cuya longitud ofrece información sobre la edad de las células. A lo cual su padre accedió. “En condiciones normales, un programa genético cuidadosamente orquestado posibilita que una minúscula célula embrionaria crezca hasta convertirse en el cuerpo de un adulto. Pero cuando dicho plan maestro presenta deficiencias, la maravilla del crecimiento entra en barrena. Creo que esto es lo que ha sucedido con Brooke. Los genes que desempeñan un papel importante en su desarrollo físico se muestran inactivos o defectuosos. Si identificamos esos genes, es posible que comprendamos el desarrollo y el subsiguiente envejecimiento del organismo”, señaló el científico. “El envejecimiento tiene lugar cuando los genes del desarrollo se quedan sin información significativa y, en consecuencia, empiezan a provocar el caos”, concluyó el doctor Walker, cuyo proyecto científico se basa en ponerle fin a la actuación de los genes controladores del desarrollo; lo que a su juicio pondría término al proceso de envejecimiento. Si el doctor Walker está en lo cierto, las consecuencias podrían resultar espectacularmente beneficiosas, puesto que de esta forma un organismo manipulado dejaría de transformarse, ya que llevaría a cabo labores de auto-reparación y así, el secreto de la eterna juventud y la vida eterna, estarían al alcance de cualquier ser humano. ¿Y cuáles serían las consecuencias para la humanidad? “Esto ya pertenece al campo de las cuestiones éticas y por lo tanto debe ser contestado por los filósofos, los sacerdotes y demás religiosos”, señaló Walker. ¿Por qué no envejece Brooke? “Esta pregunta se la han estado haciendo los especialistas durante los últimos 18 años, sin que hasta el momento hayan encontrado respuesta”. ¿Acaso es ella la fuente de la eterna juventud? “Lo que hasta ahora podría catalogarse como carencia de crecimiento o desarrollo biológico en un ser humano, de algún modo, es un caso único en el mundo. Nunca antes se conoció nada igual o parecido. Brooke no ha envejecido en el sentido convencional”.
Refiriéndose también a este insólito caso, en su artículo “Los Mecanismos de Envejecimiento y Desarrollo”, publicado en un diario médico, el genetista Maxine Sutcliffe explica una gama incomprensible de inconsistencias en el proceso de envejecimiento de Brooke. “Ella todavía tiene 16 dientes de leche y la edad de sus huesos corresponde a los de una niña de 10 años. Los cambios en su cerebro han sido mínimos y, al no haber crecido en la misma etapa, varias partes de su cuerpo parecen estar desconectadas. En la actualidad, a sus 18 años de edad, dado que no camina, necesariamente tiene que ser trasladada en un cochecito”. El singular caso clínico de Brooke Greenberg ha generado el interés de la medicina mundial a fin de estudiar su genoma, pues, de llegar a identificar sus variaciones o cómo funcionan, se podría llegar a conocer la clave de la vejez o, en su defecto, la de la eterna juventud. La historia de Brooke ha sido presentada y estudiada en numerosas conferencias científicas, donde expertos internacionales en envejecimiento han debatido y siguen debatiendo sobre este interesante tema. En el caso que la ciencia logre descifrar el misterio relativo a por qué no envejece, se podría actuar sobre los genes con nuevas terapias que mejorarían la calidad y la duración de la vida humana. “En el ADN de Brooke podría estar la explicación -y puede que algunas soluciones- para muchas enfermedades vinculadas a la vejez, o bien aportar pistas que acerquen a la ciencia al anhelado descubrimiento del secreto de la eterna juventud. Si podemos usar su ADN para encontrar el gen mutante, entonces se podría probar en animales de laboratorio para ver si podemos cambiar o retrasar el proceso de envejecimiento a voluntad”, añadieron los científicos. Por su parte, la industria farmacéutica también se ha lanzado de lleno a la investigación clínica de los genes de Brooke Greenber y también a investigar los genes de familias integradas por miembros centenarios, en búsqueda de los factores genéticos y metabólicos que les hacen especiales. “Se trata de personas que no sólo viven muchos años saludablemente, sino que lo hacen mejor que el resto de los mortales. Su piel es mejor, tienen una salud de hierro y no padecen las dolencias típicas de las edades avanzadas”.
