Según el diccionario, astrología es la ciencia que estudia el efecto de los astros sobre los seres biológicos, o la disciplina que observa, analiza y estudia las posiciones y movimientos de los astros, relacionándolos con el desarrollo de los acontecimientos que se producen en la Tierra. Desde la antigüedad ha sido utilizada por el hombre aceptando que tiene paralelismos simbólicos en todas las religiones y en las manifestaciones culturales, por cuya razón la catalogó como un saber-puente, raíz de culturas. La astrología tuvo su origen en diferentes regiones del planeta, siendo los primeros en desarrollarla los babilonios, los griegos, los caldeos y los mesopotámicos. Luego, los chinos, la antigua India y las civilizaciones mayas de Centro y Norteamérica desarrollaron otras variedades; mientras que filósofos como Pitágoras y Platón, en Grecia, la incorporaron a sus estudios sobre religión y astronomía. En otro tiempo, Carlos Gustavo Jung, eminente psicoanalista, creador de la teoría del inconsciente colectivo, se interesó en ella hasta el punto de hacer un estudio astrológico de una serie de parejas a fin de comprobar la influencia de los astros en la problemática de sus relaciones. No obstante, durante siglos la ciencia han rechazado sus principios, pese a que millones de personas sigue creyendo en ella. De este modo, el efecto del Cosmos, que puede describirse exactamente por medios astronómicos, muestra en cada persona características diferentes e individuales. De ser esto cierto, ¿deberíamos aceptar que nuestra vida sigue un curso predestinado que no podemos cambiar? ¿Y que desde la perspectiva de los estudios astrológicos supuestamente serios y profundos, cada individuo es una entidad psicológica compleja con una personalidad de variados aspectos que a menudo están en conflicto? Quienes creen en ella, atribuyen a su influencia que algunos días parecen ser simplemente malos, que nada funciona, mientras que en otros, todo parece salir bien, y que en otros uno se siente triste y deprimido, aparentemente sin razón. Asimismo, que existen días cuando uno desea el contacto humano y otros, cuando desea estar solo. Según los astrólogos, los cambios que se generan en cualquier período de nuestra vida se deben a los tránsitos de los planetas, puesto que sus efectos a menudo son registrables por varios meses y aún, por años. Sostienen también que la posición de los astros en el momento exacto del nacimiento de una persona refleja el carácter de esa persona y por tanto, su destino. Se cree que la astrología es la actividad racional más antigua conocida por el hombre, ya que a través de la observación y estudio del comportamiento de los astros (el Sol, la Luna y los planetas visibles a simple vista), diversas civilizaciones conocieron su razón de ser sobre la Tierra. Basado en esto, para muchas civilizaciones, el cielo no es otra cosa que el mismo cosmos de donde provienen las fuerzas físicas planetarias que afectan el comportamiento general de nuestro planeta, incluido, por supuesto, el de sus habitantes, de sus estaciones y de sus movimientos internos. Pese a ello, la astrología ha sido asociada a superstición, fraude e irracionalismo, aunque, según los astrólogos, está al lado de las llamadas ciencias humanas, al mismo nivel que la psicología, la sociología o la historia; siendo en sus inicios inspiración a la medicina, la meteorología, la música, la química del renacimiento y la ilustración (Galileo, Kepler, Newton, Lavoisier), y la psicología de la personalidad y el comportamiento (Jung). En el siglo XX, Albert Einstein, quien poseía amplios conocimientos de esta materia, siempre fue respetuoso con ella. Aunque parte de datos numéricos, cuantitativos y medibles, sus conclusiones no lo son, y por tanto no son demostrables en términos físico-matemáticos. Durante la edad media fue ampliamente practicada en Europa, a pesar de que las autoridades cristianas la condenaron. Hasta el siglo XVI muchos sabios consideraron a la astrología y la astronomía como ciencias complementarias. En aquella época, los descubrimientos realizados por astrónomos como Nicolás Copérnico y Galileo Galilei socavaron algunos de sus fundamentos y a partir de entonces, los científicos dejaron de prestarle atención, catalogándola como seudo-ciencia (doctrina de carácter esotérico desprovista de algún valor científico, asimilable a las creencias, basada en afirmaciones indemostrables y no verificables). Desde entonces, la astrología permanece inadmisible dentro del sector científico en todo el mundo, aunque cada vez más gente cree en ella.
insolitohz@gmail.com
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