Hasta aquí nos hemos referido a la parte esencialmente científica de este caso. ¿Pero cómo ha sido la vida que lleva su familia durante estos años? "La amamos de la manera que es. Toda la familia ha participado estos años del cuidado de Brooke como integrantes de un verdadero equipo cambiando pañales, dándole la comida, estimulándola y acunándola en las noches. Ella suele reír nerviosamente, reconoce a su madre y a su padre y le gusta que le hagan cosquillas. Además, adora a sus hermanas", cuenta Melanie, su madre. Y agrega: "Todas las madres tienen el deseo de poder tener siempre a su bebé... de que no crezca. Bien, eso es lo que tengo... He tenido siempre a mi bebé”. –“Lo triste es que cuando ella cumple años uno quisiera verla crecer", termina diciendo Howard, su padre. Al referirse a su caso, algunos ya hablan de "la eterna juventud" y han llegado a calcular que si su ritmo de crecimiento no varía, podría llegar a vivir hasta 150 años con la apariencia de una niña. Brooke no habla pero muestra sus emociones a través de la risa y gestos faciales y claramente reconoce a las personas. Extrañamente, ha sobrevivido a siete úlceras perforadas. A los 4 años cayó en un letargo de 14 días, pero a pesar de tantas dificultades y afecciones, su abnegada familia la considera el núcleo de su felicidad. “Se ve como de 6 meses, pero tiene una personalidad como la de una niña de 16… Algunas veces bromeamos de cómo se rebela”, dice Caitlin, su hermana de 19 años de edad. Su madre dice que a Brooke le encanta ir de compras. “Igual que cualquier mujer”. Pese a su peculiar condición, su familia confía en que Brooke es feliz y que tal vez pueda ayudar a encontrar el secreto de qué es lo que nos hace envejecer y como detenerlo. “Todos estamos aquí por alguna razón, y tal vez esa sea la razón de Brooke, que a través de ella se descubra el secreto de la eterna juventud”. La ciencia médica que viene estudiando su ADN en búsqueda de una mutación genética nunca antes vista, cree que posiblemente en ella se encuentre el mítico gen del antienvejecimiento y que este se pueda aislar. Y aunque sería controversial su utilidad para crear una élite de inmortales, por ejemplo, cree que al menos podría servir para los astronautas que realicen viajes de largas distancias en el espacio, en búsqueda de civilizaciones extraterrestres. Los médicos más reputados de los Estados Unidos no saben qué enfermedad padece. No camina, no socializa con los de su edad, no habla, no es autosuficiente en ningún sentido y cuando sus huesos alcancen la edad ósea del adulto, será imposible que crezca. Es como si estuviera condenada a ser un eterno bebé. Si sus tejidos crecen a una velocidad menor a la de los seres humanos normales, probablemente viva 150 años, pero encerrada en un cuerpo de bebé y tal vez con un desarrollo mental incompleto, lo que no parece ser una ventaja, sino una terrible maldición; porque al igual que el resto de seres vivos, debemos respetar nuestro ciclo, todos debemos morir en algún momento; o si no ¿Qué pasaría en la Tierra ? Sería muy aburrido vivir sabiendo que nunca vamos a morir, puesto que ya no tendríamos preocupaciones ni problemas que superar y de esta forma perderíamos nuestra capacidad moral, por lo que prácticamente dejaríamos de ser personas, de ser seres humanos. En definitiva, indefectiblemente tenemos que dejar nuestro sitio para otros que faltan por vivir.
El caso de Brooke nos demuestra que aún falta mucho para saber en realidad quiénes somos y de dónde venimos y, consecuencialmente, para poder entender hacia dónde vamos. La respuesta a su enfermedad supondría una auténtica revolución para el mundo científico. "Todos estamos en el mundo para acometer alguna misión. Tal vez la razón de Brooke es ayudar a encontrar el secreto de qué es lo que nos hace envejecer y cómo detenerlo", repite su familia. La historia de Brooke Greenberg ha desafiado los límites de la medicina. Los resultados de sus exámenes clínicos son tan desconcertantes como fascinantes. “No hemos encontrado nada inusual hasta ahora, pero eso en vez de ser una decepción, es un incentivo para seguir investigando”. La singularidad de su caso radica precisamente en el hecho de que su material genético parece normal, mientras ella obviamente no lo es. Diferentes partes de su cuerpo se están desarrollando a diferentes ritmos, como si no fueran una unidad sino partes de organismos separados. Si los genes genéticamente manipulados se mantienen jóvenes, los investigadores habrán descubierto como detener su desarrollo. Según la ciencia, Brooke posee la clave para todo. Los médicos inicialmente denominaron su condición —única en la historia de la medicina mundial— como Síndrome X. Su familia ya no espera que crezca y nadie puede predecir cuánto vivirá. Mientras tanto mantienen una vida normal como la extraña enfermedad de Brooke se los permite.
“Nadie sabe qué le deparará el futuro a nuestra hija; pero de lo que sí estamos seguros es que mientras ella viva contará con el gran amor y cariño de su familia y que cuando ya no esté físicamente con nosotros, la seguiremos queriendo inmensamente”. ¿Vino Brooke a este mundo a cumplir una gran misión por la humanidad?